![José Manuel Rodríguez, técnico del Ayuntamiento de Nava del Rey enseñando la bodega Casa de los Maestros.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2025/02/08/labodega-navadelrey-kST-U230781463846juB-758x531@El%20Norte.jpg)
La bodega de El Norte
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La bodega de El Norte
Las zarceras tras las que se esconde un polígono industrial del vino en ValladolidSi pone un poco de atención, al pasear por las calles de Nava del Rey verá curiosos respiraderos en las fachadas de las casas. Estas rejillas de diferentes tamaños comunican la superficie del municipio con sus bodegas, tantas que José Manuel Rodríguez, historiador y técnico del Ayuntamiento, no duda en denominar la zona como un «polígono industrial del vino» que no se ve a simple vista.
Acompañamos a José Manuel en una de las visitas claves para conocer el municipio: la bodega conocida como Casa de los Maestros. El recorrido comienza en la oficina de turismo, la cual está situada en el edificio que inicialmente fueron cuatro viviendas que desde el siglo XVI contaban con las cuatro bodegas subterráneas, que han ido modificándose con el paso del tiempo y que en ellas se puede entender la relación de Nava del Rey con la producción y comercio del vino.
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La visita guiada comienza en la parte superior, en la casa que pertenecía al sacerdote Francisco Alonso Nuño, que en el año 1741 se estableció allí y en las tres viviendas vecinas se ubicó un convento de monjas capuchinas. Un momento clave en el que las cuatro casas se convirtieron en una sola y posteriormente, un convento del que queda el claustro, la ubicación de la capilla y diferentes estancias. En el siglo XIX, pasó a manos del ayuntamiento que lo utilizó como un edificio de usos múltiples, hasta el año 1928, que se inaugura y se establece, el primer colegio público de Nava del Rey.
Este inmueble se utilizó para dar clases hasta 1948, año en el que se construyó una escuela más grande y quedó en desuso hasta transformarse en casa de los maestros, el último uso conocido del cual toma su nombre actual. La parte superior ha pasado por muchas reformas, lo único que no se ha transformado ha sido la bodega subterránea.
Desde la oficina de turismo se baja por el primer túnel de la primera de las cuatro bodegas. El sacerdote Francisco Nuño, cuando adquiere las tres viviendas con las que va a construir definitivamente el convento, no solamente unifica en superficie las viviendas, sino también lo hace en sus subterráneos.
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En la visita, José Manuel recalca que como la construcción nos habla, para entender cómo se vivía allí en otras épocas. Por ejemplo, comparando las cuatro bodegas subterráneas podemos ver cómo se distribuía la riqueza, porque aunque las cuatro viviendas son de productores, no todos tenían la misma cantidad de vino, una dato que se obtiene con las dimensiones de una bodega.
Ninguna de las cuatro bodegas tenía lagar subterráneo, es decir, la uva nunca se prensaba bajo tierra. En Nava del Rey todas las bodegas tienen el lagar en superficie, por lo que en esta visita no veremos una viga de lagar o echaderos por donde la uva se tiraba al interior. La uva se prensaba en superficie. Lo habitual es encontrarnos bodegas pequeñas o medianas, donde el conducto del mosto viene desde la parte superior. El mosto baja por una serie de canaletas o pequeñas tuberías hasta la parte inferior. Estas bodegas son un espacio de almacenamiento donde solo vamos a encontrar cubas.
Unas bodegas, aun siendo pequeñas, tienen una capacidad de unos 15.000, 20.000 litros. Una producción industrial. Es decir, nadie construye una bodega de este tipo para tener vino para comer, es vino destinado a la exportación. Ni siquiera a la venta dentro de Nava del Rey, donde hay catalogadas más de 400 bodegas, por lo cual, casi todos los vecinos producían vino.
Esto es lo que lleva a afirmar a José Manuel, que «realmente estamos en un polígono industrial del vino». Lo que ocurre es que no le vemos, porque lo tenemos bajo tierra. Entonces su caminas por la calle, la única pista que nos indica de lo que tenemos bajo tierra, son los pequeños respiraderos, conocidos como zarceras, señalan que debajo de esa vivienda hay una bodega.
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