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La Iglesia de la Vera Cruz atrae a propios y extraños durante las celebraciones del Viernes de Dolores. Las vísperas procesionales están acrecentando las ... visitas al templo después de su reapertura tras el cierre por el colapso de la cúpula. La cofradía ha abierto las puertas de la penitencial, de par en par, con motivo del tradicional besapié a la Dolorosa durante la Semana Santa de Valladolid aunque este año la imagen mariana compartió atenciones con la bóveda caída hace nueve meses. Eran tantas emociones las vividas esta mañana en este templo de la calle de la Platería que hasta el propio arquitecto del proyecto de reconstrucción, Fernando Bonrostro, se mimetizó entre cofrades y devotos para volver a respirar ambiente espiritual en un inmueble sobre el que ha estado trabajando muchas horas y en un proyecto que le ha significado muchos desvelos, según reconocía él mismo, pero que también reconocía que le ha conllevado ampliar conocimientos en su dilatada carrera profesional por la singularidad de las circunstancias.
Desde la plaza del Ochavo y Platerías el foco iba situándose en la Virgen de la Vera Cruz, la imagen de Gregorio Fernández perteneciente hasta hace casi tres siglos al grupo escultórico de El Descendimiento, que presidía el templo. Una talla protagonista en un elegante montaje con una veintena de velones dispuestos sobre otros tantos candelabros así como flores blancas en el área del presbiterio, a los pies del suelo hundido por el colapso de la cúpula. Una escultura que brillaba con luz propia después de limpiarse tras el suceso donde se comprobó que ésta y el resto del patrimonio de la hermandad no había sufrido daño alguno ante los numerosos cascotes generados del ladrillo, yeserías y teja caídos hacia el interior.
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Ahora, Jesús Atado a la Columna, el Ecce-Homo, la Oración del Huerto o La Borriquilla lucen en su máximo esplendor y así están disfrutándolo cientos de devotos durante toda esta jornada en una convocatoria que significa en la ciudad el preludio de las celebraciones de Semana Santa. Unos devotos que rezaron ante la sagrada imagen pero que, inevitablemente, como ha comentado el presidente de la Vera Cruz, Raúl Díez, la mirada era compartida entre la propia Virgen y hacia el lucernario superior por donde entraba mucha luz al templo. Una luminosidad que casi parecía milagrosa ante la circunstancia de volver a poder celebrar este Viernes de Dolores arrodillados o sentados en un banco del mismísimo templo penitencial con mucha devoción y peticiones personales que este año tenían una común: la gratitud porque el colapso ya es un hecho histórico en que no ocurrió ninguna desgracia personal y que se ha podido sobreponer para estar en casa durante esta Semana Santa.
Hasta los propios sacerdotes que han celebrado durante este viernes pusieron en común con su feligresía la gratitud por volverse a encontrar en el templo, junto a Nuestra Señora de la Vera Cruz. Beatriz, María del Mar o Dolores junto a Miguel o Gregorio eran algunas de las personas que lo comentaban en un corrillo. Porque si algo llamaba también la atención de este viernes han sido los numerosos corrillos, en el interior del templo y a las puertas, comentando los pareces sobre la recuperada cúpula. Eran las conversaciones de la grieta, porque la marca que se ha perfilado en lo alto del templo, en la misma zona donde colapsó arrastrando también a la linterna y la veleta de la bola dorada, fue objeto de debate.
Un debate que incluso se trasladaba a los cofrades que estaban por allí dado que además de estar pendiente de la organización de las misas o del propio besapié durante esta jornada han actuado de cicerones para dar explicaciones de lo sucedido y de lo ejecutado a quien lo demandaba. Unas explicaciones que terminaban de la misma manera: «Fue un hecho milagroso» que, incluso, pese al estruendo de la caída y el golpe de los cascotes contra el suelo y la consiguiente onda expansiva, lo cierto es que tan siquiera afectó, por ejemplo, al valioso expositor de cristal donde la hermandad tiene custodiada la reliquia de la Cruz de Cristo que tiene en su haber y que es el verdadero origen de esta penitencial, la más antigua de la capital (finales del siglo XV).
Pues la misma intensidad de cómo relucía la Virgen de la Vera Cruz también lo acaparó la reconstruida cúpula -que ha recuperado ventanas, colores y formas sobre la original- mostrándose en este sentido felices tanto Raúl Díez como Fernando Bonrostro al ver también las caras y los gestos de los devotos que, incluso, en algunos momentos, han hecho colas para acceder a besar el pie de la sagrada imagen que, como en los días grandes, lucía su diadema impuesta en la coronación canónica de septiembre de 2023 así como la espada del dolor, dolor mariano y dolor de los vallisoletanos, como reza la tradición y que el próximo Sábado Santo culminará con el ofrecimiento de los dolores de la ciudad que precisamente este año será a cargo del citado arquitecto de la obra, Fernando Bonrostro.
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