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La bodega Cuatro Rayas no solo trabaja en la elaboración de vino. Pretende también esmerarse en el cuidado del campo y el bienestar de quienes habitan en él y, así, lleva años comprometida con la sostenibilidad del entorno bajo una filosofía propia que denominan 'green & ... social'. Consiste en la búsqueda de un equilibrio entre la rentabilidad, el valor y la mejora de las condiciones de vida ambientales y sociales del medio rural en el que desarrollan su actividad.
–¿Qué les movió a realizar la instalación?
–Las energías renovables eran una respuesta idónea a nuestro interés por encontrar fórmulas que fomentasen el ahorro energético tanto en términos de costes como impacto en el entorno natural.
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Ángel Blanco Escalona
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–¿Qué características tiene esencialmente y qué parte de vuestras necesidades cubre?
–La infraestructura tiene como fin aportar energía fotovoltaica a los dos centros de trabajo de la cooperativa en La Seca, que acogen las dependencias necesarias para las operaciones de elaboración, producción, embotellado, almacenaje y logística de nuestra bodega. Con este proyecto hemos optimizado el suministro energético de Cuatro Rayas y hemos minimizado la dependencia de combustibles fósiles. El parque solar se compone de 960 módulos fotovoltáicos de 455Wp –que suponen una potencia total de 436,80 kWp– y de cuatro inversores de 100 kW, con lo que la capacidad de generación de energía de la instalación es de 400Kwh. Las placas están instaladas en un terreno agrícola próximo a la bodega y se integran de forma respetuosa en el entorno. La instalación permite cubrir de forma eficiente un alto porcentaje de la energía que la actividad de la bodega requiere durante las horas de sol, cerca de un 25% del consumo energético de las instalaciones, lo que, además de hacer nuestra actividad más sostenible, supone un ahorro de casi la cuarta parte del coste económico que implica el suministro de energía total de la bodega.
–¿Qué es más laborioso, la instalación o las autorizaciones?
–Este proyecto formaba parte de los presupuestos de 2020, pero el contexto sanitario retrasó su acometida. Una vez se reactivó su desarrollo, dedicamos unos cinco meses a la preparación de toda la documentación y autorizaciones para la instalación de los paneles, incluyendo la conversión del terreno en el que teníamos prevista su colocación de suelo rústico a suelo industrial –lo que quizá fue la parte más compleja de estas tareas previas de validación– y también tuvimos que justificar la adecuación a todas las normativas ambientales en vigor. Como parte de los trámites previos, también nos acogimos a un plan de ayudas al sector vitivinícola impulsado por la Junta que nos permitió cubrir un 30% del coste previsto para el proyecto. Los trabajos técnicos de instalación del parque solar se desarrollaron en un mes y medio y corrieron a cargo de la empresa Quinto Armónico, también con sede en Valladolid.
–¿Cuál ha sido el coste económico del proyecto?
–El proyecto ha requerido una inversión de 338.000 euros que prevén amortizarse en cuatro años desde el momento de su instalación, en mayo de 2022. Además, el parque fotovoltaico cuenta con una previsión de vida útil de 25 años durante los que influirá de forma positiva al permitir la reducción del impacto en el medio natural de la bodega. A día de hoy, nos ha permitido absorber el impacto del incremento del coste de la energía que se produjo en 2022.
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