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Un barrendero «ejemplar» para la calle TorrecillaLlega José Antonio Rodríguez Gallardo algo nervioso a la cita. «No creo que haya hecho nada especial, únicamente cumplir con mi trabajo, pero la verdad ... es que es bonito que te reconozcan, ha sido una sorpresa», acota cuando se le pregunta por el homenaje del que está a punto de ser protagonista. Durante tres años, este peón de limpieza, ahora en la bolsa de empleo municipal tras haber expirado su contrato el pasado mes de noviembre, ha sido para vecinos y comerciantes de la calle Torrecilla y su entorno un barrendero «ejemplar». Un top en lo suyo.
«Por supuesto que no queremos desmerecer a ninguno de sus compañeros, pero es que esto nunca había estado tan bien como lo ha dejado él», confirma Marta Frechilla, portavoz de la asociación que agrupa a los negocios de la céntrica vía que une La Rondilla con el casco histórico. Atento a todas las solicitudes de los residentes y de los propietarios de las tiendas, dispuesto a solucionar los problemas higiénicos que detectaba en aceras, alcorques y recovecos y siempre con una actitud amable, José Antonio recibió este martes un sincero tributo por su dedicación: un trofeo configurado con un capazo y una escoba, al que acompaña una placa en el que se le agradecen los servicios prestados.
Su área de actuación comprendía no solo esta calle, sino zonas tan emblemáticas como Cadenas de San Gregorio, la plaza de San Pablo, San Martín... Él reside, sí, en Torrecilla, pero subraya que no ha puesto un especial empeño en dejarla como los chorros del oro por ser vecino. «Yo intento cumplir siempre con mi obligación con el mismo interés, también lo hice así cuando limpiaba en La Rondilla y Barrio España», apunta.
La representante del comercio destaca que, además de su condición de vecino, «su manera de ser ha ayudado mucho». «Al conocernos un poquito más a todos, nos atrevíamos a decirle: 'José Antonio ahí hay cristales o mira eso cómo lo han dejado'; esta es una calle súper sucia, porque tiene muchísimo tránsito y además nos comemos todos los contenedores de basura, porque alrededor, al ser casco histórico, no los colocan», explica.
Antiguo trabajador de Renault en Palencia, primero en tareas de limpieza y más tarde en la cadena de montaje, José Antonio comenzó a barrer las calles de Valladolid hace cinco años, los tres últimos en este entorno urbano. «La verdad es que es un trabajo que me gusta mucho, porque estás en contacto con la gente; es duro, porque hay que salir con lluvia, frío o mucho calor, pero creo que es una tarea imprescindible en una ciudad», reivindica al tiempo que aprovecha para reconocer la labor de todos sus compañeros de profesión.
En su caso, este peón de 60 años, que espera poder reengancharse en próximas fechas al servicio municipal, la tarea en su área de actuación es importante. «Es una zona de mucho movimiento, tanto de los vecinos de Valladolid que se mueven entre la zona norte de la capital y el centro, como de turistas que visitan el Museo de Escultura o San Pablo», reiteran Marta Frechilla y Leopoldo Herreros, uno de los residentes que ha promovido el homenaje. Mantenerla en perfecto estado de revista es la mejor carta de presentación para que los que visitan Valladolid se lleven una buena imagen de la ciudad.
Comerciantes y vecinos confían en que José Antonio vuelva a ser reclutado por el Servicio de Limpieza para seguir sus rutas de barrendero por las calles de la ciudad con su carro, el escobón y el recogedor. «Si lo destinan a Parquesol pues será una suerte para ese barrio, pero ya puestos y si se puede pedir, que nos lo vuelvan a poner aquí», recalcan los portavoces del comercio y el vecindario.
El reconocimiento a José Antonio ha coincidido con el final de las obras de embellecimiento de Torrecilla. Ambos colectivos agredecen esas mejoras, entre ellas la colocación de una miniplacita con bancos y unas jardineras junto al pasaje que conecta con San Gregorio, así como unas nuevas farolas ancladas a las fachadas, pero aún hay una importante asignatura pendiente.
En apenas cien metros de calle se acumulan 25 contenedores de basura, de los cuales nueve son de gran tamaño, «propios de la periferia», apunta Herreros. «Todo lo que hagan por la zona bienvenido sea; ahora nuestra lucha se centra en que nos quiten unos poquitos contenedores, porque para un lugar tan céntrico es una barbaridad los que hay. Es un entorno súper comercial y yo creo que nos lo merecemos», reclama Marta Frechilla.
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