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Los achaques del puente de Juan de Austria alcanzan al otro lado del tableroLos achaques del puente de Juan de Austria, que este año cumple 34 desde su inauguración, alcanzan ahora al otro lado del tablero casi tres meses después de que los desprendimientos de trozos de hormigón sobre el paseo peatonal que discurre bajo el mismo obligaran ... a acordonar un primer esquinazo de las escalinatas del extremo que mira al parque Tomás Rodríguez Bolaños (y a El Corte Inglés).
Las vallas y el precinto policial, que inicialmente solo protegían el citado extremo del lado del centro comercial, protegen ahora también el picón de la escalinata situada al borde de la tapia del patio del colegio de Las Agustinas. En las dos esquinas de la parte inferior del puente, al margen de pequeño cascotes caídos sobre la vía pública desde los bordes del tablero, se aprecia un goteo continuo de agua, puntualmente en forma de cascada -véase estos días con las últimas lluvias-, que se filtra entre las grietas del hormigón desde la parte superior de la infraestructura.
El evidente mal estado del puente, y de las dos escalinatas que conducen al paseo que discurre al borde de la margen izquierda del Pisuerga, ofrece cada vez un aspecto más amenazador para los viandantes que a diario pasean por este entorno de la ribera del río. Y basta con levantar la vista para observar el aspecto más que descarnado de las planchas de hormigón de los bordes del tablero, que muestran sus tripas de acero al aire -los técnicos atribuyen la situación a un «fallo del material por corrosión»-, para comprobar la procedencia de los cascotes caídos y entender el riesgo que presenta pasar por allí.
Los primeros desprendimientos se produjeron a comienzos de año y motivaron una intervención inicial de los Bomberos a mediados de enero para sanear los bloques de hormigón del revestimiento del tablero del lado sur (el de El Corte Inglés). Después llegarían más caídas de cascotes, algunos del tamaño de ladrillos, y se ampliaría el perímetro del cordón de vallas y precinto policial al borde de la esquina del muro del puente y de la escalinata.
Y ahora las vallas protegen también el otro picón del muro y de la escalinata del lado norte del tablero (el que mira a las Agustinas).
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El Ayuntamiento ya informó hace dos meses de su intención de realizar un examen completo del puente y de programar las pertinentes reparaciones «cuando la disponibilidad de medios y equipos lo permita».
Han pasado ocho semanas desde entonces, con sus 56 días, y a día de hoy continúan cayendo pequeños cascotes (no se aprecian pedruscos como los caídos inicialmente en enero) del revestimiento del tablero por los lados norte y sur, donde se aprecian sendas hileras de desconchones de las planchas de hormigón en los treinta metros de longitud del voladizo entre la calzada de la parte superior y el borde mismo del río (el tablero del puente mide 175 metros entre la plaza de Juan de Austria y la avenida de Salamanca). Eso además de las cascadas de agua que por momentos caen también sobre las dos esquinas del inicio del tablero y que han dejado un rastro más que visible en forma de cerco de humedad y óxido a sus pies.
Los técnicos municipales, eso sí, aclararon desde un primer momento que los elementos del revestimiento son «piezas prefabricadas de remate con una función meramente estética», por dejar claro que su mal estado no afecta para la seguridad del octavo puente sobre el Pisuerga construido entre los años 1988 y 1990. Ahora, 34 años después de su apertura, que perseguía unir el oeste de la ciudad (léase Parquesol) con el centro, espera una revisión y una intervención que no llega para sanear los bordes de su tablero y evitar nuevos desprendimientos sobre la vía pública.
El puente de Juan de Austria fue inaugurado el 19 de mayo de 1990 y ya fue objeto de una profunda revisión en 2010, cuando una fuga de agua de una tubería afectó al asentamiento del terrreno que soporta su estructura (esta no se vio afectada) y causó algunas grietas. Todo ello fue reparado hace catorce años. Ahora toca que vuelva a pasar por el quirófano, al menos, para sanear los bordes del tablero.
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