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Jesús Pilar Sobejano, técnico de Turismo de Cigales, junto a la 'Catedral del vino'. Rodrigo Jiménez

Valladolid

La curiosa historia de las plantas de tequila en la Catedral del Vino

Jesús Pilar Sobejano, técnico de Turismo de Cigales, divulga el patrimonio de este templo de dimensiones catedralicias, cuyo origen está ligado a los mejores tiempos del clarete

Beatriz A. Casares y Rodrigo Jiménez

Valladolid

Lunes, 24 de marzo 2025, 06:53

En la provincia de Valladolid hay un templo apodado como la 'Catedral de vino'. Lo usual es que bodegas de renombre con grandes instalaciones o cuya historia sea significativa para la zona se denominen así, como catedrales del vino. No obstante, en Cigales este nombre se le ha asignado cariñosamente a la Iglesia Santiago Apóstol. «Es por sus dimensiones, que son prácticamente catedralicias, visibles desde la carretera, la autovía, según vienes de Valladolid», explica Jesús Pilar Sobejano, técnico de Turismo de Cigales.

Otro de los motivos que le ha hecho tener este sobrenombre es su arquitecto, Rodrigo Gil de Hontañón, que introdujo el Renacimiento en la Corona de Castilla y autor de la Catedral de Santa María de Segovia y la Catedral Nueva de Salamanca, entre otras. Por eso esta iglesia es apodada como catedral, el vino es lo que hizo que fuera posible su construcción.

«La venta del vino clarete de Cigales a partir del siglo XVI a las dos vecinas e importantísimas ciudades de Valladolid y Palencia hizo posible que esta pequeña localidad tuviera un poder económico muy importante gracias a la venta de ese producto. Y precisamente el reflejo de ello es esto, la Iglesia de Santiago Apóstol», detalla Jesús Pilar.

Tiempos de vino y bonanza

Está documentado que en el año de 1535, cuando empieza la construcción de esta iglesia, Cigales tenía 400 habitantes y 350 bodegas de producción. Un momento muy importante para el municipio debido a la cercanía con Valladolid, de la que está separada por 12 kilómetros. Por ello, cuando la capital de la Corona de Castilla se establece en Valladolid, durante esos siete años, el vino clarete de Cigales se convierte en el vino oficial y es el único que estaba exento del pago de impuestos. De esta forma llegaba muy pronto a la corte y al no tener aranceles era bastante económico.

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Estos factores hicieron que el consumo de vino clarete de Cigales se masificará en ese momento y propició que en esta localidad llegarán a tener residencia personajes tan ilustres como el duque de Lerma, el duque de Frías, los marqueses de Santillana, los condes de Benavente.

'Catedral del vino', retablo de tequila

En el templo destaca su retablo mayor del taller escultórico de Gregorio Fernández, «maestro de maestros, uno de los artistas más importantes de la historia». En el propio retablo se puede ver él un segundo momento histórico a destacar en la construcción de este templo. La bóveda celeste, que remata todo el conjunto de la capilla mayor, llama la atención es por una gama cromática intensa con colores amarillos, azules, morados y naranja, esto se debe a que es bastante posterior.

Felipe II trasladó la corte de Valladolid a Madrid. Lo que para iguales se traduce en casi la desaparición de la venta de vino. Puesto que vino tardaba semanas en llegar a Madrid y cuando lo hacía estaba prácticamente imbebible. La época de bonanza se acaba y la economía local se ve paralizada y, por lo tanto, la construcción de la iglesia también.

La apodada como 'Catedral del vino' de Cigales empezó a construirse en 1535, pero no se finalizó hasta 1772. Al quedarse sin financiación, no fue hasta el siglo XVII, que Fray Antonio Alcalde volvió a invertir en esta iglesia. Este cigaleño de nacimiento, fue formado en el Colegio de los Dominicos de San Pablo en Valladolid y nombrado por Carlos III obispo de Yucatán en México y finalmente estuvo el resto de su vida como obispo de Guadalajara en México. No olvidó nunca sus orígenes y envió unas cantidades económicas muy importantes desde aquel territorio para finalizar la construcción arquitectónica y sobre todo los dos retablos laterales.

Por este motivo, esta iglesia tiene una bóveda celeste mexicana que policromaron dos pintores muralistas de Guadalajara. Además, en el arco principal tiene una pequeña decoración floral en la que está presente la planta del agave, es el símbolo de Jalisco, cuya capital es Guadalajara y con el que se elabora el tequila, un guiño a México y su cultura.

Marcas de canteros masones en sus paredes

Las marcas de cantero en las iglesias siempre son muy recurrentes, todos los artistas firman sus obras de arte y los canteros también. Estas marcas sirven para informarnos quién ha llevado a cabo la obra y también para cobrar, si no hay marcas de cantero no se cobra.

Rodrigo Gil de Hontañón no encontró mano de obra cualificada para poder llevar a cabo este proyecto y lo que hizo es traerla desde Italia, que perfectamente conocían la forma de trabajar y llevar a cabo esta obra. Y lo más curioso es que esos canteros que vinieron eran masones y por eso los pocos símbolos que encontramos o marcas de cantero que hay en la iglesia son símbolos masónicos. El más reconocible es el compás invertido con la punta de diamante. Puede parecer una 'A', pero la parte de arriba tiene la plomada de lo que sería ese compás y el diamante en la parte interior, representando uno de los símbolos masones por excelencia.

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