![Beatriz Blanco posa frente al escaparate de su tienda el pasado martes.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/06/15/1482343535-kojE-U220452614070byB-758x531@El%20Norte.jpg)
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Bolsos Trini se despide de Delicias tras más de medio siglo a pie de calleRecuerda Beatriz Blanco que en su casa a ella y a sus tres hermanos no les quedaba otra que andar «firmes» desde primera hora de la mañana. Su madre, Trinidad Verdugo, tenía que prepararlos para ir a 'cole' con tiempo suficiente para levantar puntual la ... persiana la tienda. Corría el año 1969 y aquella mujer, «una emprendedora, una pionera para la época», se tenía que desdoblar para cumplir con éxito con sus dos facetas: la de ama de casa y la de propietaria de un comercio que entonces, sin Amazon ni nada que se le pareciera, pitaba a toda máquina. «A veces terminaba de peinarnos frente al escaparate y luego íbamos a clase con los hijos de los dueños de la ferretería», rememora. Más de medio siglo después, 55 años concretamente, Bolsos Trini, en el número 28 de la avenida de Segovia, en el mismo corazón de Las Delicias, dice adiós al barrio.
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Lo hace Beatriz, que en 1991 cogió el testigo de su progenitora tras el mostrador, con sentimientos encontrados. «Estoy encantada de jubilarme y comenzar otra etapa, pero me da cierta nostalgia por la relación tan bonita que durante estos años he tenido con mis clientas», subraya esta profesional de trato cordial, que no ha encontrado en sus dos hijos relevo a esta saga de vendedoras. «No, no», confirmaba su hija Ana, que el martes pasado se acercaba para seguir en directo las andanzas de su madre con la prensa.
El próximo 30 de junio el reconocible luminoso de la fachada del local se apagará para siempre y dejará algo huérfanas a esas vecinas que encontraban en las estanterías de la tienda ese bolso que combinaba perfecto con el vestido de la boda de la hija, un cinturón para ponerle al marido como regalo de Reyes o una maleta con fundamento para viajar en verano a la playa.
Mientras Teodomiro Blanco, el padre, ejercía de representante de artículos de piel, Trini hacía cantera en el local al mismo tiempo que llevaba un hogar con cuatro pequeños «muy seguidos» y sin ningún tipo de ayuda externa. «Los domingos tocaba limpieza general en casa y allí no se libraba nadie», relata Blanco con una sonrisa.
El secreto para mantenerse abiertos todo este tiempo lo resume la propietaria con dos frases: «calidad en el producto y un buen trato con el cliente». «Eso mi madre lo tenía muy claro, siempre primeras marcas, bolsos de piel... siempre ha tenido fama de tener cosas buenas y de no ser barata, pero hemos llegado hasta aquí», dice ufana. Buen género y, por supuesto, una atención profesional, pero con un toque «familiar». «Yo ya sé qué bolsos tengo que sacar a cada una y cuáles no, lo que les gusta o si ya cogieron antes algo parecido... la verdad es que muchas me preguntan dónde van a ir ahora y eso me hace que me sienta orgullosa», destaca al tiempo que recalca que ella ha tratado a los compradores «como me gusta que me traten a mí». «Y mi madre era igual, mucha gente del barrio todavía se acuerda de ella», subraya con satisfacción.
Ha sido su hija, que le lleva la cuenta de Instagram del negocio, la que ha revolucionado al barrio al colocar un gran cartel en la parte baja del escaparate anunciando la inminente jubilación. Dice Ana que se alegra por el merecido descanso de su progenitora, aunque pone un pero. «Para nosotros no ha sido solo una tienda, ha sido un punto de reunión de la familia y de los amigos, aquí quedábamos, aquí celebrábamos... ¿qué vamos a hacer ahora?», se pregunta.
Este enclave de referencia fue elegido este jueves pasado para dar una sorpresa a esta comerciante por herencia, pero vocacional. Se topó Beatriz con un escaparate plagado de carteles. 'Stop jubilación', 'Delicias en lucha', 'No al cierre de Bolsos Trini' o 'SOS pequeño comercio' fueron algunos de los lemas, entre el cachondeo y el cariño, que la dueña se encontró a su llegada.
¿Y ahora qué? «Pues a disfrutar de mi tiempo, de la familia», avanza Beatriz tras más de tres décadas con un horario partido, que le ha hecho pasar casi más tiempo detrás del mostrador que en su casa. Baja la persiana, pero no deja el barrio donde ha vivido siempre. «Hay gente que viene a darme un abrazo como si me fuera para siempre y ya les digo que nos veremos por la calle o en el súper», señala. Y manda un mensaje en general. «Suelen decir que el comercio es vida para una ciudad y es verdad; cuando a las diez de la noche vayamos por la calle sin la luz de los escaparates nos acordaremos del botoncito de Internet con el que ahora se compran las cosas», lamenta. Ella ha aguantado al pie del cañón hasta los 66 años. Ha llegado el momento de parar, pero siempre defenderá su sector. Un comercio de casa y con personalidad.
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