Los abogados de Valladolid ensayan con la inteligencia artificial para agilizar tareas
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Los operadores jurídicos valoran la rapidez de respuesta del chat para confeccionar escritos y aportar jurisprudencia a los casos pero «el trazo fino siempre estará a cargo de un humano»
Habrá que esperar todavía para ver un cíborg con toga defendiendo a su cliente ante un tribunal, pero lo que ya no es una ficción de Isaac Asimov es que la Inteligencia Artificial ya se puede aplicar a las tareas más tediosas o menos creativas ... de los bufetes. Los jóvenes abogados y miembros de la comisión TIC del Colegio de Abogados de Valladolid (Icava) acaban de realizar un ensayo con uno de los chat de moda, el ChatGPT para demostrar a sus compañeros cómo esta herramienta puede servir para agilizar las tareas en los despachos y preparan para el próximo 24 de marzo un taller de formación para «acercar de forma práctica a los colegiados cómo funciona y las aplicaciones relacionadas con la Justicia y cómo puede afectar al trabajo de la abogacía», avanza Verónica Rodríguez.
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Indica Álvaro Rizo que ya hay muchos despachos vallisoletanos que en su página web están utilizando 'chatbot' (un programa informático que permite a los usuarios mantener de inmediato una conversación o chat por texto, expresar sus dudas, sugerencias o solicitar información) para informar sobre el horario de atención al público, coger cita, filtrar llamadas o captar clientes. Pero la IA amplía mucho más las posibilidades, explica, porque «nos permite mecanizar funciones básicas» aunque, subraya «nada puede sustituir el trato personal con los clientes y con los compañeros».
Sí que aprecian ciertas reticencias a la aplicación de esta herramienta por parte de los abogados más veteranos, aunque ya desde hace años están enfrascados en la digitalización de los despachos y las comunicaciones en formato digital con la Administración pública ya son obligatorias. «Hay que tener en cuenta que en apenas treinta años ellos han pasado por una auténtica revolución, de la hoja de calco y la máquina de escribir a Lexnet (el sistema de comunicación telemática de la Administración de Justicia), el acceso a los expedientes digitales y a partir de ahora, con Horus, a poder disponer de los documentos con todas las actuaciones en tiempo real directamente en el despacho», justifica este especialista en tecnologías del Icava.
Cuarta generación
Estar al cabo de la calle en las últimas herramientas digitales garantiza la supervivencia de los despachos, así que se han puesto manos a la obra en este ensayo para descubrir los pros y los contra de la IA. Explica Álvaro Rizo que en el caso de ChatGPT, que es un chat gratuito desarrollado por OpenAI está en su tercera generación, utiliza datos de finales de 2021 y «aprende» de las preguntas y la experiencia de la gente que lo utiliza. Va a unirse a Bing, el motor de búsqueda lanzado por la compañía Microsoft en junio de 2009 y en su cuarta generación probablemente se desprenderá del «olor a bot» que todavía da en algunas de sus respuestas.
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En el ensayo preparado en tiempo real para El Norte de Castilla, el abogado le pide que redacte un requerimiento amistoso de pago dirigido a un deudor y la máquina tarda infinitamente menos en dar su respuesta que el letrado en escribir la pregunta. Incluso le avisa de las posibles acciones judiciales. Puede traducir también conceptos complejos y hacerlos accesibles para exponer, por ejemplo, a un jurado, como el famoso 'in dubio pro reo' o preparar un hoja de encargo base, a la que luego el abogado le da «el toque personal». Y también buscar, comparar y añadir jurisprudencia a una demanda concreta.
«Va mucho más allá del corta y pega. Nos puede ayudar a ser más rápidos, más competentes, quitarnos las tareas repetitivas, como ocurrió en su día con la fotocopiadora y el correo electrónico, pero hay cosas que no se pueden sustituir, nuestro ingenio y el trato personal. Al final, siempre alguien tiene que revisarlo, es como lo de los coches autónomos». Y también depende de cómo se utilice esta Inteligencia Artificial. «Es igual que un cuchillo», apostilla.
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«No va a haber máquinas expendedoras de sentencias»
El magistrado José María Crespo señala que lo primero que hay que preguntarse antes de utilizar la Inteligencia Artificial es «quién está detrás» de la máquina. El titular del Juzgado de Instrucción 1 de Valladolid indica que lo importante es preguntarse «quién controla al controlador, quién introduce los logaritmos y los datos iniciales», así como las bases de datos universales en las que bebe porque, aplicando esta IA a las resoluciones judiciales, las sentencias pueden ser válidas o no en función del Estado e incluso, en la jurisdicción civil, hay diferencias en las normas autonómicas. Es cierto, indica, que en los ensayos realizados respecto de sentencias emitidas por un 'juez bot' han coincidido en un 79% con las resoluciones de tribunales y jueces de carne y hueso. «La respuesta ha sido bastante coincidente cuando se trata de sentencias repetitivas», indica Crespo, «pero otra cosa diferente es a la hora de la apreciación de las pruebas, eso es imposible que lo haga un algoritmo, porque el tribunal, con su experiencia examina lo que dice el acusado y los testigos, no solo los documentos o grabaciones, que eso lo puede hacer la máquina. Se analiza la manera en que se expresan las personas, la mirada, como responden en el interrogatorio. Es un todo. Y a eso no llega la Inteligencia Artificial». Aunque sí considera que puede ser útil en tareas administrativas, como en la gestión del expediente digital, «para la resolución de los conflictos de los ciudadanos no habrá una máquina expendedora de sentencias».
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