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Un pregón de ciudad, de espiritualidad y cofrade que llamó a la participación, a experimentar las emociones íntimas y a sentir las vivencias de la ... piedad y de la liturgia. Fue una llamada al tiempo que una invitación a la tradición arraigada más vallisoletana en un tiempo cuaresmal de escucha enmarcado en la solemnidad jubilar del Sagrado Corazón de Jesús. Luis Jaramillo, «un vallisoletano de Zamora», pregonó en la noche del viernes las excelencias cofrades, ciudadanas, urbanas y religiosas de Valladolid y su Semana Santa «como creyente, como cofrade, como enamorado de una ciudad que sabe vivirla y contarla, y como devoto admirador de estas tradiciones y que, al igual que muchos de vosotros, de niño jugó a procesiones».
Fue un anuncio de un hermano cofrade con un mensaje dirigido a toda la ciudad en un personal y entrañable recorrido devocional y callejero donde quedó de manifiesto su dominio de la palabra y su registro de voz para hablar de procesiones y de fe como ciclo vital que significan para muchos.
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La Catedral acogió anoche el pórtico de la Semana Santa de Valladolid 2024 donde el pregonero trasladó con su palabra «la emoción, el sentimiento, la piedad y la tradición que nos transmite la celebración de la Semana Mayor en nuestra ciudad». El periodista hizo llegar a los presentes sus impresiones «de lo que va a suceder aquí en estos días», les invitó «a cerrar los ojos y escuchar en mi palabra el tintineo de una esquila, el chasquido de una tablilla, el golpe de un martillo, el chillido de la trompeta, el redoble de un tambor o la melodía de una marcha procesional».
Con esta escenografía, además del Cristo cargado con la Cruz de la Cofradía de la Pasión que presidió el acto, comenzó su particular procesión de invitar a los vallisoletanos a la Plaza Mayor, a Las Delicias, a La Rondilla… al entorno conventual, a la zona del Campo Grande o a la plaza de Santa Cruz entonando con más vehemencia en esta enumeración la calle de la Platería: por vía urbana modelo, por epicentro devocional de maestro Gregorio Fernández y, sobre todo, por la algarabía infantil.
Porque hizo viajar a todos por el tiempo de Cuaresma, por todos los días de la Semana de Pasión pero especialmente por el Domingo de Ramos, de las escenas vividas esta jornada de alborozo infantil con la bendición del arzobispo desde el balcón de la Penitencial de la Vera Cruz: «¡Qué vitalidad!, ¡qué explosión de alegría!, ¡Qué fortaleza cofrade!», se enorgulleció Jaramillo Guerreira al describir el paso de la Borriquilla como «una de las estampas más bellas de estos día».
La disertación, además, le llevó a destacar el trabajo de las cofradías con sus secciones infantiles, animando a los cofrades adultos a perseverar en este camino porque, como dijo el pregonero levantando la mirada a los asistentes: «Solo se ama aquello que realmente se conoce y cuando tu participas de niño, todo se graba en tu mente y en tu corazón de una forma más firme. Por eso los niños de hoy serán los cofrades del mañana y, si participan activamente de todo lo que las cofradías les ofrecen, aprenderán a amarlas como algo propio y a percibir el auténtico valor de las celebraciones de la Semana Santa». Es más, la tarea infantil y las obras de misericordia, a juicio del pregonero, «son un buen ejercicio de las obras de misericordia en las que todos debiéramos estar implicados. Nos sentiríamos mejor».
Un mensaje que, pese a que la megafonía no estuvo a la altura de la solemnidad del pregón, entroncó con las vivencias más propias de la liturgia, de la ayuda al más necesitado, de la histórica labor social y asistencial de las hermandades que se desarrolla durante todo el año si bien en esta semana procesional es la más popular en cuanto a la manifestación de fe, patrimonial y humana en lo que significa la intensa actividad cofrade mucho más allá de las salidas a las calles.
El periodista agradeció de este modo «el espíritu semanasantero con el que muchos viven durante todo el año» y también aprovechó su tribuna para reclamar hermandad entre las cofradías estos días y durante todo el año: «Se trata de aplicar a nuestra vida las enseñanzas de estos días. Se trata de vivir en hermandad. La propia palabra lo dice: hermandad, confraternidad, amistad, solidaridad, concordia. ¡Cuántos sinónimos con un mensaje en positivo, que debieran calar hondo en nosotros para hacer que todo fuera más fácil y fuéramos más comprensivos!».
A partir de aquí lo hizo extensivo al mundo, «que desgraciadamente no camina por la fortaleza de todos estos términos y lo que significan» para indicar seguidamente que «es importante que desde las cofradías nos afanemos en poner nuestro granito de arena y hacer que en ellas reine de verdad la hermandad».
«Significa que debemos arrimar el hombro para el esplendor de nuestras procesiones, sí, pero también para ayudar a los demás», determinó, en un papel compartido entre cofrade y espectador para incluso amonestar en tono franciscano: «De nada sirve coger un hachón y ponerse un capirote para salir en procesión, si todo se queda en eso».
El director de COPE en Castilla y León animó a la participación. A todos. A los cofrades de número en sus filas y a los cofrades de acera para admirar, sentir y vivir en toda su dimensión como un verdadero acontecimiento de ciudad en la calle y en los templos: «¡Semana Santa somos todos!». Una exclamación sobre algo «heredado de muchos siglos atrás y que mantenemos porque tenemos una fe, una cultura y una tradición que están instaladas en nuestra mente y en nuestro corazón y que nos llevan a participar», a lo que abrió las puertas de las cofradías y de las iglesias a todos porque «no sólo son Semana Santa los cofrades o los cargadores».
«Semana Santa somos todos, los que nos ponemos un hábito, los que cuidan las iglesias, los que arreglan las cosas para que la procesión salga, los que contamos a la sociedad lo que es y significa nuestra Semana Mayor y, por supuesto, los espectadores», significó.
Con estos mensajes, el pregonero, cofrade y periodista salió a las calles en este mismo momento, antes de los desfiles procesionales, haciendo valer a los vallisoletanos el orgullo de ciudad «porque puede presentar todo el año, en sus iglesias y museos, un patrimonio escultórico sin igual. Tallas impresionantes, realistas, con un valor patrimonial altísimo y, lo más importante, con un valor devocional y espiritual infinito».
Resaltó en este punto que los imagineros de la escuela castellana son nombres «que están siempre en la vida cofrade y en la de la propia ciudad». Honra cofrade y honra vallisoletana, «un nexo con el Padre», en unos tiempos donde «no hacen falta redes sociales, ni datos móviles, hace falta mirar con fe, sentir emoción y la oración brota», dijo dirigiéndose en este punto al prelado vallisoletano. También reclamanado a todos, desde su faceta más periodística: «Poneos frente a estas imágenes. Mirad a Dios muerto en la grandeza de la madera tallada y policromada por Gregorio Fernández o Juan de Juni, ¿hay mejor y más eficaz medio de comunicación que nuestras imágenes?».
En este momento, la mente, la pluma y anoche el discurso de Luis Jaramillo tomaron un cariz más personal y sentimental, como el de quienes se cruzan las miradas en Semana Santa, citando así la «expresión de humanidad» del Cristo de las Mercedes de las Siete Palabras; «la sencillez y dulzura» de Jesús Nazareno de la penitencial homónima; «la serenidad y el sufrimiento» del Cristo del Perdón de la Cofradía de la Pasión; «la mirada doliente y bella» del Atado a la Columna; «la divinidad suma» del Cristo de la Luz de los universitarios o el dolor «excelso y dramático» de la Virgen de las Angustias. Algunas de las numerosas imágenes devocionales de la capital que reciben el calor cofrade y ciudadano en las calles gracias al ímpetu de los sonidos, entre los que destacó el que los vallisoletanos recuerdan con gran cariño, las piezas coreadas del 'Hosanna al Hijo de David' el Domingo de Ramos o el 'Aleluya' del Domingo de Resurrección.
«Se va una semana intensamente vivida, llena de emociones y significados y la ciudad vuelve a su rutina», concluyó Jaramillo, que se mostró convencido de que al terminar estos días de Pasión, «se cumple, una vez más, este ciclo vital que sucede cada año. Así lleva siendo por generaciones desde siglos y así se demuestra que la creencia, la cultura, la tradición, están en nuestra raíz. Con el trabajo y el esfuerzo, con la base de lo aprendido desde niños y la madurez que aporta el paso de los años». «Las generaciones pasadas lo hicieron y, como nosotros, estoy seguro de que las futuras lo seguirán haciendo», terminó.
El pregón y su pregonero llenaron los primeros bancos de la Seo Metropolitana de autoridades civiles y militares. El acto estuvo presidido por el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, y el deán catedralicio, José Andrés Cabrerizo, en la parte religiosa, y por el regidor vallisoletano, Jesús Julio Carnero, junto con su equipo de Gobierno y varios concejales del Grupo Socialista en la zona de la Corporación Municipal, todos escoltados por los maceros del Ayuntamiento. El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, junto a su esposa Fina Martín, destacaban entre las autoridades presentes junto al presidente de la Diputación Provincial, Conrado Íscar, además del subdelegado del Gobierno en Valladolid, Jacinto Canales, o la delegada territorial de la Junta, Raquel Alonso. También asistieron anoche la Catedral a consejera de Movilidad y Transformación Digital, María González, y el consejero de Industria, Comercio y Empleo, Mariano Veganzones. En esa misma zona de invitados estaban los diputados y senadores vallisoletanos como los populares Mercedes Cantalapiedra, José Ángel Alonso y Eduardo Carazo del PP, junto con el socialista Javier Izquierdo. Y junto a ellos, autoridades militares. En el banco de enfrente, por su parte, representantes de todas las cofradías vallisoletanas encabezadas por la directiva de a Junta de Cofradías presidida por su presidente, Miguel Vegas. En la parte musical de la convocatoria, el coro masculino Laude Amigos de San Felipe Neri de Valladolid con Ricardo Banco a la trompeta y Juan Pablo Hervada al órgano en una ambientación con la marcha Reina de Reyes, el Himno Veni Creator, Anima Christi y Cor Iesu para finalizar con el renovado Himno de la Semana Santa de Valladolid en una versión del propio autor para voces masculinas, órgano y trompeta.
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