Juan Carlos Pérez revisa sus colmenas. El Norte

De la tierra al cliente

Agricultores y ganaderos de la provincia de Segovia han impulsado canales de venta directos para llevar su género a los consumidores y paliar el efecto de las pérdidas del turismo y la hostelería

Laura lópez

Segovia

Domingo, 17 de mayo 2020, 11:22

Con el cierre de restaurantes y la falta de turistas, los agricultores y ganaderos están pasando uno de sus peores momentos con la pandemia, pero también han percibido una oportunidad única para «reinventarse» y buscar nuevos canales de venta, como la iniciativa impulsada por la Unión de Mujeres Agricultoras y Ganaderas llamada 'De nuestra tierra para ti'. Esta acción invita a los productores a disponibilizar sus productos en la página web de la organización para que el consumidor se ponga en contacto con ellos y puedan adquirir los productos de forma directa, sin intermediarios.

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El engrose de precios durante la cadena de venta es uno de los grandes obstáculos que tiene el agricultor o el ganadero para obtener un buen sueldo al final de un mes de, en la mayoría de los casos, durísimo trabajo. Según comenta la presidenta de la Unión de Mujeres Agricultoras y Ganaderas, Rosa Arranz, el precio puede llegar a dispararse un 500% entre lo que el agricultor o ganadero recibe y el precio que paga el consumidor final. Por estas y otras razones, el colectivo ha tomado el mando de la comercialización a raíz de la crisis sanitaria y se ha propuesto llevar a sus consumidores el producto directo desde la granja, la colmena o la tierra. Desde esta semana que ha arrancado el proyecto, ya hay una quincena de negocios publicados en la web, de todas partes de España. Entre ellos, de Segovia.

Rosa Arranz, en el tractor. El Norte

La ganadería lo tiene especialmente difícil durante la pandemia, porque, explica Arranz, los animales no dejan de nacer. Esta ganadera gestiona una pequeña granja familiar de cochinillos en Olombrada junto a su marido y no tiene dónde «colocar» el producto, puesto que el 90% de la salida era la hostelería. Así las cosas, las hembras de cerdo no dejan de dar a luz porque fueron embarazadas hace tres o cuatro meses, y tampoco se las puede dejar de inseminar porque no se sabe si dentro de ese mismo período hará falta género. Por el momento, las únicas alternativas posibles pasan por la congelación y el almacenamiento, con el grave coste que esto supone. Ante todos estos problemas, ha tocado «reinventarse» a raíz de la crisis del coronavirus: «Es una situación que, lógicamente, no es buena, es triste, pero tenemos que aprender de ello», señala Arranz, antes de añadir: «O aprendemos la lección, o nos la hacen aprender».

Por parte de la administración, la presidenta de agricultoras y ganaderas explica que los productores del sector primario se han podido beneficiar de algunas ayudas genéricas, como las destinadas a los autónomos o los ERTES. Sin embargo, para el sector continúa siendo «fundamental», en opinión de Arranz, que el Gobierno ejerza un control de los precios y aplique la Ley de Cadena Alimentaria. Estas reivindicaciones eran parte fundamental de las protestas protagonizadas por el sector por toda España en forma de manifestaciones y tractoradas, antes de que la pandemia lo paralizase todo.

Arranz lamenta que en el país a menudo se menosprecie al sector primario, lo que no ocurre en otros estados como Francia, donde las asociaciones de agricultores y ganaderos juegan un papel muy importante en la sociedad. En su opinión, este fenómeno tiene su razón de ser en el legado de la época del éxodo rural en España, hace unas décadas: «Venimos de una época en la que quien se quedaba en el pueblo, era síntoma de fracaso y, quien iba a la ciudad a estudiar y trabajar, tenía más prestigio», relata.

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Entre colmenas

La Mielería de la Infanta, regentada por Juan Carlos Pérez, residente en Cuéllar desde hace 25 años, es uno de los negocios que ha ofrecido sus productos a través de la web de la Unión de Mujeres Agricultoras y Ganaderas. Se trata de mieles monoflorales, un manjar peculiar, que requiere de una especial dedicación. Juan Carlos, a menudo en solitario y a veces con ayuda de otro trabajador en épocas de campaña, acude allí donde están las flores con sus colmenas para que las abejas las polinicen. De esta forma, adquiere una miel producida en exclusiva con romero, azahar, lavanda, tomillo, eucalipto, roble, encina o brezo, cada una de un color y sabor determinados. Es una labor sacrificada, que exige mucho trabajo, a menudo en forma de «medias jornadas de 12 horas», según afirma. También de bastantes viajes, puesto que, en función de la flor, Juan Carlos tiene que desplazarse hasta otras comunidades autónomas como Valencia, en el caso del tomillo, aunque buena parte de la miel la produce en Segovia, donde hay, por ejemplo, «buen brezo» para ello. El ganadero se mueve acompañado de entre 300 y 400 colmenas, en cada una de las cuales hay decenas de miles de abejas, hasta 50.000 en buena época.

La hija de Juan Carlos envasa la miel que su padre recoge en las colmenas. El Norte

Para las labores de envasado y comercialización, este pequeño empresario cuenta con la ayuda de su familia, su mujer y sus hijas, «cuando pueden». El negocio, vivo desde hace unos diez años, se sustenta a través de la venta en las pequeñas tiendas, a las que ahora sigue suministrando, a pesar de la pandemia.

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Cocina a domicilio

En Fuentesaúco de Fuentidueña regenta Eliecer su servicio de catering desde hace diez años llamado 'A su casa', que elabora comida casera con productos de proximidad adquiridos en el comercio local del mismo pueblo y está disponible a partir de esta semana en el directorio de la Unión de Mujeres Agricultoras y Ganaderas. Antes de la pandemia, este catering desempañaba un buen servicio a la comunidad llevando comida a domicilio a las personas mayores que no podían valerse por sí mismas, pero su mayor fuente de ingresos eran los servicios de comida que ofertaba a las casas rurales del entorno durante los fines de semana, según explica Eliecer Soto, que se encarga «de casi todo» junto a otras dos empleadas.

Sin embargo, ahora, «con toda esta historia» de la crisis sanitaria, este catering ha suspendido los servicios que no son de primera necesidad y se dedica en exclusiva a la parte de su trabajo que atiende a personas mayores o dependientes. Se trata de menús diarios a domicilio con un precio de 8,80 euros, que incluyen un primero y un segundo «generosos». 'Elita', como dice ser conocida la dueña del negocio, reconoce que, a largo plazo, este modelo no sería rentable, ya que ella adquiere la materia prima en el comercio de proximidad de su localidad, elabora los menús junto a sus dos empleadas y los reparte casa por casa.

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Eliecer Soto (derecha), en la cocina con una de sus empleadas. El Norte

Si antes este catering daba servicio a 17 personas, ahora atiende a casi el doble, 28, ya que muchas personas mayores o dependientes han dejado de recibir la ayuda de sus hijos u otros familiares que los visitaban durante el fin de semana y los dejaban abastecidos con 'tuppers'. Consciente de que su comida supone la dieta fundamental de casi una treintena de vecinos, a los que tiene mucho cariño, Elita se ha preocupado de ofrecer un menú equilibrado, bajo en sal y en grasas, diseñado por una nutricionista.

En su experiencia con los clientes, esta vecina ha percibido que los ancianos, que a menudo viven solos, reciben mucha atención de sus familiares, quienes están «muy pendientes» de que no les falte de nada y con los que ella mantiene en contacto. En opinión de Elita, cocinar es una actividad infravalorada, pero que puede entrañar muchos peligros si uno no está en plenas facultades.

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