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Carlos Vara Thorbeck. Catedrático de Cirugía
Martes, 16 de mayo 2023, 19:44
Ayer, víspera de San Isidro Labrador, moría el Hermano Salvador Alonso, con 97 años recién cumplidos.
Tras el último verano, como había hecho otros años, pasé por Bujedo para charlar un poco con él. Era el mes de septiembre, y dedicó un buen rato a ... enseñarle a mi mujer, con gran entusiasmo, las novedades del monasterio de Bujedo que tan bien conocía.
Comentamos después su extraordinaria vitalidad y algunos detalles de su carismática personalidad.
Era un maragato recio, al que le gustaban los sobaos pasiegos, porque le recordaban sus típicas mantecadas de Astorga. Muchas veces habíamos discutido sobre cual era realmente la capital maragata, Astorga o Santa Colomba de Somoza. En esta última pasé yo algunos veranos de mi infancia y juventud, en casa de mi tío Vicente.
El Hermano Salvador fue mi último maestro en el Colegio de Lourdes, y digo bien maestro, y no profesor, teniendo en cuenta que solo algunos, pocos, profesores alcanzan la categoría de maestro.
Maestro es únicamente aquel que sabe despertar entre quienes le escuchan la vocación por aquello que él enseña, el que consigue que su impulso creador tenga potencia suficiente para perpetuarse en la obra de sus discípulos.
El Hermano Salvador logró trasmitirnos con su entusiasmo una verdadera pasión por la Historia y por el Deporte. Mis compañeros Pepe Martínez, que llegó a ser capitán del Málaga Club de fútbol, y Santiago Dalmau, que ostentó varios records de 100 metros lisos, son buenos ejemplos de ello.
Siendo Perfecto de Mayores, nunca se vio obligado a imponer las normas con medidas disciplinarias. Y no era nada fácil, entre aquellos 450 alumnos internos de juventud desbocada. Muy al contrario, logró entusiasmarnos a todos en un proyecto común, por ejemplo, cuando se trató de organizar la celebración de las bodas de diamante del Colegio.
Lamentablemente, un año después el Hermano Provincial lo destinó a Roma y nos quedamos sin un gran profesor y un inolvidable amigo. A la vuelta de Italia, lo nombraron director del escolástico de Bujedo, y así, lo que nosotros perdimos lo ganaron los novicios.
En 1963 se convirtió en Hermano Provincial, cuando nosotros ya habíamos abandonado las aulas del Colegio de Lourdes.
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Allí nos habíamos formado, bajo su batuta y con la colaboración de otros muchos Hermanos, como el Hermano Alberto, gran profesor de Latín, el Hermano Francisco, excelente profesor de Física, o los hermanos Eduardo, Damián, Matías, Heliodoro, severo perfecto, Julián Pinedo, Eulogio, Prudencio (al que el Hermano Salvador salvó de morir ahogado en el río), y el Hermano Marcos. Este último, gran amigo de mi padre, siempre fue jefe, unas veces como Provincial y otras como Director del Colegio.
Es triste quedarse sin referentes, pero estoy seguro que desde allí arriba seguirán echándonos una mano. Descanse en paz, Hermano Salvador.
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