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No quieren caer en el pesimismo pero la realidad que se avecina en los próximos meses para el Banco de Alimentos de Valladolid es «incierta, complicada y con unas previsiones de que sigan aumentando las personas que necesitan de esta entidad» para tener garantizado el ... acceso a los 26 alimentos básicos que reparten cada mes a 5.000 familias o lo que es lo mismo a 15.000 personas.
De enero a julio, el gran distribuidor de productos frescos y en conserva que llena las neveras de miles de hogares incapaces de llegar a fin de mes ha detectado un incremento de 1.700 personas y las previsiones de cara al mes de octubre indican que seguirán aumentando, al menos en otras 500. «El año que viene seguirá creciendo el número de personas necesiten de los alimentos que repartimos», vaticina el presidente del Banco de Alimentos de Valladolid, Jesús Mediavilla.
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Lleva ocho años al frente y son 85 los voluntarios, en su mayoría persona jubiladas, que dedican su tiempo de forma diaria a gestionar, recibir y ordenar los alimentos que luego se distribuyen en cada uno de los 118 puntos de reparto activos distribuidos en capital y provincia en forma de asociaciones, parroquias, residencias o entidades que surten a los más desfavorecidos de productos básicos que les aseguren una dieta equilibrada.
Jesús mediavilla
Presidente del Banco de Alimentos de Valladolid
Superados los duros años de crisis sanitaria toca hacer frente a nuevas dificultades que atenazan la economía de miles de hogares que han propiciado el crecimiento de personas que recurren al Banco de Alimentos de Valladolid, solo en Cruz Roja (uno de esos 118 puntos de reparto) han notado un aumento de 700 personas en los últimos dos meses. Datos que son reflejo de una realidad con la que convive la sociedad vallisoletana desde hace meses; la carestía de la energía, de los precios de los alimentos, (como ejemplo en Castilla y León los precios han subido cinco veces más que los salarios), la pérdida de poder adquisitivo o la subida de las hipotecas.
Un conglomerado de factores que han propiciado que no solo recurran a la caridad los más desfavorecidos y que hacen al presidente recordar fechas complicadas como 1920 o la gran crisis de 2008. «Como sucedió entonces, la situación que vivimos también afecta a personas de clase media, estas cosas por lo general no se ven, pero están pasando», asegura Mediavilla subrayando ejemplos tan llamativos como preocupantes «como casos de familias en las que trabajan los dos pero con sueldos tan precarios y facturas y gastos que pagar que se ven obligados a recurrir al Banco, gente que viene con buena presencia, que pensamos que vienen para inscribirse como voluntarios pero que realmente viene a pedir ayuda, nunca hay que avergonzarse esto le puede pasar a cualquiera».
Y a la vez que aumentan las colas del hambre en Valladolid disminuyen las donaciones, «las familias se están apretando el cinturón, sobre todo después del verano», dice Mediavilla.
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Entre tomos y folios donde llevan un escrupuloso y detallado orden y control de las cuentas, de los productos necesarios, de los pedidos, de los usuarios o de las donaciones, estas últimas les preocupan especialmente. De enero a junio ya notaron un descenso del 13% de las donaciones de particulares y empresas y en los tres meses siguientes (julio, agosto y septiembre) se han mermado en un 80%, «el porvenir no está claro en este sentido y pedimos un esfuerzo solidario extra a las familias y empresas que pueden», destacan desde el Banco de Alimentos, ubicado en el Polígono de Argales.
Las estanterías están llenas y el suministro garantizado para octubre y noviembre en uno de los cinco bancos más solidarios de España.
Gracias a las donaciones garantizan el 60% necesario para llenar las estanterías de las dos grandes naves en las que almacenan los productos que reparten el 20% de las necesidades llegan a través de los fondos europeos (que entrega dos partidas anuales en abril y septiembre de unas 240 toneladas que se materializan en cubrir los 12 de los 26 alimentos básicos) y el 20% restante procede del Ministerio de Agricultura que envía de forma semanal toneladas de fruta y verdura fresca procedentes de toda España.
Tienen la vista y también la esperanza puesta en la campaña más importante del año, la de Navidad (que comenzará el 25 de noviembre y terminará el 6 de diciembre) con la que esperan que el Banco de Alimentos siga garantizando la alimentación de los más vulnerables y que aquellos que se han visto obligados por vez primera a recurrir a la caridad.
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«Nosotros no vemos el dinero se dona porque la gente deja el importe en caja y nosotros vamos comprando en función de las necesidades que tenemos en esos propios supermercados, la pandemia trajo consigo algo bueno, ya no hay operación kilo y con este sistema hemos logrado una mejor gestión de lo que vamos necesitando y lo ajustamos en cantidad a cada familia», aseguran desde el Banco de Alimentos que introdujo por primera vez el año pasado productos precocinados y platos completos listos para consumir que han contado con gran aceptación en su reparto. Hasta noviembre, y en vista de que es más que necesario debido a esa disminución drástica de donaciones, explican que se puede aportar cualquier cantidad «de forma online».
Mantienen la esperanza en la solidaridad y en la creencia personal de que esta crisis pasará igual de rápido que ha venido, «calculamos que para 2025 si todo va bien habremos alcanzado unos niveles de normalidad previos a la pandemia», finalizan desde la mayor despensa solidaria de Valladolid.
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