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Hay dos palabras que a todos nos encantan: comida y gratis. Y más todavía, cuando van unidas. Valladolid es la ciudad de las tapas por excelencia, pero es que resulta que también es una ciudad ideal para «comer de gratis» por el precio de tres ... o cuatro cañas.
Hay bares en los que puedes escoger la tapa que tú quieras entre una gran variedad de opciones. Otros en los que cada día ofrecen un guiso o pincho diferente. Y también los hay que siempre ofrecen la misma tapa y que por ella han alcanzado fama en la ciudad.
Pero la pandemia y la inflación han obligado a los hosteleros a echar números. Han subido el pan, el aceite y la mayoría de los ingredientes ¿Acabará la inflación con la costumbre del tapeo gratis en Valladolid? El Norte ha recorrido algunas de las mecas pucelanas del pincho gratuito y ha comprobado que su supervivencia está asegurada. Muchos hosteleros han decidido mantener su calidad y apretarse el cinturón. Algunos se han visto obligados a subir los precios, pero apenas unos céntimos. Intentan aguantar el pulso de la inflación por seguir dando a sus clientes el excelente servicio al que les tienen acostumbrados.
El Corral del Rosarillo (Plaza del Rosarillo, 1)
En El Corral del Rosarillo, al igual que en El Corral de Comedias (c/Comedias, 2) la tapa es de tortilla de patatas con cebolla. Su terrraza siempre está llena con los clientes en busca de su tortilla «siempre calentita y rica».
«Aquí tenemos por norma que la tortilla se regala», presume Carlos García. Él y su socio, David Ricote, son conocidos en Valladolid como «Los reyes del pollo frito», por ser el plato estrella de sus restaurantes El Corral del Rosarillo (Plaza del Rosarillo, 1) y El Corral de Comedias (C/ Comedias, 2). En ellos, la tapa es de tortilla de patatas. (Con cebolla, por cierto). «Si alguien nos quiere comprar un pincho, no se lo vendemos. Es nuestra tapa y es gratis. Siempre está calentita y muy rica. Los fines de semana podemos hacer unas 20 tortillas aproximadamente. A veces hasta 35. Se ha convertido en un reclamo para el restaurante», prosigue este hostelero. «En febrero, después de tres años manteniendo los precios, hicimos una pequeña subida. En aquel momento no había estallado la guerra y no había tanta inflación como ahora. No descartamos volverlos a subir, porque nos hemos quedado cortos. Lo que tenemos muy claro es que, para nosotros, la tortilla es un regalo que no incrementa el precio de la caña (2 euros). El coste y el trabajo que lleva hacerlas lo asumimos nosotros», continúa.
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Su tortilla cautiva a sus clientes. Su terraza siempre está llena. «A medida que hemos ido creciendo, hemos aumentado la cantidad y ahora somos esclavos de la tortilla, no podemos dejar de ponerla», dice bromeando. «Valladolid no tiene la fama que tienen otras ciudades donde está más establecido lo de las tapas gratis, pero poco a poco se va estirando en ese sentido», opina.
Cervantes Tapas&Copas (c/Doctor Cazalla, 1)
«El guiso aquí es excepcional. El preferido es el arroz. Lo hacemos de muchos tipos», afirma el hostelero Julio Jubete. Pisto, salmorejo, arroz con liebre, potaje y otros platos de cuchara son habituales en su barra.
Los amantes de los platos de cuchara tienen una parada obligatoria en el Cervantes Tapas & Copas, (C/ Doctor Cazalla, 1). Lo dirigen Julio Jubete, Miguel Abril y Tomás González, que entre todos suman más de un siglo de experiencia en la hostelería. Allí la tapa gratis es arte, costumbre y religión. «Con la primera consumición damos una tapa gratis. Y con la segunda. Y con la tercera. No tienen ni que pedirla, que nosotros se la ponemos automáticamente», dice con guasa Julio. «¡Y siempre distintas! Aquí tomas tres cañas y has comido», recalca. Pisto, salmorejo, arroz con liebre o potaje son habituales en su cocina y en su barra. «El guiso es excepcional. El preferido es el arroz. Lo hacemos de muchos tipos», invita este hostelero, que reconoce que «está llevando muy mal» la creciente inflación. «Intentamos amoldarnos a la situación y para invitar a la tapa intentamos obtener descuentos de los proveedores. Es rentable dar un guiso gratis, siempre y cuando nos ayuden las casas comerciales», añade. Le gusta presumir de precios competitivos y asegura que «no han subido prácticamente nada» y que así «están tirando para adelante». Una copa de verdejo en este local del centro cuesta 1,60 euros, un Ribera 2,20 euros y la caña sale a 1,60 euros, con el regalo del guiso.
El Cerezal (Mercado del Val)
«Cada día ofrecemos diez o doce tipos distintos de pinchos y además un guiso. Hoy tocan garbanzos con callos. En invierno es lo que prefiere la gente», dice Pablo Gómez, que entre otros aperitivos ofrece sopa castellana y albóndigas.
Muy cerca del Cervantes Tapas&Copas encontramos El Cerezal (Mercado del Val). En su barra encontramos una amplia gama de bocados fríos o calientes con los que la boca se hace agua. Tras la barra está Pablo Gómez. «¿De tapita qué le apetece?», pregunta a cada cliente mientras sirve cañas. «Cada día tenemos diez o doce tipos distintos de pinchos y además un guiso. Hoy tocan garbanzos con callos. En invierno es lo que prefiere la gente», dice señalando una enorme cazuela. «Otros días sopa castellana, albóndigas… Cada día cocinamos una cosa y a los clientes les encanta. Es rentable ofrecer tapas gratis porque la gente se anima más a venir. Preferimos muchos pocos que pocos muchos», subraya.
10 céntimos por caña. Es lo que han tenido que subir para hacer frente a la inflación que acecha al sector. «Más que nada, porque nos lo han subido todo. Nos hemos visto obligados», dice mientras no deja de servir a sus clientes. «Las favoritas son la de sardina ahumada y la tosta de gambas con ali-oli, pero la que todo el mundo pide es la de tortilla de patata. También tenemos perritos y hamburguesas.
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La calle Estadio es un paraíso para aquellos a los que les gusta una caña y ser obsequiados con un manjar gratis. Los numerosos establecimientos que salpican esta perpendicular del Paseo Zorrilla son famosos por sus tapas 'por la face'. Allí encontramos la Taberna Black and White, un establecimiento que ha dado una vuelta de tuerca a las tapas gratis. «Somos el rey de la tapa», presume Vanessa Gómez. «Cada día hacemos 800 y los fines de semana 1.200. Algunos sábados tenemos cola de 10 minutos porque aquí con una o dos bebidas, comes». Su extensa carta de tapas gratis incluye más de 15 tipos de generosos montaditos que van cambiando de forma periódica. «Aquí el cliente elige y el preferido es el de tortilla campera. También tenemos de rabas, sardinas, atún con pimientos y hamburguesas. A mediodía damos un plato de arroz. Ofrecemos tanta variedad para atraer a más clientela. Es un reclamo», opina. La caña allí cuesta 2,10 euros, el corto es 1,30 euros y el café 1,50 euros. «Precios muy asequibles para los clientes. No podemos subir mucho los precios porque los sueldos de la gente no han variado. Los mantenemos para que puedan seguir viniendo a tomar su caña y su café, pero la verdad es que nosotros estamos soportando una subida de nuestras materias primas muy importante y lo estamos llevando mal», dice Vanessa, que tiene muy claro que esta generosidad con la clientela al final es rentable. «El margen es mucho menor, pero como vienen más clientes, lo compensamos. Nosotros fuimos los primeros de la calle en trabajar así y luego, poco a poco, se han ido sumando el resto de establecimientos. Esto atrae a más gente y al final es bueno para todos», opina.
Bar Zeus (calle Estadio, 2)
La caña son 2 euros y el café 1,30 euros con tapa a elegir. Elaboran tres tandas y pinchos y van cambiando «para que los clientes no se aburran». En su barra no falta el pincho de guacamole con atún o salmón entre una gama de elaboraciones que ofrece tortilla de patata, chorizo, pimientos, salchichas o bacalao.
A pocos metros de allí, en la misma calle Estadio, encontramos el bar Zeus, famoso también por el acompañamiento gratuito que ofrecen con la bebida. Sus propietarios los hermanos Olga y Domingo Gabino, cada día se esfuerzan por ofrecer una carta variada. «La caña son 2 euros y el café 1,30 euros con tapa a elegir. Hacemos tres tandas de pinchos y vamos cambiando para que los clientes no se aburran. Por las mañanas ofrecemos bocadillos para acompañar el café y para el vermú. Por la noche ofrecemos otro tipo de tapas más elaboradas, de cocina española y a veces con un toque mexicano, para que sean diferentes. Con las copas de la noche también ponemos un plato de frutos secos», cuentan estos hermanos.
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Un pincho que no falta en su barra es el de guacamole con atún o con salmón. A la gente le encanta. Es el que más se pide. También el de tortilla de patatas, de pimientos, de chorizo, de salchichas, bacalao. «Además, cada día tenemos dos guisos del día para que puedan elegir. Cuando hace mucho frío, les encanta disfrutar de su cazuelita de patatas con costillas», comenta Olga. «Con la subida de materias primas, nuestro margen de beneficios ha bajado, pero no se lo repercutimos al cliente. Para un negocio de hostelería, dar las tapas gratis puede ser muy rentable, todo depende de cómo lo enfoques», completa su hermano Domingo.
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