Bajo toldos y entre tapas: Valladolid no renuncia al vermut del Domingo de Ramos

La pausa de la procesión del Domingo de Ramos ha dado paso a un vermut que algunos ya se estaban tomando desde hace rato. Los hosteleros de la calle Cascajares, vía de paso procesional, han tenido que actuar con rapidez. En cuanto los pasos y cofrades han avanzado su marcha por la calle Regalado, han tardado minutos en montar las terrazas.

«Hoy ha sido diferente, hemos tenido que esperar casi tres horas más de lo habitual para abrir el bar y hemos montado las terrazas en express. Pero como siempre, un lujo la Semana Santa en Valladolid», aseguraba Paula Rodríguez, camarera de un local de la zona. Y el lujo es tener a profesionales como Paula que, a pesar de las circunstancias, su entrega ha sido clave para mantener la costumbre viva: bebidas y tapas comenzaron a circular con agilidad, manteniendo intacto el sabor del vermut dominical.

Una vez colocadas las sillas y mesas de las terrazas, han sido minutos los que han bastado para llenarlas de gente. «Solemos venir todos los años a ver la procesión del Domingo de Ramos y luego nos tomamos algo. Hemos venido también con los niños que ahora están comprando unas chuches en el quiosco», asegura Rosa Modino, quien disfrutaba de unas bebidas junto a unos amigos.

El Domingo de Ramos es una cita muy familiar. Los niños, que portan sus palmas con gran alegría, son los grandes protagonistas. Aunque, como admite Susana, «el vermut con niños es un poco estresante, se cansan de ver las procesiones, hay que traer plan B para ellos». Pero ese estrés se esfuma cuando la bebida de los vasos empieza a bajar y suben las conversaciones. «Te juntas con la familia, es un rato de desconexión», añadía.

La lluvia ha aparecido unos minutos. Sin embargo, no ha podido despejar las terrazas. La gente se ha acumulado debajo de los toldos y ha seguido disfrutando de sus pinchos y tragos.

Familiar ha sido también el vermut de Ezequiel Duque que, junto a su mujer y sus hijas, disfrutaba de unas croquetas al lado de la Plaza Mayor. «Es un día muy alegre y bonito. Ni la lluvia ni los paraguas nos han detenido», comentaba Ezequiel entre carcajadas.

Para los cofrades como Macarena Gómez, este vermut es un descanso necesario para coger fuerzas en la preparación y arranque de las festividades: «Hoy es el día en el que montamos todos los pasos y tenemos que preparar toda la semana, lo vivimos con muchas ganas e ilusión. Hoy, un poco tristes por la lluvia, pero contentos de que empiece la Semana Santa. Y el vermut siempre, no puede faltar».

Desde Madrid se han acercado Teresa Carredo y sus amigas: «Hay muy buen ambiente, buen vino y mucha gente. Estamos muy a gusto aquí». Con la excusa de celebrar una despedida de soltera, estas madrileñas han podido disfrutar de la ciudad en todo el esplendor que muestra en este día tan señalado.

Y, como cada año, los perros se han sumado a esta celebración en compañía de sus dueños. Pilar Velicia no falta nunca al vermut del Domingo de Ramos con ellos: «Con los perros no hemos tenido ningún problema, nos los llevamos a todas partes».

Un poco más tranquila estaba la Plaza de Martí y Monsó. Sus calles aledañas servían de paso para las personas que, tras la procesión, regresaban a casa. Un abuelo, de la mano de su nieto, portaba la palma que el niño ya se había cansado de llevar. Familias enteras ya procesionaban hacia sus casas, mientras otros muchos mantenían llenas las terrazas de la zona centro de Valladolid en este Domingo de Ramos.