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«Si me hubieran cortado la mano, esto no habría pasado. Pido perdón a Manuel y a ustedes (en relación a los magistrados y a ... los abogados presentes)». Fue la declaración de Eligio Moretón en su turno de última palabra sobre la acusación de intentar matar a Manuel Bautista, propinándole golpes en la cabeza con un rodillo de cocina de madera el 31 de octubre de 2021 en el Hogar del Jubilado de Cabezón de Pisuerga.
El acusado, que ha reconocido que le golpeó «sin ánimo de matarle», ha alegado que pretendía amedrentarle tras una supuesta amenaza a principios de junio de ese año. «Tenía mucho miedo a ese señor. Me había amenazado y en su día me dijo que 'me iba a partir la cara'», ha declarado Eligio Moretón, que ha afirmado estar bajo los efectos del alcohol ese día.
Aunque «no recordaba» los golpes que le propinó esa tarde de otoño a la víctima, Eligio Moretón ha insistido que «no quería matar» a Manuel Bautista. «Estaba bastante borracho, no sabía lo que hacía», ha agregado el acusado, que se enfrenta a penas de prisión de diez años por un delito de asesinato en grado de tentativa.
Un ataque que la víctima, que necesitó 53 días para curarse con una intervención quirúrgica de por medio, relató en primera persona cómo vivió los hechos. «Estaba sentado solo. Me sorprendió y me dio un primer golpe en la frente, luego, al estar con el móvil en la mano, me protegí con el teléfono en una segunda agresión que destrozó el móvil, y el tercero me dio en la boca. Me quedé desorientado», ha rememorado Bautista, que incide en el intento de asesinato.
«Iba a matarme, no era una pelea. Me dijeron en el hospital, que si me dan un segundo golpe en el mismo punto que el primero, me hubiese quedado vegetal», ha añadido Bautista.
Unos golpes que remitieron al estar presentes en el Hogar del Jubilado de Cabezón un guardia civil de paisano y el propietario del negocio. Los dos redujeron al agresor y evitaron que Manuel Bautista se «quedara en el sitio». «Si está solo, lo mata seguro, no paraba de soltar golpes», ha detallado el agente.
Una acción que completó Eligio Moretón con un rodillo de cocina de 31 centímetros y que durante la vista oral se ha enseñado a todos los testigos, afirmando estos que fue el objeto con el que se perpetró la agresión. «El acusado salió del local y tras tres minutos volvió con una bolsa blanca de supermercado. Se quedó en la puerta, miró a Manuel y fue a por él. Si no le apartan...», ha afirmado una de las camareras, que también ha reconocido que el acusado tomó «seis vinos durante todo el día (uno de ellos prácticamente de un trago antes de atacar)».
Por su parte, el gerente del negocio, que también se encontraba tras la barra del bar y uno de los dos artífices de reducir a Eligio Moretón, ha declarado que Manuel Bautista estaba «alterado» y «desbocado». «Calculé tres golpes y todos fueron a la cabeza. No me dio la sensación de que estuviera bajo los efectos del alcohol», ha apostillado.
La prueba pericial ha destacado que «ninguno de los golpes con el rodillo afectaron a órganos vitales, a pesar de que la cabeza sí se considera una parte vital del cuerpo humano», han concluido los dos forenses.
Como consecuencia de los golpes, Manuel Bautista sufrió una herida inciso contusa en la frente, fractura del seno frontal izquierdo asociada a otra fractura que se extiende a la órbita del ojo y un bultoma en la zona frontoparietal que necesitaron un tratamiento médico quirúrgico que consistió en cinco días de ingreso en el Servicio de Cirugía Maxilofacial del Hospital Río Hortega y una intervención quirúrgica bajo anestesia general y tratamiento farmacológico.
Asimismo, necesitó 53 días para curarse, cinco de perjuicio grave y otros 48 de perjuicio moderado (a efectos de la indemnización). Como secuelas le queda material de osteosíntesis en el cráneo, una cicatriz en el lado derecho de la frente y otra en el cuero cabelludo que ocasionan un perjuicio estético moderado.
Además de los diez años de prisión por delito de asesinato en grado de tentativa, la Fiscalía y la acusación particular piden una indemnización de 14.000 euros por lesiones y secuelas para la víctima, y 2.000 para el Sacyl por los gastos de asistencia médica.
La defensa solicita que se condene a su patrocinado, actualmente en prisión, por un delito de lesiones o, alternativamente, por un delito de tentativa de asesinato con una pena de tres años.
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