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Carlos L. González
Martes, 18 de febrero 2025, 06:51
El consumo de insectos, conocido como entomofagia, nunca ha sido una práctica muy común en la cultura europea y menos aún en la dieta mediterránea. El creciente interés por el aprovechamiento de estos viene dado por la perspectiva a futuro, relacionada con las preocupaciones ambientales y la búsqueda de alternativas alimentarias.
Claro ejemplo de ello sería la harina de gusano, elaborada a partir de larvas del coleóptero 'Tenebrio molitor', el cual ya se puede utilizar para elaborar alimentos y es posible verlo etiquetado en diferentes comestibles. Según informa Cristina Colina, nutricionista y dietista del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Castilla y León (CODINUCYL), a esta especie se unen otras tres: La langosta migratoria, el grillo doméstico y las larvas de escarabajo del estiércol.
La langosta migratoria se puede encontrar en formato congelado, seco y en polvo. Posee un alto contenido en proteínas, con 66 gramos por cada 100 de producto. La principal característica que lo diferencia del resto de insectos utilizado en su alimentación es su índice de fibra, que puede ayudar a la digestión humana.
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La comercialización del grillo doméstico para uso alimentario fue aprobada en febrero de 2022. Es uno de los más utilizadas por su valor nutricional, aportando 57,3 gramos de proteínas por cada 100. Además, incluye grasas saludables como ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados.
Estos insectos son los que alcanzan el porcentaje más elevado en proteínas, alcanzando el 72% de su composición. Por otro lado, aportan minerales beneficiosos como cobre, magnesio, fósforo, selenio, hierro y cinc. Además son una gran fuente de antioxidantes.
En España, a día de hoy, cuenta con 37 explotaciones de insectos repartidas por el país y en Salamanca esta siendo construida la granja más grande del mundo. En ella, se producirán derivados para la alimentación, la agricultura y la bioindustria.
Francia y Países Bajos han sido precursores en la producción e investigación de distintas especies, con varias empresas dedicadas a la elaboración de proteínas y aceites para animales y humanos a partir de estos insectos.
En que alimentos puede incorporarse
Panadería y Pastelería: panes, galletas, bizcochos y pasteles.
Productos proteicos: barritas de cereales y suplementos.
Platos preparados: pasta, fideos o pizzas.
Snacks: aperitivos distintos de patatas fritas.
Sopas y salsas: concentrados, polvos y cremas.
Productos cárnicos y sustitutos: preparados y sucedáneos.
Confitería: chocolates y manteca de cacahuete.
Bebidas: similares a la cerveza.
A pesar de los importantes beneficios que puedan aportar las diferentes harinas o larvas destinadas al consumo humano, existen una serie de aspectos que deben ser considerados como la transparencia en la trazabilidad y el etiquetado, la producción sostenible y la aceptación por parte del consumidor. Este último es especialmente sensible a juicio de Cristina Colina puesto que la expectativa de un sabor negativo, un desconocimiento de la consistencia o la incertidumbre en cuanto al origen y tratamiento del propio alimento provocan escepticismo y rechazo. Por todo esto, la incorporación de este componente a los alimentos se hace en forma de polvo.
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