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El albergue se reenfoca para atender las 24 horas a los sin hogar y asiste a 533 personas este añoCuando las temperaturas alcanzan valores mínimos, el albergue de Valladolid, ubicado en la calle Extremadura, junto al puente de Condesa Eylo, alcanza los máximos de afluencia. Una situación excepcional prevista por el Ayuntamiento. Cuando el mercurio baja de los cero grados se aplica el protocolo ... contra la ola de frío. Una actuación que consiste en dotar de camas extra los espacios comunes. Durante el año el albergue dispone de 62 plazas, pero en esta situación extraordinaria se ampía hasta las 87. Este protocolo invernal se aplica unos sesenta días al año.
Un método de actuación contra el frío que incluye la compra de sacos de dormir para quienes no quieren acudir al albergue. Rodrigo Nieto, concejal de Personas Mayores, Familia y Servicios Sociales, explica que es en esas fechas es cuando más hincapié se hace con estas personas para que acudan al albergue y puedan dormir bajo un techo, ya que «no hay lista de espera». Según relata el concejal, suelen ser gente que tiene problemas de adicciones o de salud mental, por lo que el ayuntamiento en ningún caso tiene potestad para obligarlos a ir a ningún lado, «la ley no te permite obligar a alguien a dormir en un centro». Pero, asegura, están perfectamente localizadas y se les atiende «todos los días o al menos varias veces a la semana».
Intras y Cruz Roja son las entidades encargadas de repartir los sacos de dormir entre todas aquellas personas que optan por dormir al raso.
En lo que va de 2024, el albergue ha dado cobijo a 533 personas, de las cuales 436 han sido hombres y 97 mujeres. 178 han sido españolas, 46 procedentes de países de la Unión Europea y 309 de países extracomunitarios. «Está casi siempre lleno, suele haber una o dos plazas libres porque hay cierta rotación en el albergue», explica Félix Moro, director del área de Servicios Sociales.
Félix Moro indica que hay muchos más hombres que mujeres y que esto es algo habitual todos los años. En el caso de las mujeres, especialmente aquellas que son víctimas de violencia de género y se ven abandonadas o sin hogar su ayuda no forma parte del ayuntamiento «cuando se detecta un caso de violencia de género de cualquier tipo, hay unos recursos específicos para mujeres muy potentes, además de una inversión muy importante de la Junta de Castilla y León en centros de atención o casas de acogida, no entran en el programa de personas sin hogar», señala Nieto.
En cuanto al perfil de usuarios del albergue, ha cambiado mucho desde que se abrió, en 1999. Por entonces, las personas a las que atendía eran hombres españoles de mediana edad que permanecían en la ciudad dos o tres días, aunque también se prestaba servicio a personas mayores sin recursos o con algún tipo de adicción, generalmente al alcohol. «No era un perfil de inserción social», apostilla Moro. Ahora, sin embargo, se trata de personas con problemas de salud mental o adicciones, pero la labor del albergue incluye un gran trabajo de intervención social por parte de los trabajadores sociales. «Se trabaja en un itinerario en el que progresivamente pueden salir de esa situación o acudir a un piso. En definitiva, salir del circuito de personas sin hogar y poder vivir de forma normalizada», explica el responsable de Servicios Sociales.
También se presta ayuda a personas extranjeras que permanecen en la ciudad «y que están incluidos en algún programa de inserción social», apunta Rodrigo Nieto. Se trata de ayudarles y «ordenar un poco por dónde pueden ir en un futuro, porque en ocasiones no tienen ni documentación».
Un perfil menos habitual, aunque también presente desde la pandemia, es el de personas que acabaron en la ruina por una serie de malas decisiones, pese a partir de una situación acomodada. «Aunque no son el perfil habitual de este centro, porque no es una residencia», señala Félix Moro.
El anterior equipo de gobierno trasladó el albergue del Hospital Militar al barrio de La Victoria de manera temporal. Sin embargo, se ha decidido que este establecimiento se asiente como centro de referencia. El proyecto pasaba por ampliar el espacio de Hospital Militar, lo que obligaba a trasladar la parte de salud laboral a las Francesas. El problema, según señala el concejal, es que este espacio no cumple con los requisitos, así que Salud Laboral se queda en el Hospital Militar y el albergue, en lo que era su emplazamiento provisional. Aunque tal y como explica el edil, aunque se reformara el anterior centro, habría menos plazas que en el actual, y «no sería responsable» pasar «de 62 plazas a cincuenta». Por eso, aclara, han optado por quedarse «en la ubicación actual y renovar ese espacio poco a poco».
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«Además, el edificio del Hospital Militar es de la Junta, que nos lo cedió para uso social y actualmente ha mostrado interés por recuperarlo y nos ha solicitado que se lo devolvamos», advierte Nieto.
En el espacio actual se han reformado este mismo verano la calefacción y el aire acondicionado. Como señala Félix Moro, en su uso inicial era un centro residencial de estancias temporales, por lo que estaba preparado para alojamientos. Pero sin duda, la gran novedad del centro reside en las funciones que cumple. «Está abierto 24 horas, es un centro de día y hay actividades, itinerarios de inserción social e inserción laboral para todas las personas». Unas actividades que en gran parte son impartidas por Intras y que cada año se intentan ampliar lo máximo posible. «Al final, lo que se busca es que puedan tener una buena salida, que obtengan una formación y se les pueda orientar laboral y socialmente», incide Rodrigo Nieto.
Quien no tiene cabida en el albergue son los violentos. En el albergue existen unas normas y quienes no las cumplen «se les restringe el acceso durante un tiempo determinado». Como señala Moro, las personas que viven en el albergue son «muy frágiles y no pueden vivir en tensión pensando que el vecino te puede agredir».
Antes de 1999 a las personas sin hogar se las ubicaba en pensiones. El albergue, en sus inicios, se abría solo por las noches, en horario de 22:00 a 8:00, pero era en unas condiciones muy precarias, pues se trataba de antiguos barracones. En 2005 se realizó la primera gran reforma para adecuarlo a las «condiciones mínimas de atención», señala Félix Moro. Otra de las figuras importantes eran los comedores sociales, en un principio en la calle Echegaray, servicio que se transfirió de la Junta al Ayuntamiento en 1997. Posteriormente el Ayuntamiento reformó las instalaciones de la calle Arzobispo José Delicado y cambió los bocadillos por un modelo de comida y cena en el comedor con desayuno en el albergue, que cambió a raíz de la pandemia. En 2020, se planteó abrir el centro integrado de atención a la dependencia. Se aprovecharon las estancias existentes para que la gente del albergue realizara allí el confinamiento. Y de aquello se pasó al planteamiento de atender a las personas sin hogar las 24 horas del día.
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