Fiestas en Cuéllar
Triunfo emocional de Diosleguarde en una tarde con toros por encima de los torerosSecciones
Servicios
Destacamos
Fiestas en Cuéllar
Triunfo emocional de Diosleguarde en una tarde con toros por encima de los torerosSi se quieren ahorrar la lectura íntegra de esta crónica (que no se lo aconsejo) cabe establecer que lo mejor de la tarde, lo de mayor autenticidad, sucedió en un tercio de banderillas. Con su epílogo de una ovación atronadora y el saludo, reverencial, de ... los rehileteros. Los matadores, sus faenas, eso fue otra cosa. Diferente. Dos de ellos, el galo Juan Leal y el madrileño Víctor Hernández realizaron desmonterados el paseíllo, nuevos en la plaza. Su primera tarde en el coso cuellarano. Si fuera, a su vez, la última, nadie los echará de menos.
Noticia relacionada
César Mata
A Diosleguarde se le acogió con infinito cariño. Se le obligó a saludar tras romper el paseíllo. El recuerdo de la gravísima cornada que sufrió al entrar a matar a un Cebada Gago hace dos temporadas en este mismo ruedo, y que casi le cuesta la vida, se hizo presente. También cuando brindó su primer toro al equipo médico que logró que remontara una situación crítica cuando el salmantino llegó al quirófano. Una emoción retrospectiva que, ante el quinto, le permitió desorejar a su oponente de Araúz de Robles, un animal de escasa ofensividad ante el que ejecutó una faena difusa, intermitente. Con más alma en sus postrimerías, pero sin redondez. Forzados algunos lances, otros sin todo el reposo que permitía la embestida de Picotero.
Trofeos a todas luces excesivos, concedidos por un presidente que, hasta ese momento había solventado con entereza la leve petición de oreja tras la muerte del tercero de la tarde, finalizada una faena monocorde de Víctor Hernández. Que estuvo por debajo de las posibilidades que le ofreció Vividor, que tal era el nombre del pronto ejemplar del hierro titular.
Desdibujado, desnortado y sin establecer un mínimo criterio en sus faenas, Juan Leal traicionó (dejando en mal lugar su apócrifo apellido artístico) la oportunidad que se le había otorgado en la feria cuellarana. Para que no quedara ninguna duda de su toreo vacilante e incierto, ventajista, rubricó su primera faena, tras pinchar previamente, con una estocada chalequera de manual. De manual de estocadas indecentes. En el cuarto reiteró la falta de disposición y, de tanto torear en postura forzada y encorvada, mañana es posible que pida cita al fisio. Desleal su paso por el coso de la villa mudéjar.
Escurrido de culata, sin remate, el segundo de la tarde, primero de Manuel Diosleguarde, fue un buen toro. Que, prácticamente, se fue sin ser toreado a la sala de despiece. No aprovechó el charro las nobles embestidas de Lancero. No fue un toro extraordinario, aunque mostró un suficiente fondo de raza. Lo pinchó por triplicado, lo mató con cierta prevención y lo tuvo que descabellar. En el mismo momento en el que sonó un amenazante segundo aviso.
Ya con la luz artificial Víctor Hernández, nuevamente con una clamorosa falta argumental, con la muleta en exceso retrasada y sin mando para embarcar la singladura de Carantoña, fue despedido con indiferencia.
La salida a hombros de Manuel Diosleguarde fue un guiño nostálgico a la superación de una situación límite. Un tributo a la melancolía, en una tarde en la que los toros de Araúz de Robles, diversos en su juego, aunque con homogénea nobleza, estuvieron, en líneas generales, por encima de los coletudos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.