Se calcula que cada año fallecen en España 54.000 personas víctimas de enfermedades cardiovasculares, respiratorias y distintos tipos de cáncer provocados por el tabaco. Sin embargo, esta adicción no solo supone un peligro para la salud sino también para la circulación, ya que son muchas las personas que fuman al volante. Conductas como contestar al móvil en carretera, utilizar el navegador para cambiar una dirección o encender un cigarrillo son algunas de las distracciones más habituales que cometen los conductores mientras manejan un vehículo y que pueden costar muy caras.
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Los datos de la Dirección General de Tráfico (DGT) recogen que el 32% de los accidentes mortales que se produjeron en 2021 se debieron a precisamente a las distracciones. Además, un reciente estudio elaborado por Línea Directa apunta en el mismo sentido y concluye que este tipo de conductas están detrás de uno de cada tres siniestros con fallecidos.
Para entender por qué fumar en carretera, una de las distracciones incluidas en el listado de causas de la siniestralidad, supone un peligro tanto para el conductor como para los acompañantes y el resto de vehículos, basta con analizar el tiempo que se pierde en encender y fumar un cigarro.
La DGT advierte de que, de media, se tarda 4,1 segundos en encender un pitillo, lo que significa que, por ejemplo, en una autovía, donde se circula a una media de 100 o 120 kilómetros por hora, se recorren 113 metros «a ciegas» centrando la atención en el tabaco y no en la carretera. También hay que tener en cuenta que para fumar un cigarro se requieren unos 3,4 minutos de media. Esto significa que a 100 kilómetros por hora, estamos recorriendo seis kilómetros soltando una mano del volante, lo que supone controlar peor el vehículo en zonas de alta velocidad.
Otro de los peligros del consumo de tabaco en un coche es la concentración del humo en el interior. Además de dificultar la visión del conductor, inhalar monóxido de carbono supone un aumento del cansancio y la somnolencia, además de conllevar la pérdida de reflejos. Por si fuera poco, la combustión del cigarrillo también produce gases irritantes para los ojos. Teniendo en cuenta todos estos efectos, a pesar de que la DGT no prohíbe fumar en los coches, resulta un riesgo al volante que puede evitarse.
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