La gran factoría de Gregorio Fernández, la representación escultórica del máximo exponente del barroco castellano, se quedó ayer en casa. Regresaron las procesiones a la capital en esta edición postpandemia y también volvió a aparecer el invitado pronosticado menos deseado: la lluvia. Y reapareció con la Procesión del Rosario del Dolor, un desfile considerado como un resumen de la gran procesión general del Viernes Santo pero que también tiene en su haber uno de los datos estadísticos más luctuosos: ser uno de los desfiles más antiguos del programa y el más suspendido a lo largo de su historia.
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Las previsiones volvían a concentrar las borrascas de esta semana en la tarde y noche del Lunes Santo. Y se cumplió. Esta circunstancia provocó ayer la suspensión de las dos procesiones programadas: el Rosario del Dolor y la del Cristo de la Buena Muerte, lo que provocó momentos de tristeza e incluso alguna lágrima en las iglesias de la Vera Cruz o de la Antigua, aunque todas las cofradías participantes en las mismas se consolaron organizando en sus sedes los actos que deberían haberse realizado en la calle, es decir, activando el plan alternativo para hacer vida cofrade y realizar un acto de oración.
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Durante toda la tarde se repitieron escenas de esperanza por querer salir, porque incluso engañó el sol, pero las precipitaciones no dieron tregua. Las cofradías de la Oración del Huerto, del Atado a la Columna, de los Artilleros, del Despojado, de las Siete Palabras y de la Vera Cruz, junto con el Museo de Escultura, acordaron suspender un desfile programado a las ocho de la tarde, la misma hora en que empezaron a llenarse sus respectivos templos tanto de cofrades como de público para ver in situ los pasos que deberían haber salido a las calles.
La suspensión se anunció por megafonía a una calle Platerías completamente abarrotada, gentío que llenaba hasta la plaza del Ochavo, y que incluso vivió momentos de confusión ante la interpretación de un tema por parte de la banda Pureza con la que parecía que la procesión sí iba a comenzar. Pero no. Y seguidamente empezó la tromba de agua.
A las 20.30 horas comenzaba en la Vera Cruz, punto de partida del desfile, el rezo del rosario ante unos devotos entregados y atendiendo con especial interés a cada uno de los pasos que están expuestos en esta iglesia que está considerada como el museo de Gregorio Fernández: la 'Oración del Huerto' (Andrés de Solanes, 1629), 'El Señor atado a la Columna' (G. Fernández, 1619) y el 'Ecce-Homo' (G. Fernández, 1620), junto con la imagen de la 'Virgen de la Vera Cruz' (G. Fernández, 1623).
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El piadoso ejercicio también se trasladó a las parroquias de San Andrés y de Santiago, sedes del Despojado y de las Siete Palabras, respectivamente, donde también mucha gente siguió esta oración y allí se pudieron admirar los otros dos pasos que deberían haber participado, 'Camino del Calvario' (Gregorio Fernández, 1614) y 'La Crucifixión del Señor' (taller vallisoletano, 1650). No obstante, aún confiando en que las lluvias se vayan disipando, todas las directivas de estas cofradías invitan a contemplar su patrimonio en las iglesias o en las próximas procesiones en que está previsto que alumbren sus imágenes.
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