Con la llegada de las vacaciones, el buen tiempo y los días con largas horas de luz que caracterizan los meses de verano, es común que los españoles pasemos más tiempo al sol.
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Sin embargo, existen ciertos riesgos derivados de estas actividades al aire libre durante las horas de mayor radiación solar. De hecho, tomar el sol es una práctica que «puede ser muy dañina», al provocar perjuicios tanto en el corto como en el largo plazo en la salud, siendo las quemaduras, la inmunodepresión o el cáncer de piel algunos de ellos, tal y como afirma la dermatóloga Teresa E. Lázaro, especialista del Centro Médico Dermatológico Santa Teresa en Valladolid.
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Dejando de lado los riesgos derivados de los baños solares, durante el verano existen otros peligros que guardan estrecha relación con el calor y las altas temperaturas. Uno de ellos son los golpes de calor, un incidente que «no tiene por qué producirse en espacios extremadamente calurosos, ya que se dan en zonas con ventilación inadecuada que presentan mucho calor interior», como los coches o las habitaciones cerradas, afirma Teresa Lázaro.
Entre los signos que advierten sobre la presencia de un golpe de calor, los principales son el dolor de cabeza, la congestión intensa; «o incluso otros de mayor gravedad, como la alteración del conocimiento, los calambres o el pulso acelerado».
Ante estos casos, se debe actuar situando a la persona afectada a la sombra o aplicando paños de agua fría sobre la nuca, ingles o axilas. Sin embargo, «nunca se debe meter de forma brusca en un sitio con agua fría a alguien que esté sufriendo un golpe de calor, ya que sería un cambio muy brusco de temperatura para el cuerpo», afirma la médico. Tras sufrir un golpe de calor, las personas deben mantenerse muy hidratadas. «En algunos casos, incluso es recomendable beber agua con un poco de sal para mantener los niveles de sodio».
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En estos supuestos, «lo que ocurre es una alteración del sistema de termorregulación en la que el cuerpo recibe mucho calor, lo que provoca que nuestro cuerpo no sea capaz de acomodarse a cambios bruscos», detalla.
Además, existen grupos de población especialmente sensibles a los golpes de calor. «Los niños y las personas mayores normalmente responden peor, aunque hay que añadir personas con algún tipo de enfermedad, como problemas de corazón, tensión arterial alta, personas obesas o sometidas a determinados tratamientos».
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Tal y como explica el doctor Nicolás García, especialista en el departamento de Medicina Interna de la Clínica Universidad de Navarra, «aunque las insolaciones pueden ser leves, un golpe de calor siempre es grave, especialmente en grupos de riesgo, como niños y personas mayores». Este trastorno puede elevar de forma incontrolada la temperatura a causa de un fallo de los mecanismos termorreguladores. «De no tratarse de forma precoz, puede desembocar en un fallo multiorgánico», concluye.
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