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El popular Entierro de la Sardina ha tenido tintes reivindicativos. Las comparsas aprovecharon el simbólico cortejo fúnebre que lleva las sardinas a la hoguera para pedir públicamente al Ayuntamiento de Segovia que el próximo año traslade este desfile al sábado, víspera del Domingo de Piñata, para salvarlo de una muerte segura, ahogado por la tristeza y la escasa participación que depara la tarde del miércoles, un día de entresemana. «El Entierro de la Sardina el miércoles está muerto; el sábado, lleno de vida e ilusión. Hay que cambiarlo ya!!», decían los carteles que las comparsas portaron durante el desfile.
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El debate afloró durante la organización del Carnaval. Las comparsas se lo propusieron a la Concejalía de Cultura, que valoró el cambio de fecha. Finalmente, se decidió dejarlo como está, por respeto a la tradición, que hace coincidir el Entierro de la Sardina con el Miércoles de Ceniza, comienzo de la Cuaresma en el calendario católico. «Creemos que el desfile de la Sardina podía lucir más el sábado, porque es un día de descanso, víspera de domingo, y eso ayuda a la participación. Los miércoles suelen ser muy flojos», señalan miembros de las comparsas.
La protesta, no obstante, fue pacífica. Los carnavaleros se limitaron a expresar su opinión. Sí se notó menos participación que otros años, aunque, verdaderamente, el desfile de la Sardina nunca ha tenido nada que ver con los del primer sábado, el Domingo Gordo o el Martes de Carnaval.
El cortejo fúnebre partió de la plaza de las Sirenas sobre las siete de la tarde. Estaban casi todas las comparsas. Lo abrían los dulzaineros de la Escuela de Dulzaina de Segovia. Los miembros del Ampa del colegio Cooperativa Alcázar, mayores y chicos, marchaban los primeros, disfrazados de dulces tartas. Después iban los de la Semifusa, que portaban una sardina pintada en un cartón, sin más ornamento, en el que podía leerse: «El simple entierro del Ayuntamiento a la sardina. Descanse en paz». Leopardos, jirafas, monos y tigres danzaban al compás del 'Bimbó' de Georgie Dann.
Los Vacceos, todos de rosa, y los Semaforitos, muy pocos, cerraban el desfile. Unos y otros fueron depositando sus respectivas sardinas en la gran hoguera que los bomberos acababan de emprender en el centro de la Plaza Mayor. Allí ardieron los días de fiesta y exceso, aunque todavía queda el horizonte del Domingo de Piñata, que este año contará con una importante novedad: la representación de la Fiesta de la Vaquilla, procedente del Carnaval de Arcones, recientemente declarado fiesta de interés provincial. Será el plato fuerte de la jornada, además de la entrega de los premios a los ganadores de los distintos concursos.
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