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Adiós a un Papa inagotable y revolucionario

Adiós a un Papa inagotable y revolucionario

Francisco ha fallecido debido a un ictus cerebral horas después de recibir al vicepresidente estadounidense, impartir la bendición 'Urbi et Orbi' y saludar a los fieles en San Pedro

Lunes, 21 de abril 2025, 10:02

Queridos hermanos y hermanas, ¡buena Pascua!». Esas han acabado siendo las últimas palabras que ha dedicado a los católicos Jorge Mario Bergoglio como obispo de Roma, acompañadas de la bendición 'Urbi et Orbi' (a la ciudad y al mundo), con la que concedió el perdón de los pecados a quienes le escuchaban. El sucesor número 265 de San Pedro, fallecido ayer a las 7.35 horas debido a un ictus, las pronunció desde el balcón central de la basílica de San Pedro del Vaticano una vez concluida la misa del Domingo de Resurrección, colofón de la Semana Santa más complicada para él porque no pudo presidir ninguna liturgia debido a sus problemas de salud. En su última aparición, no obstante, a Francisco se le vio sin las cánulas nasales para ayudarle en la respiración que había mostrado en otras ocasiones desde que salió el pasado 23 de marzo del hospital Gemelli de Roma, donde estuvo ingresado 38 días debido a una bronquitis que luego se complicó, derivando en una neumonía bilateral. Al pontífice se le vio el domingo con mala cara y poca voz, pero fue capaz de decir unas pocas palabras y luego incluso estuvo saludando desde el papamóvil a los más de 35.000 fieles que se habían congregado en la plaza de San Pedro del Vaticano para seguir la celebración litúrgica más importante del año para los católicos.

El hecho de que el Papa recibiera al vicepresidente estadounidense, JD Vance, pudiera impartir su bendición e incluso estuviera dándose un baño de multitudes el día anterior hizo que la sorpresa entre los fieles fuera aún mayor al conocerse la noticia del fallecimiento. La dio poco antes de las 10 de la mañana el cardenal Kevin Farrell, camarlengo de la Iglesia católica, el cargo clave en este momento de 'sede vacante', es decir, el período que se abre desde el fallecimiento o renuncia de un obispo de Roma hasta que es elegido su sucesor. Desde la Casa Santa Marta, la residencia dentro del Vaticano donde vivía Francisco, Farrell se presentó al mundo para dar la noticia de la muerte de Bergoglio acompañado por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede y uno de los candidatos a sucederle, el arzobispo Edgar Peña Parra, sustituto de la Secretaría de Estado, y el arzobispo Diego Ravelli, maestro de ceremonias litúrgicas. «Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7.35 de esta mañana, el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia», dijo con el rostro compungido Farrel, que hizo a continuación un resumen de lo que, a su juicio, dejan los más de 12 años de pontificado del argentino. «Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados. Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino».

Debido a su cargo como camarlengo, fue el propio Farrel el encargado de anunciar la muerte de Bergoglio y quien también presidió luego el rito de disposición de los restos sin vida en el ataúd, que será ahora expuesto en la capilla de la Casa Santa Marta, la residencia dentro del Vaticano donde vivía Francisco. A partir del miércoles se trasladará a la basílica de San Pedro del Vaticano para que los fieles puedan darle un último saludo de despedida antes de que se celebre el funeral. Tanto el procedimiento previo a las exequias como éstas mismas fueron simplificadas por el pontífice con un texto normativo que entró en vigor el año pasado y que, entre otras particularidades, elimina el catafalco para exponer el cadáver y también el triple ataúd, elementos que se utilizaron en los funerales de los anteriores obispos de Roma. Las exequias tendrán lugar entre cuatro y seis días después del deceso, mientras que el cónclave del que saldrá elegido su sucesor se convocará entre 15 y 20 días posteriormente a la muerte.

Un entierro diferente

Farrel fue el encargado de certificar que el fallecimiento del Papa, como comprobó Andrea Arcangeli, director de los servicios sanitarios del Estado de la Ciudad del Vaticano, se debió a un ictus cerebral, que le provocó un coma y un colapso cardiocirculatorio irreversible. En el deceso de Bergoglio a sus 88 años pesaron los 38 días que pasó ingresado en el hospital Gemelli de Roma y las enfermedades que arrastraba: la insuficiencia respiratoria aguda con neumonía bilateral de la que se trató en el centro médico, unida a bronquiectasias (dilatación y destrucción de los bronquios), hipertensión arterial y diabetes de tipo II. Cuando salió del hospital, los médicos le dijeron que tenía que pasarse «al menos dos meses» haciendo reposo y evitando los contactos multitudinarios y con niños, pero lo cierto es que el pontífice no tardó en hacer salidas de la Casa Santa Marta para encontrarse con los fieles.

Farrel también se encargó de sellar tanto el apartamento en el que vivía Francisco en la Casa Santa Marta como la oficina que utilizaba en el Palacio Apostólico. Con esta decisión se trata de evitar que nadie toque o modifique sus documentos y pertenencias. Ayer también fue hecho público el testamento de Bergoglio, en el que confirmó su deseo de ser enterrado no en las Grutas Vaticanas, como es habitual en los Papas, sino en la basílica romana de Santa María la Mayor, a la que estaba muy unido y adonde acudía a rezar antes y después de comenzar cada uno de sus viajes y también cuando salió del hospital. «El sepulcro debe ser en la tierra, sencillo, sin particular decoro y con una única inscripción: 'Franciscus'-el nombre de su Papado en latín-», dejó escrito el argentino en su testamento.

Además de Farrel por su responsabilidad como camarlengo, el otro cardenal clave del período que se abre ahora en el Vaticano es el italiano Giovanni Battista Re, de 91 años, que es el decano del Colegio Cardenalicio. Será él quien presida el funeral del Papa por decisión expresa del fallecido. A principios del pasado mes de febrero, Francisco decidió extender el mandato de este anciano purpurado al frente del Colegio Cardenalicio y también el de su 'número dos', el argentino Leonardo Sandri.

Ambos habían sido elegidos para estos cargos y tenían posibilidad de ser renovados, pero el Papa también podía haber escogido que entraran caras nuevas. En ese caso el favorito para suceder a Re habría sido el secretario de Estado, Pietro Parolin, quien habría tenido una enorme visibilidad, ya que al 'primus inter pares' del Colegio Cardenalicio además del funeral también le corresponde presidir la misa 'Pro Eligendo Pontifice' con la que arranca el cónclave. Parolin ya parte como uno de los primeros nombres en la lista de los 'papables' para suceder a Bergoglio, que probablemente quiso con la decisión de renovar a Re evitar que el secretario de Estado fuera visto como el favorito.

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