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«Más que ayudarlos en casa, son ellos los que nos educan a nosotros»Empezar a estudiar con un método nuevo es fácil para quienes lo aprenden desde cero. Es decir, puede resultar fácil para los niños, porque se educan con esa base. Pero para el resto de generaciones la cosa no es tan fácil. Ni para los padres ... ni para los abuelos. En casa, la educación no descansa y claro, llegan los deberes y es el momento de ayudar a los hijos. Pero qué pasa cuando tienen dudas y el método no es el mismo que el que se enseñó hace ya décadas. «Cuando empezaron ves que todo es diferente, que calculan de otra manera. Nosotros solicitamos clases de apoyo para poder entenderlo. Ahora les ayudamos y aprendemos con ellos», explica Margarita Porras, madre de dos niñas que cursan segundo de Primaria.
David Pérez es uno de los primeros padres que tuvo que afrontar el cambio en la metodología. Su hija estudia en el cuerto curso de Primaria y pertenece a la primera generación del centro donde se implantó Singapur. «Al principio no lo conocíamos. Es una aventura nueva cada día, en casa les intentas ayudar, pero es diferente a como aprendimos nosotros. Cuando hacen la tarea son más ellos los que nos educan», relata. Los papeles se invierten. «Descartan tu método porque no lo entienden. Necesitan manipular, ver y razonar. Así aprenden, no entienden lo de memorizar porque sí», añade Porras.
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Es la parte manipulativa la que más llama la atención a los padres. «El trabajo con bloques, el desarrollo de las operaciones, como llegan a los resultados con esos razonamientos. Tienen una capacidad para resolver los ejercicios increíble», comenta Pérez. «Agrupar y desagrupar decenas forma parte del vocabulario de casa. Y da igual cubos en clase que garbanzos en casa», expresa Porras.
Los padres destacan la actitud que han adquirido sus hijos cuando se tienen que enfrentar a las matemáticas. «Los deberes son para ellos como manualidades. No les supone ningún trauma. Lo hacen rápido y ya está. Además se corrijen solos, se dan cuenta del error sin que se lo digas», agrega Porras. Y la motivación es el factor clave que ambos mencionan. «Cuando comenzaron con ello siempre piensas. Y esto qué es. Pero ahora el miedo ha desaparecido, incluso pensamos que el método puede venir bien a los padres. En el día a día, la técnica de desagrupar es bastante útil», añade.
Y los resultados también merecen la pena. Los dos padres confirman que tienen motivos para estar orgullosos de las notas en matemáticas. Buenas calificaciones que además se suman a los beneficios anímicos que notan en sus hijos, con la motivación como principal elemento a destacar. «Es en todo. Lo que cuentan de clase, luego en casa al hacer las actividades y en las calificaciones. Llama la atención que los deberes vienen marcados con que los terminen en casa si no lo han hecho en clase, lo que significa que muchos incluso ya los han hecho antes de salir», culmina Pérez.
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