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El buen año de setas dispara los permisos para cogerlas: ya son 7.673 y falta media campaña
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El buen año de setas dispara los permisos para cogerlas: ya son 7.673 y falta media campaña«No todas las campañas son buenas. De hecho, suele haber una buena entre muchas malas». Así que los aficionados a las setas están ... de enhorabuena en este 2024. Lo dice Montserrat Ganado, coordinadora de proyectos en Cesefor, fundación que trabaja en el sector forestal de la comunidad y que impulsa Micocyl, el programa de micología de Castilla y León. «Este año, el teléfono de atención al recolector no deja de sonar», dice Ganado, quien ofrece el dato actual de permisos otorgados para recoger setas en la provincia de Valladolid. Ya lo han solicitado 7.673 personas. «Y todavía nos queda la mitad de la campaña».
Son casi tantos como todos los expedidos en los años anteriores, ya con la temporada cerrada. En 2023 fueron 8.025. En 2022 se quedaron en 7.922. En 2021, se alcanzaron los 9.470. En este 2024 son, de momento, 7.673. Y la cifra, sin duda crecerá porque el año es especialmente bueno. «Los montes están a rebosar», asegura Aurelio García, de la Asociación Vallisoletana de Micología. Y eso influye directamente en la afición. Si hay setas, la gente sale a buscarlas.
«La expedición depende sobre todo de eso», reconoce Ganado. Y las lluvias de septiembre (unido a las suaves temperaturas de este otoño) han contribuido a ello. Todavía es pronto para saber los datos de producción -cuántas setas ha habido este año en los montes y pinares de la provincia- pero las primeras señales invitan a pensar que este será un otoño de récord. Y llegará cuando se cumplen justo diez años del gran año setero en Castilla y León. El ejercicio de 2014 fue especialmente productivo. Impresionante. Hace justo una década, se registraron 80,1 kilos de níscalos ('Lactarius deliciosus') por hectárea en la red de parcelas micológicas de Castilla y León. Fue una producción bestial. El siguiente mejor año fue 2020 y se quedó muy por detrás (con 33 kilos por hectárea). En tercer lugar, 2012, con 30 kilos por hectárea. Estas cifras contrastan con las de los dos últimos años, que fueron especialmente frustrantes para los aficionados a la micología. En 2022, tan solo 1,5 kilos de níscalos por hectárea. En 2023, menos aún, 1,3.
Si nos fijamos en otras variedades, como el 'boletus edulis', la situación es muy parecida. Hubo un récord en 2014, con 103 kilos por hectárea en la red de parcelas de seguimiento micológico. En 1998 fueron 80. En 2012, el tercer mejor año de la serie histórica, 77.
El cruce de ambos datos, el de máximos de producción y la evolución de permisos, permite comprobar cómo existe una afición creciente por las salidas micológicas. En 2014, con ese pico de producción hubo 10.492 permisos. En 2020, con menos níscalos en los pinares, se emitieron 13.802 autorizaciones.
«El perfil del recolector es muy variado. No tenemos estudios para concretarlo», reconocen en Cesefor, pero su experiencia a pie de monte sí que ofrece algunas claves. Por ejemplo, que «suelen ser personas a partir de los 30 años, muchas de ellas de los 50 para arriba. Los adolescentes no van a por setas. Será el único colectivo que no se ve mucho por el pinar, porque sí detectamos cada vez más familias que salen los fines de semana con niños pequeños».
Desde Micocyl animan precisamente a este tipo de planes («lanzarse a pasear por el pinar en busca de setas») ya que es «una actividad muy saludable y recomendable».
Eso sí, puede conllevar pequeños sustos y «ciertos riesgos, especialmente debido a las nieblas». «En las zonas llanas de la comarca de pinares, donde el relieve es bajo y hay pocas referencias naturales, es fácil desorientarse». Por eso, los expertos aconsejan llevar ropa de colores vivos para ser fácilmente visibles. Recuerdan que hay que salir «con suficiente agua, comida y la batería del móvil completamente cargada». Y recomiendan llevar un silbato o una linterna «para facilitar las señales en caso de desorientación». Para facilitar la labor del recolector, Micocyl (entidad promovida por la Junta, la Diputación y más de 320 municipios de la región) ha diseñado una app (llamada así, Micocyl) que incluye funciones como la identificación de las zonas reguladas, la memoria de ubicación del vehículo o la posibilidad de enviar la ubicación propia a través de un mensaje de SOS en caso de pérdida.
Estas recomendaciones son más relevantes ahora, cuando Valladolid vive su temporada alta micológica gracias al níscalo ('Lactarius deliciosus'), la platera ('Clitocybe geotropa'), seta de cardo ('Pleurotus eryngii') y pie azul ('Lepista nuda'). «En primavera también salen algunas personas al pucheruelo ('Helvella leucomelaena'), pero son los menos», cuenta Ganado, quien recuerda que la recolección de esta seta es muy característica de las tierras de pinares de Valladolid y Segovia. «Antiguamente nuestros abuelos la consumían mucho más que ahora. Cada vez hay menos gente que salga a buscarla y es una pena que se pierda la tradición, ya que es muy característica de nuestra cultura pinariega», apunta la experta de Micocyl, quien recuerda que desde la fundación «siempre animamos en las charlas y jornadas de los pueblos a que se recupere la tradición». Eso sí, advierten de que es una seta que hay que consumir «con precaución, nunca cruda y siempre después de haberla cocido y de haber tirado el agua, porque en crudo es tóxica».
En cualquier caso, desde las asociaciones micológicas recuerdan que «hay que estar cien por cien seguro de la identificación de las setas. No vale estar seguro al 99%».
Por eso es importante conocer bien lo que se recoge». «La recolección habitual de la provincia es de tipo recreativo, pero también hay una recolección comercial, sobre todo en masas de pinares jóvenes procedentes de repoblaciones que tienen más de 25 años y están bien aclarados, es decir, que han recibido tratamientos selvícolas de clareos y podas de tronco», explican desde Micocyl, donde recuerdan que «las masas de repoblación muy densas y abandonadas no producen todo lo que podrían porque no llega la luz del sol al suelo». Esta situación se da en «muchos sitios de Valladolid», especialmente «montes privados que se repoblaron y nunca recibieron más tratamiento forestal». En la provincia, la producción se da sobre todo en los pinares de la zona sur. En Montes Torozos no hay tanta producción, pero sí mayor diversidad de especies. Eso sí, no todas son comestibles.
En Valladolid, el terreno acotado ocupa 26.818,87 hectáreas, con una producción media anual de 252.046 kilos. Para coger setas en estos terrenos hay que disponer de un permiso, cuya tarifa varía en función si se trata de un recolector recreativo (como máximo puede coger cinco kilos al día) o comercial (veinte al día). Los empadronados en los municipios implicados tienen bonificación.
Las localidades son Aldeamayor de San Martín, Alcazarén, Aldea de San Miguel, Almenara de Adaja, Boecillo, Bocigas, Camporredondo, Castromonte, La Santa Espina, La Parrilla, La Pedraja de Portillo, La Zarza, Llano de Olmedo, Matapozuelos, Mayorga, Megeces, Mojados, Montemayor de Pililla, Olmedo, Olivares de Duero, Portillo, Pozal de Gallinas, Puras, Quintanilla de Onésimo, San MIguel Arroyo, Santiago del Arroyo, Torrescárcela, Traspinedo, Tudela de Duero, Valdenebro de los Valles, Valdestillas, Viana de Cega, Villabrágima, Villalba de los Alcores y Viloria.
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