Segovia

Al volante mientras el resto duerme: «Es duro, pero te permite ahorrar»

La pareja se turna en el taxi, aunque no les sobra el tiempo libre, pues ella se dedica «en cuerpo y alma» a la hostelería. Ángel fue una solución de confianza para dar uso a la licencia: sin él, hubiera necesitado contratar a otro conductor. «Mejor que quede en familia que con una persona desconocida. Nadie va a cuidar tu coche como tú». Su primer día lo pasó con su suegro, taxista, que le acompañó en los primeros servicios por Segovia. «Y me soltó a volar», sonríe. Algo que asumió sin presión: «No hay mejor forma de aprender que equivocándose». Cogiendo la calle que no era, preguntando al cliente cuando el destino es recóndito. «Estudié las calles como Google y cogiendo el coche para pasear por todas, eso es primordial».

Con pautas como ser amable con el cliente, hablarle siempre de usted, independientemente de la edad. Si hay varios recorridos para una ruta, darle a elegir. Cuenta un servicio a Navas de Oro, con la opción de ir por la carretera de Arévalo, unos dos kilómetros menos, o por la de Valladolid. «Lo suyo es llevarle por la primera. No es el recorrido más rápido, pero sí el más económico. El cliente suele elegir el que haría con su propio coche». Por el camino, lecciones como una recogida en Zarzuela del Monte donde no había nadie. Así que pide que en casos así se abone una pequeña parte como fianza.

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Su resumen es que el taxi se exprime a partir del viernes. «En una ciudad así, el fin de semana te permite salvar las cuentas. Entre semana hay trabajo, pero poco. Y más en estas fechas, estos meses son malísimos». Entra a trabajar el viernes, con unas nueve o diez horas: desde las siete y media de la tarde a las seis de la mañana. Los sábados sale más tarde, alrededor de las diez y media, porque «la gente vuelve más tarde a casa» y acaba el turno a eso de las ocho del domingo. A partir de ahí, una pequeña parada en boxes de unas pocas horas para estar en marcha antes de las tres y terminar a eso de las diez, para aprovechar el día libre de su pareja. Porque conciliar taxi y hostelería son palabras mayores.

«Somos animales de costumbres y el cuerpo se acaba acostumbrando a lo que le des. Sigo opinando que las noches son para dormir, pero es lo que hay». Entre semana llega a casa a eso de las cuatro de la madrugada, duerme hasta las 11, gimnasio y clases de inglés, una base en su formación. «Un cliente extranjero agradece mucho que te puedas comunicar con él». Y el reto físico de pasar tanto tiempo sentado. «Es esencial estirar, caminar muchísimo, incluso correr. Pero cuesta mucho, se nota que tu cuerpo no duerme a las horas que hay que dormir. Duermes, pero no descansas».

«Se nota que tengo más ingresos, está claro. Es un trabajo que te permite ahorrar, es mi objetivo». Algo a lo que ayuda pasar tanta noche ocupado, tiempo que no consume. «Sin privarme de una comida, de una compra. Si pasa algo, tienes tu colchoncito». Por ejemplo, no necesita vehículo propio. «Y eso que me encantan. Lo mismo en unos años puedo darme un caprichito, comprarme uno que me motive». Para eso soporta los vaivenes de la noche.