Parece obvio, pero las autoridades sanitarias recuerdan que no se puede elegir vacuna. La ministra Carolina Darias advirtió este martes de que quienes rechacen el inyectable de AstraZeneca no recibirán por ahora ninguna otra vacuna contra el coronavirus.
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«A mí no me ... han informado de nada. Cuando me dieron la opción de ponérmela, dije que no, pero no sé nada más», explica un agente de Policía Nacional abulense, quien no se fía de los efectos secundarios de la vacuna de Oxford. Como él, otros, «los menos», según fuentes policiales en Castilla y León.
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Sergio Borja
Los agentes, junto a otros cuerpos del estado y trabajadores esenciales han retomado la vacunación este miércoles en distintos puntos de la comunidad, como por ejemplo el Auditorio Miguel Delibes de Valladolid.
El alarmismo social generado por los casos de trombosis detectados entre personas vacunadas, episodios que provocaron que varios países europeos, entre ellos España, suspendieran de forma cautelar la vacunación con AstraZeneca, preocupa a las administraciones, que este miércoles han reanudado la inoculación del fármaco de Oxford entre trabajadores esenciales.
En Castilla y León, la Junta fue más allá, y antes de la decisión nacional, ya apartó un lote de las vacunas británicas antes las dudas suscitadas en la sociedad médica. Este lote fue distribuido a mediados del mes pasado en toda la comunidad y fue relacionado con posibles efectos adversos graves en Austria y Dinamarca.
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Los gobiernos autónomicos temen que la desconfianza hacia esta vacuna eleve el porcentaje de personas que no quieran vacunarse contra el coronavirus, aunque de momento no hay datos en la comunidad.
En medio del aumento del escepticismo, Sanidad ha querido dejar claro que quien decline su cita para vacunarse, con independencia del inyectable que le corresponda, quedará excluido de la agenda, al menos de momento. Pero las decisiones públicas han alimentado las dudas en torno a AstraZeneca durante semanas. Primero, Sanidad recomendó tomar Paracetamol (medicamento que en teoría no dan sin receta) antes y después de la inyección para reducir posibles efectos secundarios leves, precaución que no había sido indicada con las otras vacunas aprobadas, de Pfizer y Moderna. El departamento que dirige Darias alegaba que así lo aconsejaban los informes de la Agencia Europea del Medicamento, pero siempre para reducir efectos livianos como febrícula, dolor de cabeza y malestar general, a menudo de poco más de un día de duración.
«Yo me la he puesto por sentido del deber. Hay que dar ejemplo. En esto no podemos ir cada uno a lo nuestro», defienden desde el parque de Bomberos de Valladolid.
El porcentaje de población dispuesto a vacunarse en España, según el CIS, pasó del 40 al 82% de diciembre a febrero. Nadie sabe aún cómo afectará la tormenta desatada en torno a AstraZeneca a esa confianza general, aunque los responsables del plan de vacunación confían en que se imponga el mensaje de que los riesgos de contagiarse de coronavirus son muy superiores a cualquier posible efecto secundario: la pandemia ha matado ya a más de 70.000 personas en nuestro país según los datos oficiales, que suponen sólo la punta del iceberg de la incidencia real del Covid-19.
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