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El congelador es uno de los mejores aliados en la cocina porque permite tener disponibles muchos alimentos y conservar las sobras durante un tiempo. Sin embargo, hay ocasiones en las que este este electrodoméstico se convierte en un cajón de sastre donde se almacena la comida y se recupera al cabo de muchos meses e incluso años. No hay que olvidar que, aunque esté congelado, ningún alimento dura para siempre.
Según la Sociedad Española de Seguridad y Calidad Alimentaria (SESAL), la duración de los alimentos congelados depende de varios factores. El más importante es el tipo de congelador: cuanto más frío, mejor serán las condiciones. Por eso, uno que tenga 3 o 4 estrellas (alcanza una temperatura de entre -18 grados centígrados y -24 grados) permite conservar durante más tiempo los alimentos que uno de 1 o 2 estrellas con -6 grados y -12 grados.
También hay que tener en cuenta la manera en la que se ha guardado el alimento antes de congelarlo: no es lo mismo aislar un producto que meterlo en una bolsa. «La mejor opción es envasarlo al vacío para evitar que absorba olores y que pierda agua», aseguran. Otra forma es envolverlo con un papel plástico: cuanto más pegado esté el envoltorio al producto, mejor. En el caso de estofados o caldos, lo ideal es congelarlos en tuppers cerrados herméticamente.
El tamaño de las piezas hará variar el tiempo óptimo de conservación y calidad. Para que tarde menos tiempo, lo mejor son los trozos pequeños o las capas finas. «Si la congelación es lenta, los cristales de hielo que se forman van a ser grandes y se rompe, van a romper la estructura del alimento y, al cocinarlo, queda más seco y fibroso», apuntan.
El período oportuno de congelación depende del tipo de alimento. Algunos aguantan más tiempo el frío que otros. Por ejemplo, las verduras preservan sus propiedades durante más tiempo que la carne. Sin embargo, las propiedades del producto también juegan un papel importante. «Las carnes y los pescados, cuanto más grasos son, menor es su duración porque la grasa tiende a enranciarse con el tiempo», explican.
Según las tablas de conservación alimentarias de la OCU, la carne puede permanecer congelada entre seis y doce meses.Sin embargo, las carnes con más grasas conviene consumirlas antes de los seis meses. Mientras, las magras, como el pollo, pueden conservarse si problema durante un año. Con el pescado sucede lo mismo. El chicharro, el bonito o el atún pueden aguantar como máximo tres meses. Por el contrario, pescados blancos como la merluza o el rape, hasta seis meses.
Las verduras también se pueden congelar durante un año. Sin embargo, lo recomendable es hervirlas antes durante 2 o 3 minutos con un poco de sal. «Contienen unas enzimas que siguen activas al congelarse, si se congela recién comprada esas enzimas podrían alterar el sabor», detallan. En cuanto al pan, se puede congelar sin problemas y mantendrá todas sus propiedades siempre que no se excedan los tres meses. Pasado ese tiempo, lo normal es que se modifique su textura y sabor original.
En el caso de las sobras de los guisos, se aconseja mantenerlos congelados un tiempo máximo 4-5 meses. En cambio, los caldos, ya sean de carne, verduras o pescado, conservan todas sus propiedades tan solo un par de meses. Un alimento que lleva demasiado tiempo congelado sí se puede comer, pero habrá perdido sus propiedades, «si es carne se habrá enranciado y si es pan se habrá quemado», subrayan.
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