Desperdicio alimentario: cómo contribuir a su reducción

Cada año se advierte de la importancia de darle una segunda vida a los alimentos con el fin de reducir su pérdida y desperdicio. El listado de consecuencias es cada vez más largo, teniendo especial incidencia en el impacto medioambiental. Los alimentos que no se consumen producen metano en su proceso de descomposición, afectando de este modo al medio ambiente y al cambio climático. Además, parte de los productos rechazados se depositan en tierras cultivables, afectando a su calidad. Se reduce la producción, la calidad de los nutrientes del suelo se degradan y se produce una bajada de rendimiento. Con ello, para producir mayor cantidad de alimentos se acelera la deforestación, destruyendo la flora y fauna natural. Lo mismo ocurre en el mar, donde muchos de los peces son arrojados por daños en el transporte.

Los beneficios representan la otra cara de la moneda. Gestionar la comida ayuda a ahorrar dinero y energía, reducir la huella de carbono y proteger el medio ambiente. El paso que se da no es insignificante, lo primero es tener conciencia del problema y adquirir prácticas para reducir el desperdicio alimentario. Es el ejemplo que se debe dar. Los comedores escolares también se encuentran en el foco del desperdicio alimentario, el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente ha difundido el problema que supone el desperdicio de alimentos, prevenir y reducir la cantidad de alimentos que se malgastan a través de la Estrategia 'Más Alimento, menos desperdicio'. Por ello, te proponemos cinco prácticas para evitar arrojar a la basura alimentos que pueden tener una segunda vida.

Compra lo que necesites. Elabora una lista de la compra, de este modo ahorrarás tiempo y dinero. Ajusta la cantidad de raciones preparadas al número de comensales. Desecha la idea de comprar por comprar, sé consciente de lo que vas a preparar. Así evitarás que ciertos alimentos caduquen o se pudran.

Rechaza colocar las frutas climatéricas como peras, manzanas, plátanos o tomates, con frutas no climatéricas como uvas, fresas o cerezas. Si se produce una mezcla se acelera su descomposición. Si se colocan los alimentos adecuadamente, manteniendo una temperatura adecuada, se alargará la vida útil de cada alimento.

Si te sobra comida, consérvala en el congelador siempre que sea posible para consumirla más adelante. Recuerda que no se pueden congelar productos con grasa, huevos, frutas, patatas guisadas o cocidas, quesos, tartas y pasteles caseros, pasta y arroces cocinados y recetas con mayonesa, nata o salsas emulsionadas.

Dale una segunda vida a los alimentos que te sobren y prepara con ellos caldos, croquetas o purés.

Otra alternativa es la de la donación de la comida excedentaria, que no se va a consumir, a entidades sociales como los bancos de alimentos, que se encargan de distribuirla entre aquellas personas que se encuentran en una situación de necesidad.