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«Eso de que empezó de aprendiz en Fasa y ha llegado a director mundial de Fabricación y Logística de Renault ya está muy manido –interpeló este periodista a uno de sus colaboradores–, sóplame algo más desconocido». «Pero es que es algo que lleva muy a gala; él mismo lo cuenta siempre que puede y, además, define muy bien su personalidad». Lo que quiere decir es que no llegó a la plantilla del fabricante automovilístico como el enchufado de un jefe, sino como el hijo de un matricero que antes de trabajar en Fasa-Renault había tenido que emigrar a Brasil, donde nació José Vicente de los Mozos en 1962. Casi podría decirse que desde el primer momento este vallisoletano de orígenes familiares palentinos estaba destinado a recorrer mundo. Hoy, cuando se le visita en su despacho de presidente de Renault España en Madrid, llama la atención lo reducido de la estancia, donde lo más grande que hay es la pantalla para las videoconferencias y, claro está, él mismo con sus más de dos metros de altura. «En realidad pisa poco por aquí –comenta alguien que le conoce bien–, cuando no está en París, está en Ámsterdam (sede de la Alianza Renault-Nissan-Mitsubishi, de la que es vicepresidente ejecutivo y responsable de Fabricación) o de visita por alguna de las 39 plantas industriales del grupo».
De lunes a viernes, de la mañana a la noche, el último hijo predilecto de la ciudad de Valladolid desayuna, come, cena y respira automoción. Por si fueran pocas sus responsabilidades en Renault-Nissan, durante el año pasado y el actual las está compaginando con la presidencia de la patronal del automóvil en España (Anfac). En un momento en el que, como él mismo dijo, «el sector va a evolucionar en los próximos diez años tanto como en los 50 años anteriores».
Los sábados y domingos, intenta estar solo para su familia. Para su mujer, Ruth Conde, y para sus cuatro hijos. Para escaparse a la montaña o desaparecer en una pista de esquí. Para pinchar unos boleros o, a poder ser, para ver ganar al Real Madrid. Es un acérrimo de los que no se pierden una final de Champions.
Con un currículum que incluye desde una graduación en Formación Profesional, hasta una Ingeniería Aeronáutica, el que fue primer director general no japonés de Nissan Ibérica se confesaba en una entrevista en El Norte como «un hombre de gustos sencillos», a quien el placer que procura una buena botella de vino y una buena cena le parecen todo un vicio. «Soy católico y creo que hemos de ser honestos, ejemplares y servidores», puntualizaba a continuación.
Quienes han tenido que enfrentarse a una negociación con él al otro lado de la mesa conocen su capacidad para mantenerse inflexible y terminar haciendo prevalecer su posición. Salvó a Renault Valladolid de la ruina del Modus, del cierre mismo, y lo hizo a cambio de exigir unas concesiones a la plantilla que él entiende como «sudar la camiseta para seguir en Primera División». A nadie se le escapa que si hay un sector en el que el sistema capitalista despliega sus mayores exigencias, ese es el de la automoción. Cuando hace dos años desembarcó en Ávila para resolver la crisis de la planta de Nissan, planteó una solución novedosa que, a la vez, exigía un sacrificio salarial a la plantilla. Nadie puede decir que no hablase claro: «O se firma o se cierra. No es una amenaza, es la realidad».
Si hay algo que no puede ponerse en cuestión es su 'vallisoletanidad', que pasea y de la que alardea allá por donde va. La misma que le lleva a aceptar los más variados honores, desde el papel de pregonero de la Semana Santa, al de cofrade del Museo del Vino de Peñafiel, el doctorado honoris causa de la UVA, el cargo de diputado de la Cofradía de las Angustias o el de patrocinador de la Seminci.
Dice el reglamento de títulos honoríficos que el de 'hijo predilecto' se otorga a quienes «hayan destacado de forma extraordinaria por sus cualidades o méritos personales o servicios prestados en beneficio y honor de la villa y hayan alcanzado consideración indiscutible en el ámbito de lo público». Su nombramiento, a propuesta del PP por su «ferviente lucha en plena crisis por el mantenimiento de las plantas de Renault», fue apoyado por el PSOE y Ciudadanos, pero contó con el rechazo de Sí Se Puede y Toma la Palabra. Para la portavoz de los primeros, en las filas socialistas en las próximas elecciones, antes que otorgarle el título «habría que esperar a ver el final de su trayectoria», mientras que para la edil de IU De los Mozos «no está a la altura» de Miguel Delibes, Tomás Rodríguez Bolaños o Rosa Chacel.
En cierta ocasión preguntaron al directivo si tenía la impresión de haber triunfado en su tierra. Él se encogió de hombros y respondió:«No lo sé. Me gusta pasar desapercibido». Hace ya tiempo que tiene bastantes más posibilidades de lograr algo así en su Sao Paulo natal que en su querida Valladolid.
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