

«Estuve al borde de la UCI y da mucho miedo»
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Javier Díaz permaneció ingresado en el Río Hortega de Valladolid durante 16 días y las complicaciones de la covid le llevaron a ser candidato directo a los cuidados intensivosBerta Pontes de los Ríos
Valladolid
Sábado, 21 de noviembre 2020
Javier Díaz tiene 68 años y ha superado el coronavirus. Lo contrajo en marzo y estuvo ingresado 16 días en el Hospital Río Hortega de Valladolid. Ahora, totalmente recuperado y sin secuelas aparentes, apela a la responsabilidad individual.
A mediados del mes de marzo, Javier Díez comenzó a sentirse mal tras acudir a una reunión de trabajo en Madrid. Allí estuvo con personas que días más tarde dieron positivo y él se mantuvo alerta desde entonces. Cuando comenzó a tener fiebre la medicación que le dijeron que tomara desde su centro de salud fue Paracetamol y así se mantuvo unos días. «Me dijeron que si no empeoraba siguiera tomándolo y en casa, que si empeoraba tenía que volver a llamar, pero cuando se me pasaba el efecto de la medicina la fiebre se disparaba». A raíz de encontrarse cada vez peor decidió acudir a urgencias y allí le hicieron una placa de pecho. «Vieron que tenía los pulmones afectados y que era neumonía. Me ingresaron directamente en el hospital y estaba muerto de miedo».
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Era 26 de marzo y el aumento de casos de coronavirus no cesaba. España entera se encontraba confinada y Javier tuvo la fortuna de estar solo con uno de sus hijos, que también dio positivo pero pudo pasarlo aislado en su domicilio. «Cuando ingresé me llevaron a una estancia donde había un hombre que no paraba de toser, me asusté muchísimo y pensaba continuamente en lo que me podría pasar». Una vez en su habitación comenzaron a suministrarle medicamentos. «Recuerdo que tomaba alrededor de cinco pastillas por la mañana y que dos de ellas eran enormes, costaba tragarlas». Oxígeno constante, antibiótico, suero, análisis, pruebas y vías eran su día a día. Hasta que su saturación de oxígeno en sangre fue preocupante para los doctores.
En ese momento recibió una noticia que le atemorizó: si su saturación no mejoraba durante la noche tendrían que ingresarle en la UCI. «Me asusté y los médicos me recomendaron dormir boca abajo porque sería mejor para mis pulmones, así que lo hice pese a estar lleno de dolores», recuerda. Cuando se despertó los doctores comprobaron que había mejorado notablemente. «Pasé de tener alrededor de 70 a 93, por lo que me salvé de ir a la UCI». Durante los días siguientes intentó permanecer el máximo tiempo posible boca abajo por el temor que tenía a ser candidato directo a los cuidados intensivos.
Con una saturación de oxígeno normalizada y tras 16 días en planta, recibió el alta el 10 de abril. Permaneció aislado de su familia durante otros 14 días «por prevención» y cuando finalizó su confinamiento pudo volver a hacer vida normal.
Una vez superada la enfermedad no ha tenido ninguna secuela más allá de la caída de pelo que sufrió durante un tiempo. Ahora centra sus esfuerzos en hacer ver que el coronavirus «es algo muy duro y que se puede complicar mucho, por lo que hay que cumplir las normas; o colaboramos todos o esto no va a terminar nunca». Se muestra molesto porque «parece que hay muchos que no han entendido nada y que si no les ha tocado de cerca no son conscientes de lo que supone, que piensan que nunca les va a tocar a ellos.Y no es así».
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