La temperatura normal del perro oscila entre los 38 y los 39ºC, por lo que una temperatura superior puede ser síntoma de fiebre. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los cachorros, las hembras embarazadas próximas al parto y los perros mayores pueden no tener la temperatura media habitual.
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El Norte de Castilla se ha puesto en contacto con Elena Laguno Crespo, veterinaria y secretaria del Consejo de Colegios Veterinarios de Castilla y León; quien ha afirmado que «realmente la temperatura 'normal' varía mucho en cada perro». «Lo aconsejable es, en lo referido a los perros adultos, tomar la temperatura de vez en cuando vía rectal, usando un termómetro digital». De este modo, los dueños de estos animales podrán saber de forma más precisa la temperatura media del perro «y contar así con una referencia a tener en cuenta en caso de que el estado del animal no sea normal; por ejemplo, si éste se muestra demasiado aletargado». «Podemos hablar de fiebre cuando el perro experimenta una temperatura de 1 o 1,5º por encima de la media, acompañada de ciertos comportamientos extraños, como falta de interés o sequedad en la nariz».
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Además, Elena recuerda la importancia de acariciar al animal. Así se pueden detectar temblores o temperaturas demasiado altas en ciertas partes del cuerpo (como las orejas), que podrán dar pistas sobre la salud de la mascota.
La fiebre en los perros, al igual que en los humanos, puede ser indicador de que algo está fallando en la salud; por lo que es muy importante identificar esta circunstancia para actuar lo antes posible.
Las causas de la fiebre pueden variar mucho, ya que es uno de los mecanismos que el organismo pone en marcha para protegerse. De acuerdo con Elena Laguno «normalmente el origen puede estar relacionado con una infección, ya sea por un virus, protozoo o por otros patógenos». «Otras veces, la fiebre puede estar provocada por tumores, como el cáncer; o por sustancias consideradas antígenos para el organismo del animal, como factores ambientales». Un ejemplo de estas respuestas del sistema inmunológico pueden ser las reacciones frente a las vacunas.
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La fiebre se da por algún fallo del propio organismo, por lo que la visita al veterinario a menudo es más que recomendable para que se lleve a cabo un examen más detallado.
Una infección (bacteriana o vírica).
Un golpe de calor.
Reacción a una vacuna.
Ingestión de algún producto tóxico, como ciertas plantas.
Letargo y falta de energía: Uno de los síntomas más evidentes es la manifestación de falta de energía. Si la mascota es muy inquieta y, de repente, parece desinteresada en jugar o pasear, o incluso en moverse, puede ser un indicador muy importante.
Pérdida de apetito: En caso de que la mascota no muestre interés por su comida habitual o sus golosinas preferidas puede ser otro factor clave. Se deberá proporcionar agua para evitar deshidratación, ya que la falta de apetito suele ir acompañada de una menor ingesta de líquido.
Temblores o escalofríos: Los perros con fiebre a menudo experimentan ciertos temblores, incluso cuando la temperatura ambiente es correcta.
Apatía: La fiebre puede provocar que los perros se sientan decaídos y apáticos, llegando a no mostrar interés por nada. Si parece menos dispuesto a interactuar con normalidad con otros humanos o perros, puede ser un síntoma a tener muy en cuenta.
Si se cree que el perro puede tener fiebre debido a algunos síntomas como los mostrados anteriormente, es necesario saber reaccionar y tomar medidas para ello.
Tomar la temperatura de forma segura y precisa: De esta manera se puede evaluar si el perro tiene fiebre. Para ello, se deberá usar un termómetro adecuado para mascotas. Si la temperatura registrada supera la media, se deberá pedir ayuda veterinaria y contactar con profesionales.
No administrar medicamentos humanos: Bajo ningún concepto se le debe proporcionar medicamentos para humanos al animal.
Situar al animal en un entorno cómodo y seguro: Es esencial que el perro esté situado en un lugar cálido y acogedor para facilitar su descanso. Se debe evitar las corrientes de aire y proporcionar siempre agua fresca para mantener hidratado al animal.
Consultar a un veterinario: Si la fiebre persiste o si los síntomas se agravan, será de gran relevancia consultar al veterinario. Los profesionales de la salud animal pueden realizar un diagnóstico detallado y proporcionar el tratamiento necesario. «Habitualmente, los dueños suelen esperar uno o dos días como máximo. Después, piden cita con el veterinario». Durante este tiempo, es importante ver cómo se alimenta el animal y prestar atención a la orina y las heces. «Esto nos podrá dar muchas pruebas sobre el estado de salud de nuestro perro».
En casos extremos, en los que el animal muestre síntomas de fiebre muy alta y no se pueda acudir al veterinario, lo que se debe hacer es «poner paños con agua fría en las partes desprovistas de pelo del animal, como ingles y axilas; así como en la nuca, ya que en la nuca se sitúa el centro de regulación de temperatura tanto de animales como de humanos». «En cuanto se caliente el trapo, deberemos cambiarlo por otro frío. De esta forma, ayudaremos a bajar la fiebre». Sin embargo, «es muy raro que un perro tenga una fiebre muy fuerte de un día para otro».
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