Inmaculada Hoyos Pérez, enferma de cáncer de mama
Valladolid
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Inmaculada Hoyos Pérez, enferma de cáncer de mama
Valladolid
«El cáncer es una tortura y tener que pedir ayuda económica es muy duro»Fortaleza es lo que respira Inmaculada. Saber enfrentarse a cada paso que le exige la vida por difícil que sea. Ya ha superado la conmoción de un diagnóstico duro, las pruebas, intervenciones y terapias. En su caso, a la crueldad de la enfermedad se le ... suma la vulnerabilidad económica.
Hace algo más de un año y medio, a Inmaculada Hoyos Pérez, con un diagnóstico temprano gracias a un cribado rutinario –«y menos mal que yo cumplo, por mis antecedentes familiares, a rajatabla», el cáncer llenó sus días de angustia y malos ratos. Recuerda que peor que la cirugía son «las pruebas que te hacen antes, son muy duras. Muchísimas. Biopsias, te pinchan en el pecho agujitas en busca del ganglio centinela, de delimitar la intervención... a mí me dolía mucho. Cuando me operaron fue muy bien, al día siguiente me mandaron a casa, los puntos se caen solos... En fin, esa parte es bastante llevadera. Y empezamos con la quimio. Y trajo la caída del pelo, a mechones, yo tenía una media melena. La peluquera me dijo que era mejor raparlo del todo y así lo hice. Y se te cae todo, cejas y pestañas también. Vino una amiga mía de Valencia y me las tatuó. A mí me lo regaló, pero cuesta 300 euros hacerte las líneas de los ojos y 250 las cejas. Te pueden decir que no es importante, que no es vital, pero anímicamente lo es. Tanto que, con el visto bueno de mi oncólogo, retrasamos una semana la quimio para poder hacerlo». Ahora –ríe Inma– «por fin tengo mi pelo, es mío y me voy a dejar de nuevo melena porque me lo debo. Aunque luego lo vuelva a cortar porque dicen que me queda muy bien así».
«El cáncer es un infierno. Para mí lo fue. Te hinchas, estás atada a máquinas entre las 16 sesiones de la quimio cada dos o tres semanas, las 15 de la radioterapia, otras 16 de la inmunoterapia... vives en el hospital. Año y medio enganchada a unas máquinas que te dejan agotada, llegaba de la quimio y pasaba el día en la cama. Viendo, además, a compañeras de tratamiento que lo pasan también mal, a algunas además les tuvieron que hacer una mastectomía. En mi caso, afortunadamente, no fue necesario. Por eso digo que llevo desde la pandemia encerrada, primero por las restricciones y luego porque no me podía coger la covid estando enferma. Me contagié al ir a la compra y tuvieron que suspenderme 10 días la quimio».
Inmaculada terminó los tratamientos el pasado mes de abril y «ahora tengo cinco años solo con la pastilla. Lo peor ha pasado, pero no te quitas la enfermedad de encima».
Antes de la pandemia, Inma tenía trabajo. Ha sido comercial en varias empresas; pero la covid y el cáncer la han dejado fuera del mercado laboral, «por lo que solo cobro 480 euros al mes de ayuda a la mujer de más de 50 años. Con ello –explica esta vallisoletana de 54– es difícil vivir como para hacer frente a los gastos que impone el cáncer a mayores».
Explica Inmaculada que «es importantísimo, vital, llevar una alimentación cuidada. De hecho, de ello depende mucho la superación del cáncer y la recuperación y que los marcadores tumorales den bien. Tienes que seguir una buena dieta mediterránea, de frutas, verduras, pescado sobre todo, aceite de oliva... Y es más caro. También tienes que comprarte cremas para el sol buenas, de farmacia, de muy alta protección, que son más caras, y otras para hidratarte porque la quimio y demás te la dejan ajada, deshidratada. Esto son pluses que si tienes trabajo no es para tanto, pero en mi situación, si no es sobre todo por mi madre, Araceli, mi pareja, Alejandro, amigos y, desde luego, la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) yo no hubiera podido», repasa. Pero «es muy duro tener que pedir ayuda».
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Aclara que «cada martes mi madre me lleva comida sana, me hace la compra con pescado y otras cosas y a la AECC les debo tanto... Me han dado vales y dinero en efectivo durante mucho tiempo. Hasta que me dijeron que no podían ayudarme más porque había más enfermos. No tengo palabras para Lourdes y Patricia, su empatía y cariño, su trato, su orientación... Yo recomiendo acudir a ellos incluso aunque no se necesite ayuda, se aprende mucho. Yo allí he visto como ayudaban a madres enfermas con sus hijos pequeños, explicándoles a ellos que a su mamá se le iba a caer el pelo y lo que le iba a pasar. Me impactó. Yo a la ayuda psicológica no opté porque ya la tenía de antes al margen del cáncer y otros enfermos lo necesitarían más y también me compré el pañuelo, fueron 36 euros. Luego me enteré de que la AECC te lo presta gratis y luego los devuelves lavados. Son especiales porque tienen que ser de cáñamo y 100% algodón.
Ahora «mi aspiración es trabajar, es fundamental; pero con mi edad y mi enfermedad no será fácil encontrar algo». «Esto del olvido oncológico está bien pero no funciona. ¿Cómo explicas en una entrevista más de un año de parón. Casi lo mejor es decir que estuviste enfermo. Además, al final siempre se sabe».
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