Pilar Martín, responsable de la biblioteca de Trescasas
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Pilar Martín, responsable de la biblioteca de Trescasas
«Hay que tratar al lector con mucho cariño»El crecimiento demográfico de Trescasas, que ha duplicado su población desde principios de siglo hasta los 1.090 vecinos censados en 2022, ha tenido premio en forma de biblioteca. Uno de los pueblos más jóvenes de la provincia necesitaba convertir a sus niños en ... lectores, una cultura extendida a los más mayores para un local que cuenta con unas 400 visitas al mes, tanto para recoger libros como para actividades.
Pilar Martín, su responsable, era presidenta del AMPA de Trescasas cuando el Ayuntamiento dio los primeros pasos para crear la biblioteca, a finales de 2012. Lo que había era un local que apenas abría una mañana con un escaso banco de libros –la mayoría cedidos por una asociación local– que servía más como sala de estudios. El proyecto municipal consistió en derruir la antigua casa de los maestros y levantar un edificio para el consultorio médico y la nueva biblioteca, que abría en sus inicios tres tardes a la semana y funcionaba por donaciones, algunas por parte de la Biblioteca Nacional y otras de particulares. Las primeras compras de libros fueron infantiles, lo que más escaseaba.
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Luis Javier González
El crecimiento fue progresivo en un local que también servía de ludoteca, con talleres para los niños y algunos ordenadores. «La gente lo aceptó muy bien. Era un pueblo que estaba empezando a crecer y no había nada más. La gente iba allí a pasar la tarde, a que los niños jugasen». Casi una década después de su puesta en marcha, entró en la red provincial tras varios intentos fallidos porque no cumplía los requisitos. «Eso es un sueño para una biblioteca como esta porque aquí la gente participa muchísimo. Era la única manera de que creciera el catálogo, ahora estamos actualizados».
Para un pueblo con tanto público infantil, las actividades de animación a la lectura han supuesto un valor añadido. Entre la oferta de la Diputación, la biblioteca, que también hace por su cuenta talleres como un cuentacuentos mensual, busca alternativas novedosas: el cuento de Cristina Oleby de una cigüeña que quería ser músico, los títeres de La Pícara Locuela o el cuentacuentos de El Sombrero de la Memoria. «Ellos traen cosas muy preparadas, muy profesionales. Lo que nosotros hacemos es de andar por casa». También citan a escritores de diferentes géneros para que presenten sus libros «para que ese ejemplar forme parte del catálogo y para dar voz a los autores de la zona».
El sistema en red permite al lector encontrar un libro en una biblioteca que no es la suya. «Viene gente de Segovia, San Cristóbal o La Granja igual que nosotros vamos allí». El préstamo interbibliotecario permite desplazamientos más lejanos. Por ejemplo, Pilar aprovechó un desplazamiento a Cantimpalos para llevar un libro. Ella define su trabajo como un pequeño comercio de la cultura. «Hablo mucho de libros, los recomiendo y tengo las redes muy activas para que la gente esté animada a leer. Tienes que escuchar al usuario habitual y darle lo que quiere; si quiere un libro muy demandando, meterle en una reserva y avisarle de que ya pronto llega. Al final hay que tratarles con mucho cariño, el lector lee porque le emociona».
También forma lectores. El colegio del pueblo visita la biblioteca todos los martes en grupos de tres clases, por lo que el bibliobús ya no es necesario. La actividad es leer un cuento y abrir un debate. «Es una especie de club de lectura que está funcionando muy bien para que más adelante sepan de qué les estás hablando».
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