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Alicia y su mensaje de vida: «Y al cáncer, que le den»Era martes, 6 de octubre, cuando el médico le dijo que su enfermedad no tenía cura, que para su cáncer de mama metastásico no había solución. «Es raro, pero yo salí contenta de la consulta», cuenta Alicia Pastor Chico (Valladolid, 1974), mujer de sonrisa dulce, de hablar pausado, voluntad de hormigón. «No me dijo nada que me sorprendiera. Yo ya sabía que esto era malo, me esperaba lo peor. Mi miedo era que no tuviera tiempo». Que le pusieran una fecha límite, que establecieran un plazo, que se fijara un hasta aquí. «Solución no tiene», le dijeron. «Pero tratamiento sí». Y ella se agarró a la adversativa como si le fuera la vida en ello. Porque le iba la vida en ello.
«Me vale», contestó.
Y entonces salió de la consulta en el Hospital Clínico. Contenta, recuerda. «Mis padres estaban abajo, esperando. Tengo cáncer, les dije. Pero hay tratamiento. Se puede cronificar», explicó. «Luego ya sí, luego es cuando te da el bajón. Pero en ese momento, saber que había un tratamiento me ayudó». Han pasado tres años, con sus días malos y sus noches peores. Con sus alegrías y sus bajones. Con sus dolores y su recuperación. Tres años que han cambiado para siempre la vida de Alicia.
Tuvo que dejar su trabajo en Renault (incapacidad permanente) y ahora tiene que estar pendiente de pruebas, de medicinas, de revisiones. De cómo responde su cuerpo a tantas preguntas que se hizo cuando le diagnosticaron la enfermedad.
Alicia es una de las tres integrantes de la asociación española de cáncer de mama metastásico que viven en Valladolid. «Éramos seis. Desgraciadamente, en los últimos meses han fallecido tres». Con ámbito nacional, formado exclusivamente por pacientes, el colectivo quiere dar visibilidad a esta enfermedad, «empoderar a las pacientes», insistir en que, aunque la tasa de supervivencia ha mejorado mucho, todavía queda un largo camino de investigación. Y para eso hace falta voluntad política, inversión pública, apoyo privado, implicación social.
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Este jueves día 19 se conmemora el día internacional contra el cáncer de mama. El pasado viernes, el de cáncer de mama metastásico, aquel en el que las células dañinas se han extendido a otras partes del cuerpo (en especial los huesos, los pulmones, el hígado, el cerebro). «El cáncer tiene muchos apellidos. El de mama también. Y el metastásico requiere de una atención específica», indica Alicia, quien reclama mayor celeridad en la adopción de tratamientos experimentales, unidad territorial en la respuesta sanitaria, «que los medicamentos lleguen a todos los municipios, sin que se haga diferencias entre comunidades autónomas o con el medio rural. Aquí en Valladolid estamos bien, pero hay determinados lugares a los que no llegamos. Para algunos ensayos clínicos o tratamientos concretos tenemos que ir a Madrid», explica Alicia.
Su vida comenzó a cambiar antes de aquel 6 de octubre de 2020 en el que un médico le puso nombre a la enfermedad. El verano anterior, el de 2019, le hicieron una mamografía, «el cribado de los 45 años», y algo hizo levantar la ceja de los sanitarios. El pecho derecho se mostraba «un poco granuloso» y había que hacerle un seguimiento. «Me dijeron que volviera a los nueve meses para una nueva prueba, por si acaso».
Alicia Pastor
Asociación contra el cáncer de mama metastásico
Pero le tocó de lleno la pandemia. Llegó el confinamiento de la covid, con los hospitales saturados y muchos servicios bajo mínimos. «Fui al médico de cabecera, me pusieron como prioritario, pero nadie me llamaba», recuerda Alicia. Le dolía el pecho. «Corre por ahí la leyenda de que si te duele no es cáncer, pero a mí me dolía. Al final, se me quedó como una 'cookie', como una galleta». Y a ese dolor le llegó otro más, «por las abdominales, el vientre, toda esa zona».
Alicia fue dos veces a urgencias. Le hicieron radiografías, analíticas, «no vieron nada raro». «Yo les decía, tengo un pecho mal, ¿no tendrá algo que ver? Y me respondían que no, que tomara antinflamatorios». En septiembre de 2020, una compañera del trabajo le animó a ir a una clínica ginecológica privada. «En cuanto la ginecóloga me vio el pecho, lo tuvo claro». Directa de nuevo al Clínico. Ahora ya sí: resonancia, biopsia, mamografía ósea. «Y entonces vieron que ese dolor que yo tenía no era muscular, claro. Había múltiples metástasis óseas». Y entonces llegó aquel 6 de octubre, aquella consulta con el oncólogo en el que le diagnosticaron el cáncer de mama metastásico con el que ha tenido que aprender a vivir.
A vivir.
«La gente lo dice mucho y tú no le haces caso. Eso de que hay que vivir el día a día, de que hay que exprimirlo como si te fueras a morir dentro de un año». Y es verdad, claro. «Todos nos vamos a morir». Pero cuando lo ves de cerca... «Cambias por completo tus prioridades». Alicia ya no está tan pendiente de los calendarios, de las agendas apretadas, por fin dejó de mirar el reloj. «Hay que focalizarse en lo que tenemos. No en lo que tendremos o lo que hemos dejado de tener. Hay que agradecer lo que somos hoy, en este momento», dice.
Cuenta que el 'mindfullness' le ha ayudado, que su hijo Pablo (ahora 15 años) tiene su armario lleno de mensajes motivacionales, que su marido, Miguel, se ha convertido en su mayor apoyo. Se conocieron en 1996, se casaron en 2004, la enfermedad de 2020 les ha mostrado una nueva faceta de su amor. Miguel ha dejado su trabajo en la banca. Sigue como profesor asociado en la UVA, pero ha decidido perder el miedo a lo que no debería dar miedo. «El trabajo pasa a un segundo plano. Lo económico incluso también. Hay relativizar todo, menos lo que verdad es importante. Y ahora el foco está en ella», cuenta Miguel, con Alicia a su lado, los dos con una camiseta en el que lanzan un claro mensaje al cáncer: que te den.
Su caso «no es de los más agresivos», pero el susto siempre está a la vuelta de la esquina. Hace unos meses, se desvaneció mientras caminaba por su barrio, La Victoria. Le hicieron pruebas. Le detectaron metas en el cerebro.Le cambiaron el tratamiento. La situación, afortunadamente, se ha vuelto a encarrilar.
«Esta enfermedad tiene alguna cosa buena», dice Alicia. Pero uno, de entrada, es incapaz de verlo. ¿Qué puede tener de bueno el cáncer? «Valoras mucho más a quienes tienes al lado». «Hay gente que pensabas que estaba ahí, contigo, y que en realidad no lo estaba tanto. Y otros, a los que no veías tan a menudo, y que se han volcado para apoyarte, para ayudar».
«Es verdad que a veces es difícil saber cómo actuar. Hay gente que me dice: 'Venga, que ya queda menos'. Y a mí, que tengo tratamiento de por vida,eso de ya queda menos...», cuenta Alicia con su sonrisa, con menos pelo, con las ideas claras. «Los médicos tienen que incidir en una oncología integral, no solo el tratamiento, sino también atención a la nutrición, el deporte (he perdido mucha masa muscular), el bienestar psicológico». «Con el cáncer he aprendido a priorizar, a no llevarme disgustos por bobadas, a vivir el día a día, sí». A vivir.
Cómo colaborar. La asociación contra el cáncer de mama metastásico recoge donativos en la cuenta de La Caixa ES82 2100 0727 8502 0041 8689
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