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La flecha amazónica de Amazon se ha convertido en una sonrisa:basta un solo trazo en la comisura de la línea para conseguirlo. Esa nueva boca luce en el escaparate de la librería Campus, en la plaza de San Andrés: «'Ama tu zona'», reza ... el letrero, después de añadir tres letras al nombre del supergigante de Internet. «Ama tu zona. Compra en tu barrio y que el que sonría sea tu vecino», dice el cartel. «El comercio de proximidad da vida a tu ciudad», puede leerse a la puerta de varios establecimientos de las calles Cervantes y Merced. «Apoya el comercio de barrio», sugieren otros carteles impulsados por asociaciones vecinales de La Rondilla y Caño Argales.Las tiendas de barrio se reivindican en sus escaparates frente al comercio 'on-line' con iniciativas que se han redoblado en los últimos meses, espoleadas por la pandemia y sus consecuencias.
Adrián tuvo una idea durante aquella duras semanas de confinamiento de la pasada primavera. Se puso delante del ordenador y diseñó unos carteles (en varios colores y diversos logotipos) para animar a sus vecinos a comprar en las tiendas de su barrio. Una percha, una sandía, una llave inglesa, una longaniza, una barra de pan se convirtieron en símbolos para promocionar el comercio de proximidad.
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Su madre, Teresa García, presidenta de la asociación vecinal Caño Argales-San Andrés, le cogió la idea. Quería utilizar esos carteles para promocionar el comercio de la zona. «Era el momento ideal. Muchos comercios habían tenido que cerrar durante semanas. Había tiendas que reabrían después de más de dos meses sin ingresar nada. La asociación cuenta todos los años con una subvención para organizar todo tipo de actividades y, con la pandemia, tuvimos que suspenderlas. Así que decidimos que ese dinero serviría para la cartelería (se imprimieron doscientos ejemplares y aún hay alguno disponible)», cuenta Teresa.
Esos carteles se han repartido ahora por el entorno, y colectivos de otras zonas adoptaron también la campaña. ¿Por qué? «Si no hay comercios en el barrio, no hay barrio. Tener tiendas cerca es lo que da vitalidad a una calle. Es triste ver cómo cada vez hay más carteles que ponen 'se vende', 'se alquila', 'se traspasa'. Da mucha pena cuando baja la verja de un negocio, incluso en las calles tradicionalmente comerciales. A veces, ves gente que se acababa de instalar, que tenía toda la ilusión, y que cierra a los pocos meses sin que le haya dado tiempo a respirar».
«El apoyo al comercio siempre ha sido uno de los objetivos de las asociaciones vecinales», asegura Miguel Ángel Niño, deLa Rondilla. Allí tienen sus propios carteles de apoyo al comercio de proximidad. «La idea es invitar a consumir en el barrio, que el dinero revierta en tus vecinos. Esto es una cadena: el peluquero, el confitero, el frutero, el de la tienda de ropa también vive en el barrio. Y dejar dinero aquí ayuda a dar vitalidad a la zona.Y seguridad también. Una calle con comercio es una calle más segura», dice Niño.
«Cuando compras en Internet, en Amazon o en las grandes cadenas comerciales, el dinero de los vallisoletanos sale de la ciudad para no volver jamás». La frase está en uno de los carteles que trufa las paredes de las calles Cervantes y Merced, desde la Circular hasta la plaza de Santa Cruz.Puede verse junto a bares, tiendas de deportes, librerías. La idea surgió en el herbolario y tienda de dietética Natura Medicatrix. José Antonio Moreta, al frente del negocio desde hace cinco años, ideó el texto:«Es puro sentido común. Hay que pensar un poco más en la propia ciudad. Si compramos aquí, el dinero circulará más y eso beneficiará a todos. La gente tiene la idea de que Internet es más barato y no siempre es así», asegura Moreta, quien ofreció el cartel a otros negocios de la zona.
José Toquero lo cogió con gusto y lo colgó delante de la tienda de deportes que abrió hace 27 años en la calle de la Merced. «Hay que intentar hacer ver a la gente que el comercio local ofrece muchas más ventajas que las compra a través de Internet». Toquero destaca la profesionalidad del vendedor, la capacidad de asesoramiento, la posibilidad de comprobar 'in situ' la calidad, las tallas de los productos. «Tenemos mucho 'stock'. Ysi se necesita algo, se puede pedir y en apenas 24 horas está en la tienda», cuenta antes de insistir en que: «Si yo cierro, habrá 40 distribuidores que también se verán afectados».
«Después del confinamiento se ha notado una implicación mayor con el comercio del barrio, se ha puesto algo de manifiesto la necesidad de ayuda de unos a otros», apunta David Iglesias, de la librería Campus, quien conoció el diseño del cartel que luce en su tienda a través de un comercial de la editorial Plaza&Janés. «No sé cuánto durará, pero sí que se percibe ese apoyo mutuo», cuenta Iglesias. «En mi sector, el del libro, el precio está regulado.Al cliente le cuesta lo mismo una novela aquí que en Amazon o en la FNAC. Algunos todavía se sorprenden, pero en precio también somos competitivos», destaca Iglesias.
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A pesar de todo, la situación no parece sencilla. No es fácil competir con gigantes que cada vez copan más cuota de mercado. Las ventas a través de Internet se han duplicado en los últimos cinco años. En el tercer trimestre de 2020 (datos disponibles más recientes)generaron un volumen de negocio de 12.800 millones de euros en todo el país. En el primer trimestre de 2017, cada vallisoletano se gastaba, de media, al mes, 63,9 euros en ventas a través del comercio electrónico (viajes, ropa, libros, entradas para espectáculos o billetes de tren, electrónica...). En el verano de 2020, esa cifra rondaba los 90 euros, según datos de la Comisión Nacional del Mercado de las Comunicaciones.
«El comercio 'on-line' es algo irreversible y lo que tenemos que conseguir es que las tiendas de proximidad también vendan por Internet. Hacer atractivas las ventajas del comercio local, que es un sector fundamental para la economía de la ciudad», asegura Charo Chávez, concejala de Innovación y Promoción Económica.
El Ayuntamiento ha puesto en marcha varias iniciativas en este apoyo al comercio de proximidad. «Hemos impulsado una aplicación móvil, a través de estudios de logística de distribución urbana, para aprovechar mejor las zonas de carga y descarga. También con medidas para la transformación digital, con formación específica para que cada vendedor posicione sus productos de referencia en una plataforma 'on-line'», indica la concejala.
De momento, Valladolid no estudia soluciones como las que maneja el Ayuntamiento de Barcelona, donde se ha planteado la creación de una 'tasa Amazon', que recaude dinero a partir del reparto a domicilio de las compras 'on-line'. ¿Cómo piensa hacerlo? La idea es gravar «la ocupación de dominio público que estas empresas realizan de forma intensiva». Para ello, se cobraría por el estacionamiento regulado en la vía pública para la entrega de los paquetes a consumidores (no a productos entre empresas). Es aún una idea embrionaria, pero el Ayuntamiento de Barcelona quiere reservar espacios concretos de carga y descarga para estas empresas logísticas vinculadas con negocios que tengan «como negocio principal la venta 'on-line'». Ydeberán pagar por usarlos. El dinero obtenido iría destinado al impulso de la digitalización del comercio minorista, asegura el Gobierno de Ada Colau, quien matiza que la tasa «no afectaría a vehículos de menos de cuatro ruedas ('riders' y motos), autónomos, transportistas y entregas de paquetes en puntos de recogidas». El problema que ya se ha planteado es que esta tasa no podrá limitarse solo al comercio por Internet, sino que al final se extenderá a aquellas empresas que realizan entregas a domicilio.
«Aquí no nos lo planteamos», asegura Chávez, quien sí que adelanta otras ideas para apoyar al comercio de proximidad. Entre otras, el Consistorio vallisoletano estudia la creación de unas consignas públicas (se baraja la posibilidad de que estén ubicadas en viejos quioscos sin uso) para que los clientes puedan dejar las bolsas mientras se compra en otros comercios (está la posibilidad de que varias de esas consignas sean espacios de frío, también para productos frescos).
Además, cada vez son más los comercios que lucen en sus escaparates pegatinas o carteles con su número de 'Whatsapp' en gigante para favorecer los pedidos a través del teléfono.
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