Nada mejor que un chapuzón en la piscina para refrescarse en verano. Eso sí, es importante darse una buena ducha después para eliminar los restos de cloro de la piel y del pelo, que pueden provocar sequedad e incluso irritaciones. Se trata de una sustancia efectiva para mantener la higiene del agua pero también muy agresiva. De hecho, puede provocar una intoxicación cuando se encuentra en altas concentraciones. Por ello, cada vez más se opta por sistemas alternativos que consiguen una óptima desinfección de forma sencilla y totalmente inocua para las personas y el medio ambiente.
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Uno de ellos es la cloración salina. Se trata simplemente de utilizar sal para limpiar el agua. Para ello se emplea un clorador salino, un aparato que convierte la sal en cloro (la sal es cloruro sódico) al descomponer sus moléculas mediante un procedimiento natural llamado electrólisis. De esta manera el cloro no se acumula en el agua, no quedan residuos ni restos de sustancias químicas, por lo que no afecta a nuestra piel, al cabello ni a los ojos. De hecho, muchas piscinas destinadas a clases de natación para bebés y niños utilizan ya este sistema para que los pequeños no entren en contacto con sustancias químicas irritantes.
Otra alternativa es un sistema de radiación ultravioleta, que tampoco deja residuos ni altera la composición del agua. Consiste en una cámara que emite luz ultravioleta. Esta radiación mata a los microorganismos que haya en el agua al alterar su ADN. También es posible combinar la radiación ultravioleta con la cloración salina en un método llamado llamado NeoLysis.
A pesar de estas opciones, la desinfección por cloro continúa siendo mayoritaria, especialmente en las piscinas públicas. Si nos bañamos en una piscina clorada no hay que olvidar ducharse después y, si es posible, hidratar la piel, preferentemente con un aceite vegetal puro 100% como el de almendras dulces (más ligero) o coco (de consistencia más grasosa). En cuanto al pelo, un truco es empaparlo completamente del agua de la ducha antes de ponernos el gorro y entrar a la piscina para que se sature de agua corriente y no tenga capacidad da absorción del agua clorada. Después del baño es necesario lavarnos el pelo. También podemos aplicar aceite en nuestro cabello, solo tres o cuatro gotas (tanto en húmedo como en seco, aunque se consigue mejor efecto en húmedo en caso de cabellos muy porosos) para evitar un acabado graso, o más cantidad para utilizarlo a modo de mascarilla. Los más recomendables para el tratamiento capilar son los de argán, jojoba y almendras dulces. En cuanto a los ojos, lo más recomendable es no abrir los ojos bajo el agua, utilizar gafas de natación siempre que sea posible y lavarse los ojos tras el baño. También es aconsejable evitar nadar con lentillas.
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