Valladolid

Martínez Marcos, una empresa familiar cuyo fundador falleció en junio: «Nos hubiera encantado que lo viera»

Don Eladio, el artífice del negocio, inició su actividad en solitario en Valladolid en 1963 dedicado fundamentalmente a la distribución de mercancías a granel por toda la geografía nacional. La buena marcha de la firma le llevó a convertirla en sociedad anónima poco más de dos décadas después, en 1986, «con un marcado carácter de expansión e innovación materializado en el fuerte crecimiento logrado durante estos años, así como en un tráfico muy fluido en España y en varios países de la Unión Europea», según indica Martínez Marcos en su página corporativa.

El siguiente salto cualitativo se produce en 1991, cuando la base se instala en su ubicación actual, el kilómetro 117 de la carretera nacional Burgos-Portugal, «una localización privilegiada» en la que cuenta con 25.000 metros cuadrados de terreno dentro del término municipal de la capital del Pisuerga. En 1995 construye «el primer lavadero de cisternas en Valladolid» y en 1996 consigue la certificación ISO 9000. La progresión al alza continúa y en el año 2000, «ante la necesidad de dar más cobertura a clientes y vehículos, abre otra sede y lavadero» en Torrejón de Ardoz (Madrid).

No sería la última, puesto que en 2005 se hace con Transportes Jerez, localizada en Arcos de la Frontera (Cádiz), y en 2006 levanta su sede de L'Arboç del Penedés (Tarragona). Ese último ejercicio logra asimismo la certificación de GMP+ (Good Manufacturing Practices Plus), un sistema de estándares internacionales que garantiza que una empresa cumple con todos los requisitos y condiciones necesarios en materia de seguridad alimentaria. En 2010 Martínez Marcos profundiza en esta misma senda del control de calidad y es evaluada según las directrices de SQAS (Safety & Quality Assessment for Sustainability), en 2015 añade a su red otro punto logístico en Picassent (Valencia) y en 2018 invierte en un nuevo sistema de gestión.

Fruto de esta buena evolución la compañía cuenta con dos centenares de vehículos 61 años después de su fundación, con los que «da servicio al sector agroalimentario e industrial a nivel nacional e internacional» en lo que se refiere al transporte a granel, algo en lo que se define como «un líder». A esto añade sus estaciones de lavado de cisternas y un servicio de aspiración de mercancías con maquinaria especializada para silos contaminados, vehículos dañados o accidentados, por ejemplo. De todo ello se encargan más de 200 empleados, a los que se sumarán los 50 que está previsto que desarrollen su trabajo en un futuro inmediato en el antiguo recinto fabril de Bimbo en la calle Pirita del polígono San Cristóbal.

De la gestión de la compañía se ocupan Carlos, Eladio y Miguel Ángel, los tres hijos varones del fundador, que dejó viuda a su esposa Adela Yuste y era además padre de dos hijas, Olga y Alicia, y abuelo de una decena de nietos. El nuevo paso adelante que supone la compra de Bimbo, que por unos pocos meses no ha podido ver, se da para «intentar seguir con el crecimiento de la empresa», en palabras de Carlos Martínez, quien sentencia que «tenemos mucho trabajo y mucho esfuerzo ahora por delante, trabajadores, empresa, todos». Y aboga por lo que les caracteriza y llevan a gala, «un perfil discreto», porque pese a ser los protagonistas de una información importante y muy esperada en Valladolid «nosotros no queremos ser noticia, no queremos mucho protagonismo».

Tanto es así, que prefiere no dar detalles sobre el perfil que deberán tener las personas que se incorporen a la plantilla de la compañía de transportes o las características de los puestos de trabajo que ofertarán a los ex empleados de Bimbo. «Mañana tenemos una reunión en la planta y será donde daremos toda esa información a los trabajadores y las explicaciones que nos pidan», sentencia el directivo de Martínez Marcos. A la espera de esos detalles, lo que se sabe es que el complejo se convertirá en «una plataforma logística de almacenamiento para alimentación con silos y cámaras frigoríficas, lavadero, talleres, cabina de pintura» y un parking al aire libre con capacidad para 300 camiones.