«Tuvimos que subir corriendo a otro piso: lo hemos perdido todo»

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El Norte

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Quique Yuste

Estaban a punto de acostarse cuando la tormenta les sorprendió y, con ella, los destrozos. «Toda la casa está inundada, todo está destrozado», lamentó entre lágrimas mientras señalaba los daños que ha producido el agua en el suelo, paredes y bienes de su casa. No se han salvado ni los juguetes de su hijo pequeño. Algunos de ellos estaban sepultados por el barro en la calle. Esto se debe a que, cuando empezó a entrar agua en la vivienda, abrieron la puerta y todo salió «como si fuera una cascada».

Los intentos para evitar que el barro entrase fueron fallidos. No sirvieron los sacos ni las toallas. «Es un caos total, fue cuestión de diez minutos. De repente vimos que no podíamos más», corroboró su vecina del piso de enfrente. Fue en ese momento cuando levantaron a los niños de la cama para salir «corriendo» a refugiarse en uno de los pisos superiores.

«Nos cubría por la rodilla», recordó. La marca del agua de la casa de Angélica alcanza los veinte centímetros. En un trastero cercano, en el que guardan bicicletas y otros utensilios, se supera el medio metro. «Los muebles estaban nuevos, recién puestos, hemos perdido los electrodomésticos, la estufa...», insistió.

No fue necesaria la evacuación a cargo de los bomberos gracias a la presencia de los vecinos. «Con su ayuda pudimos salir», aseveró. «Hemos pasado la noche en casa de unos familiares, pero, ¿qué va a pasar ahora?», se preguntó abatida.