Consulta la portada de El Norte de Castilla
Víctor Herrero, durante el sermón de las Siete Palabras, en la catedral. ALBERTO MINGUEZA

«En medio de la intemperie, podemos estar solos juntos», proclama Herrero en el Sermón de la Siete Palabras de Valladolid

El acto se ha tenido que trasladar desde la Plaza Mayor a la catedral debido a la lluvia caída a primera hora de este Viernes Santo

Víctor Vela

Valladolid

Viernes, 2 de abril 2021, 13:49

«La vida es un don que consiste en darse», asegura Víctor Herrero de Miguel (Salamanca, 1980), de la Orden de los Hermanos Menores de los Capuchinos, encargado este año –con hábito franciscano, desde el púlpito de la catedral– de pronunciar el Sermón de las Siete Palabras.

Publicidad

La tímida lluvia caída y las previsiones poco halagüeñas en esta mañana del Viernes Santo han obligado a trasladar la celebración desde la Plaza Mayor (iba a ser el único acto autorizado en la calle para esta Semana Santa) al interior de la seo que, con el aforo a un tercio, escuchó un sermón cercano, directo, con recuerdos personales y pespunteado por citas de Borges, Quevedo o Gabriela Mistral.

Y en el que no faltaron las alusiones a una pandemia ha llegado para recordarnos «la fragilidad, la vulnerabilidad humana». «El lugar en que acontece la vida es la intemperie. Y no ahora, en este ya larguísimo año en el que un virus ha ido demoliendo los cimientos de nuestra forma de vivir, que parecían de acero y eran de paja. La intemperie, desde siempre, es nuestro espacio», proclama Hererro, para añadir: «Si la nuestra es una condición precaria, lo es también preciosa: vivir es encontrarse, la vida es vínculo y amparo». Y así, reivindicó la palabra «más humana que existe: fraternidad, frente a su contraria, la de la indiferencia». Porque en esta intemperie, más evidente que nunca por culpa del virus, nos hermana «el frío, la noche y el dolor». Y ante esto, nada mejor que combatirla en compañía.

«Pensar que sabemos siempre lo que hacemos o que somos solamente lo que sabemos o hacemos es construir un falso techo en la mansión de la intemperie, que es nuestro hogar», continúa Herrero, quien entiende que es «perversa la reducción del conocimiento y del ser humano a la técnica», ya que «transforma algo positivo e imprescindible en un absoluto» que «impide recibir todos los matices».

Ver fotos

Imagen. Asistentes al sermón de las Siete Palabras en la Catedral. A. MINGUEZA

En el sermón, que reflexiona en torno a las siete últimas palabras que pronunció Jesucristo en la cruz, Herrero insistió en que «el paraíso, en esto consiste la promesa de Jesús, no es un premio como el que dan los bancos a sus inversores más fieles, sino la compañía de quien pasó su vida acompañando a los más tristes, a los más solos, a los que (aunque tengan manchas en la ropa, en el pasado o en la piel) tienen limpio el corazón». «¿Qué pensarán de Jesús quienes, en las multinacionales, en los despachos del poder o en los reinos digitales reinan ahora? «Para descubrir que Jesús es rey hay que estar crucificado».

Publicidad

Herrero reivindicó esas siete palabras, tan vigentes como siempre («son palabras que no se lleva el viento, son siete actos de amor»), para «guardarlas dentro y, cuando suceda que alguien nos haga algún daño o cuando hagamos daño nosotros, se descongele la plabara del perdón». Esto esto, propuso que «cuando se inocule en nuestras vidas el virus del miedo, nos vacune la palabra de su promesa y confiemos en que, en lo hondo, lo bueno siempre podrá ser». Así, «en medio de la intemperie» recordó que hay que sentir «que podemos estar solos juntos».

Herrero, antes de la bendición del cardenal Ricardo Blázquez, expresó su agradecimiento a la ciudad de Valladolid. «Si es cierto que todo el mundo es nuestra casa, no lo es menos que necesitamos convertir en algo concreto esa posibilidad de hogar y aquí, en esta ciudad bañada por el sol y por las nieblas, me he sentido en casa, me han hecho los que aquí me acogieron sentirme dentro de un verdadero hogar».

Publicidad

Durante el sermón, hizo memoria de varias vivencias personales. Entre ellas, recordó a Pilar, su madre, quien «permanece muchas horas conectada a una máquina de oxígeno». Y por eso, subrayó un verso de Raquel Lanseros: 'Ante el placer de respirar me postro'. «Tiene razón: el aire es una catedral», apuntó Herrero ante las 280 personas (aforo máximo, con varios accesos al templo y asientos señalizados) que ha seguido su sermón en el interior de la catedral.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad