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Un grupo de personas hacen cola en la oficina del Ecyl de Segovia. Antonio de Torre

Uno de cada tres trabajadores en sectores como el de limpieza está pluriempleado

La reforma laboral no ha frenado un fenómeno que afecta especialmente a las mujeres y a sectores como la limpieza

Lunes, 7 de noviembre 2022, 00:18

Si el pluriempleo es uno de los primeros síntomas de la precariedad laboral, el escenario actual plantea un terreno pantanoso. El año pasado cerró en España con 546.700 personas con más de un empleo, un 22% más que el año anterior, según datos del ... Instituto Nacional de Estadística. Es el dato más preciso disponible, pues consultados los Ministerios de Trabajo y Seguridad Social no disponen de datos de afiliación extrapolados al pluriempleo. Los expertos interpretan este indicador como un reflejo del uso de la contratación a tiempo parcial y de la disminución de la renta de las familias, necesitadas de un segundo empleo para llegar a final de mes. El reflejo en la provincia, sin datos globales, es que esta figura afecta en algunos sectores a más de un tercio de los trabajadores, especialmente a las mujeres.

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«Las Administraciones Públicas no lo vigilan mucho. Permiten que se reduzcan jornadas, volver a la explotación de haber más trabajo en menos tiempo, y a destajo», resume Esther González, responsable de la Federación del Hábitat de CC OO en Segovia, que incluye seguridad, construcción, limpieza o ayuda a domicilio, con una muestra de más de 500 afiliados. En sus consultas, predominan las mujeres. «Seguimos en la precariedad del sector femenino y las empresas siguen priorizando contrataciones de hombres. Hemos mejorado muchísimo, pero estamos a años luz de igualarlo». Eso se traduce también en que los sueldos sean más altos. Aunque el pluriempleo sea menor en ellos, predomina en sectores como la hostelería o en los auxiliares de seguridad, con contrataciones pequeñas y de fin de semana. En otros como en la madera o la construcción es menos habitual.

«Son trabajos muy volubles y muy inestables en el tiempo, pero igual solo tienen jornada completa en verano y luego vuelven a las 15 horas semanales». Las camareras de piso son un ejemplo paradigmático. Las empresas de trabajo temporal son otro claro indicador: más personas con menos jornada permite más capacidad de elección al empleador que menos personas con más volumen de trabajo.

El pluriempleo afecta directamente a la conciliación familiar. «Yo conozco gente que no se ve». González pone como ejemplo a un auxiliar de seguridad que solamente trabaja los fines de semana, de noche, y en una fábrica de lunes a viernes, mientras su mujer es auxiliar de clínica, con turnos volátiles. «Llevan una vida perruna. ¿Quién de los dos se baja de esta moto para poder tener hijos antes de los 40 años?» Otro fenómeno habitual es que estas auxiliares también se encarguen de la ayuda a domicilio.

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El sector público facilita más las jornadas completas, razona González, que cita centros como residencias de ancianos en los que conviven funcionarios con plaza con interinos y con personal externalizado, por ejemplo, la limpieza. «Hay gente que se puede pasar 15 años con sus 20 horas semanales porque ni siquiera está regulado. Aunque se jubile alguien, tienen que hacerte el favor de darte a ti esa jornada completa. No tienen ninguna obligación. Es mucho más difícil en el sector privado».

No es fácil gestionar varios jefes, como ocurre con las empresas multiservicios. «Trabajan para muchas empresas y se vuelven medio locas». Esto, entre otros problemas, hace que cuadrar las vacaciones sea una fórmula diabólica para alguien que limpia portales, una oficina bancaria o un ayuntamiento, algo habitual. «Tienen que cuadrar horarios entre varias empresas y hay veces que les cambian los horarios para que terminen marchándose porque no les da tiempo. Para tener una vida normal, tienen unos problemas de la leche», comenta González. La consecuencia práctica es que no acaban cogiendo las vacaciones porque la empresa tiende a imponer sus deseos y rara vez hace un ejercicio de empatía.

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González no se atreve a hacer un juicio sobre el impacto de la pandemia en este fenómeno, pero sí concluye que la última reforma laboral no ha logrado frenarlo. Sí incide en que la economía sumergida se ha reducido en lo que al pluriempleo se refiere. «Antes, quien tenía a la empleada de hogar en casa no la tenía dada de alta. Total, si es fulanita. Pero ahora la gente está muy concienciada de que quiere cotizar». El sindicato ha recibido llamadas para informarse de cómo dar de alta a una empleada doméstica. «Hace mucho que no me toca hacer una denuncia de inspección porque alguien está trabajando sin contrato. Salvo cosas de la construcción, parece que eso de las chapuzas no se nos va a quitar nunca».

El empleo tiene una relación directa en el estilo de vida. Explica, por ejemplo, que los jóvenes tarden en emanciparse: un empleo precario puede ser suficiente para una vida digna si no median gastos de vivienda. González destaca la ética de trabajo del inmigrante. «Aunque lleven muchos años aquí, están muy acostumbrados a tener varios trabajos. No es que lo hagan gustosamente, ni mucho menos, pero se esfuerzan mucho para ganar el dinero que necesiten».

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La responsable de CC OO habla de una mujer entre 45 o 50 años como perfil paradigmático del pluriempleo. «Tienen otra mentalidad de esfuerzo. No sé si es bueno malo». Decir que no a un trabajo mal pagado es un gesto reivindicativo, pero también un privilegio que no todos pueden permitirse. Ahí está el dilema. «Somos muy blanditos. Eso de quédate un rato más y otro día te vas antes. Lo hacen muchas veces y ni siquiera les aumentan la jornada de trabajo. Nos queda todavía mucha tarea», concluye.

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