Qué es y qué productos llevan aspartamo, el edulcorante calificado como «posible cancerígeno»

Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), lo contienen productos bajos en calorías o sin azúcar añadido como bebidas light o cero, yogures de sabores, helados, frutas o vegetales en conserva, preparaciones de frutas excepto compota, productos de chocolate, algunos productos de confitería, chicles, gelatinas, cereales para el desayuno con un contenido de fibra superior al 15% y productos horneados. También los edulcorantes de mesa, frutas o vegetales agridulces en conserva, sopas y sopas bajas en calorías, salsas, mostaza, algunas preparaciones de sándwich, bocadillos a base de patata, refrescos bajos en calorías o sin azúcar, néctares de frutas reducidos calorías o sin azúcar añadido, algunas bebidas alcohólicas, algunos postres bajos en calorías o sin azúcar añadido, productos para untar hechos de fruta reducida en calorías o sin azúcar añadido, cervezas bajas en calorías. Además, puede formar parte de los ingredientes de ciertos complementos alimenticios, dentífricos y medicamentos como pastillas para la tos y vitaminas masticables.

El aspartamo o aspartame, que figura con el código E-951 en muchas listas de ingredientes (por eso a veces es difícil de encontrar en las etiquetas), fue aprobado en algunos países de la Unión Europea en 1980 y su uso se extendió a toda la UE en 1994 empleándose de forma habitual en muchos alimentos procesados, especialmente en los que se presentan como bajos en calorías o sin azúcares añadidos. Esta sustancia sintética, cuyo poder edulcorante es aproximadamente 200 veces mayor que el de la sacara salleva muchos años en el punto de mira y ha generado muchas sospechas de ser perjudicial para la salud. En 2005 y 2007 la fundación italiana Ramazzini publicó un estudio que pretendía probar la aparición de cáncer en ratas de laboratorio a las que se había administrado aspartamo. Pero la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) descartó el estudio por su mal diseño y consideró que no demostraba un aumento en la incidencia de tumores. Más tarde, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) evaluó su potencial cancerígeno, cuyas conclusiones han conducido a la OMS a clasificarlo como «posible cancerígeno».

Según aclara la OCU, la polémica no gira en torno a la propia sustancia sino en torno a los productos que resultan de su metabolismo: ácido aspártico, fenilalanina y metanol. «El metanol se degrada como formaldehído, una sustancia considerada cancerígena por la OMS, aunque solo en altas concentraciones y con exposición ambiental», afirman desde la organización.

Además, recientes estudios están investigando el vínculo entre el consumo de edulcorantes intensos y la alteración de la flora intestinal, que causa un trastorno de regulación de la glucosa.

Ante estos datos, y dado que el aspartamo se suele utilzar en productos bajos en calorías o sin azúcar añadido, ¿Es mejor optar por edulcorantes sintéticos o por el azúcar? La respuesta es clara: por ninguna de estas opciones. Lo más saludable es evitar tanto el azúcar, que provoca picos de glucosa en el organismo que pueden estar relacionados con diversas enfermedades, y los edulcorantes artificiales, ya que la OMS emitió recientemente una directriz en la que desaconsejaba el consumo de edulcorantes artificiales y les asociaba a un mayor riesgo de riesgo de diabetes de tipo 2, de enfermedades cardiovasculares y de mortalidad.

También hay que tener en cuenta que incluso los edulcorantes naturales pueden suponer un riesgo para la salud. Por ejemplo, el eritritol, que es un polialcohol de origen natural que está presente en frutas y vegetales, podría favorecer la producción de coágulos en pacientes con alteraciones cardiovasculares y aumentar los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares, ictus e infartos, según un estudio publicado por investigadores en la revista Nature Medicine.

Por todo ello, los mejor es evitar tanto el azúcar como cualquier tipo de edulcorante y educar al paladar a los sabores naturales como el de la fruta, y no perseguir un sabor más dulce de forma forzada. Podemos recurrir a aliados como la canela de ceylán, productos secos como los dátiles o los orejones o la harina de algarroba para endulzar un poco nuestros platos sin peligro, aunque eso sí, siempre de forma moderada para evitar los picos de glucemia.

También es importante reducir la ingesta de hidratos de carbono (pan, pasta, cereales...) y que sean siempre integrales y acompañados de verduras, proteínas y grasas saludables para evitar que se dispare la glucosa y ocasione problemas de salud a largo plazo. Lo mismo ocurre con los alimentos dulces, incluida la fruta: lo mejor es consumir las piezas de fruta entera, nunca en zumo (al exprimir zumo tiramos la fibra y nos quedamos solo con el azúcar, a no ser que utilicemos una licuadora), y acompañarlas de verduras, grasas y proteínas como por ejemplo un yogur natural y/o frutos secos o tras una comida equilibrada, en vez de comer la fruta sola como tentempié, ya que puede disparar la glucosa en sangre.