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Imagen del James Webb con las galaxias girando en la misma dirección que la Vía Láctea en rojo y en sentido contrario en azul. Lior Shamir, Monthly Notices of the Royal Astronomical Society
El telescopio James Webb revive la posibilidad de vivir dentro de un agujero negro

El telescopio James Webb revive la posibilidad de vivir dentro de un agujero negro

El giro de las galaxias de nuestro entorno no encaja con los modelos previstos, propiciando teorías que intenten explicar esta anomalía

Jueves, 20 de marzo 2025, 19:24

Que el conocimiento humano se ampare bajo el paraguas del método científico es como una navaja de doble filo para la humanidad. Por una parte, la necesidad de demostrar matematicamente las teorías asegura una gran fiabilidad a la hora de avanzar en las investigaciones, pero, por otro lado, si aparece un elemento disruptor que cuestiona todo lo establecido obliga a revisar lo asentado.

Esta revisión del conocimiento previo será necesaria tras las nuevas observaciones del telescopio espacial James Webb, puesto que ha percibido una tendencia inusual en el giro de las galaxias de nuestro entorno. Esta anomalía ha llevado a preguntarse a los científicos si nuestro universo se encuentra dentro de un agujero negro.

Los datos que plantean la duda

En un estudio de más de 263 galaxias del universo primitivo, liderado por Lior Shami, se ha observado una tendencia en el giro de las mismas un tanto inusual. Dos tercios de las observadas giran en el sentido de las agujas del reloj, mientras que el otro tercio gira en sentido contrario, desafiando los modelos cosmológicos actuales.

«En un universo aleatorio, el número de galaxias que giran en una dirección debería ser aproximadamente el mismo que el número de galaxias que giran en la otra dirección», explica Shamir. En cambio, los datos reflejan que un 60% de las galaxias (158) giran en el sentido de las agujas del reloj, mientras que el 40% restante (105) lo hacen en sentido contrario.

«El análisis de las galaxias se hizo mediante el análisis cuantitativo de sus formas, pero la diferencia es tan obvia que cualquier persona que mire la imagen puede verla», afirma Shamir. «No se necesitan habilidades o conocimientos especiales para ver que los números son diferentes. Con la potencia del telescopio espacial James Webb, cualquiera puede verlo»

La teoría del agujero negro

Teniendo en cuenta que 'la nada' no gira y el giro se conserva, tras las mediciones el giro neto debería ser 0. Es decir, compensarse con otro giro hacia la dirección contraria. Esto, como se ha visto en las observaciones, no es así, por lo que se abre la puerta a una teoría emocionante.

La primera explicación apunta a que el universo nació girando, lo que se alinea con la teoría de la «cosmología del agujero negro» o «cosmología de Schwarzschild». Esta idea nace en 1970 de las mentes de científicos como Raj Kumar Pathria e I.J. Good, y postula que nuestro universo reside en un agujero negro que a su vez existe en un universo mayor. Bajo esta aproxiación, otros agujeros negros observados podrían ser agujeros de gusano hacia otros universos.

El físico teórico Nikodem Poplawski, que no participó en la investigación, declaró a Space.com que «la explicación más sencilla del universo en rotación es que el universo nació en un agujero negro en rotación. Un eje preferido en nuestro universo, heredado por el eje de rotación de su agujero negro progenitor, podría haber influido en la dinámica de rotación de las galaxias, creando la asimetría observada».

El error humano

La segunda explicación posible se relaciona con el Efecto Doppler. Este efecto se da cuando tanto el emisor de la onda como el receptor están en movimiento. Si emisor y receptor se acercan, las ondas se comprimen. Si se alejan la longitud de onda aumenta. Esto se aprecia en el sonido que hace una ambulancia al encender la sirena, que según se mueve pasa de agudo a grave, o el paso por curva de un Formula Uno.

Esto mismo podría estar ocurriendo con las ondas electromagnéticas que recibe el telescopio. «Las galaxias que giran en dirección opuesta a la Vía Láctea son ligeramente más brillantes que las galaxias que giran en la misma dirección respecto a la Vía Láctea. Como son más brillantes, vemos más de ellas», explicó Shamir.

En caso de que esta hipótesis sea correcta, obligaría a recalibrar las distancias cosmológicas que se obtienen al medir el brillo de las galaxias y podría aportar luz a otros interrogantes como la tasa de expansión del universo o a la existencia de galaxias tan antiguas que desafía la edad teórica del propio cosmos.

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