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Una labor silenciosa y esencial. La de evitar una avalancha de pacientes en las urgencias hospitalarias, la del control de los casos leves e ... identificación de las complicaciones, la de detección de aquellos con escasa clínica pero contagiosos igualmente. Pero también la de seguimiento de las altas hospitalarias, la de la contención emocional durante el confinamiento, la resolución de dudas y la atención presencial o telefónica de los problemas de salud ajenos al coronavirus. Y el papel de futuro de la Atención Primaria será aún mayor; se encargarán de identificar de la forma más prematura posible cada nuevo caso, hacer la prueba de diagnóstico, tratarlo, aislarlo e intervenir en su entorno para frenar un nuevo foco de contagio. Para contener la epidemia. Y para ello, cada centro de salud ha modificado su funcionamiento, sus circuitos para separar infecciosos del resto de enfermos, sobre todo sus crónicos y mayores.
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La mayoría de los casos de coronavirus son leves y se resuelven con paracetamol y reposo; pero controlados. Los moderados y graves, en torno al 15%, requieren asistencia hospitalaria y suelen dar tal salto de gravedad hacia el séptimo día que requiere hospitalización. Es cuando el cuerpo decide defenderse de forma exagerada contra esa proteína y se produce una gran inflamación de diversos órganos y fundamentalmente del sistema respiratorio. El empeoramiento es rapidísimo y drástico. Al principio de la pandemia, los casos llegaban casi directamente al hospital, a sus urgencias, a través del 112 en ambulancia. El criterio para considerar caso covid era siempre con prueba PCR y la sospecha clínica no era suficiente. Desde el 14 de marzo, todo síntoma compatible con esta enfermedad era covid y así abrió la posibilidad de mejorar la contabilidad de afectados con el registro informático de Primaria, el Medora, que aunque pueda sumar casos que en realidad no son de coronavirus, se acerca mucho más a la realidad epidemiológica. Después se abriría la posibilidad de que el médico de Familia demandara la prueba de diagnóstico, al principio muy escasas y, en el futuro, tendrán que ser simplemente las suficientes para determinar todos los casos y hacerlo desde el centro de salud. Es su reclamo.
Poner números en Primaria no es tarea fácil; aunque considerando los casi 53.000 casos –cada día aumentan– que registra Medora –los aún activos rondan los 20.000– y restándole los 9.313 que han terminado en el hospital, aunque algunos inicialmente lo hicieran directamente, dejan el saldo claro de más de 43.600 pacientes atendidos en Primaria, contenidos por este primer nivel asistencial.
Aunque no hay estudios autonómicos ni de Sacyl ni de la sociedad científica SocalemFYC que concrete a cuántos casos se ha tenido que enfrentar de media cada profesional –médico y enfermero fundamentalmente– de covid en este tiempo en la región, ni qué actividad asistencial presencial y telefónica han desarollado en este par de meses últimos, algunos datos arrojan cierta luz. La citada organización profesional sí tiene un estudio nacional con participación de Castilla y Léon. Hace referencia al millón de habitantes españoles atendidos en este primer nivel asistencial y cifra en 146.856 la atención vía telemedicina, en 49.820 la consulta tradicional y en 18.137 las de respiratorio, el 36,41%. Supone una media de tres o cuatro pacientes diarios por facultativo con sospecha de covid de forma presencial y una visita a domicilio. Una media de 36 pacientes enfermos por cupo.
En Castilla y León, y en Valladolid, los médicos de Familia de zonas urbanas relatan haber llegado a 40 en algunos casos y bajan a unos 10, aunque depende mucho del tamaño del pueblo, en los de las zonas rurales. Con respecto a la falta de datos e información para conocer mejor la pandemia, Eduardo Lamarca, presidente de SocalemFYC, destaca que «es uno de los puntos que vamos a exigir, el uso de datos de consulta respetando la Ley de Protección obviamente, nos da información útil y lo contrario genera desconfianza en el sistema y en las cifras que nos trasmiten. Desde algunos estamentos de la Administración sanitaria se ponen enormes dificultades para que los trabajadores faciliten datos e incluso con amenazas. No es general pero se está dando».
Carmen González Vielba es médico de Familia y coordinadora del centro de salud Delicias II, conoce bien, de cerca, a los pacientes con covid. Su centro contabiliza 374 afectados –248, activos–, es decir, una tasa de casi el 2%. Hay médicos que han llevado 30 y 40 afectados.
Carmen y Raúl Vergaz, enfermero, ya están acostumbrados a la visita 'disfrazados' en las casas de sus pacientes. «Al que le toca salir, ve todos los casos del centro, así se aprovechan mejor los Epis; pero tienes que ir, que auscultarlos, que verlos... para valorarlos. Ayudarlos con la organización de la casa y el aislamiento interno. Los pacientes lo agradecen mucho». Y en cuanto al miedo, «hay de todo; algunos están tranquilos, claro tiene que ver con cómo se encuentran, y si los mandas al hospital sí se asustan bastante», explica esta médico vallisoletana. «Hemos tenido algún fallecimiento también y muchos casos al principio de personas de etnia gitana que se habían contagiado en el culto. Se han recuperado bien».
Y hemos seguido con los pacientes habituales, «alguno no quiere salir ni loco de casa; aunque le expliques que a donde va, el centro está limpio».
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