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La unión entre las rotondas de Vía Roma y la de Venta Magullo es la M-30 del campo. La fila de tractores es tal que prácticamente cubren todo el trecho; el carril derecho es suyo, hasta el autobús urbano de la línea 4 tiene que circular por el izquierdo. Con sus sirenas encendidas y el claxon como palabra, invaden el día a día de la ciudad para hacerse visibles. Utilizan los grandes supermercados de la zona como pintos de parada, toda una metáfora, pues ellos son los padres del producto que allí venden.
David y Adrián Herranz son vecinos sin parentesco en Mozoncillo. Una vida paralela, siguiendo los negocios familiares y aportando su toque personal. Una sensación de desprestigio que les llevó ayer a salir de la cama a eso de las seis menos cuarto para unirse a otros agricultores del pueblo rumbo a una concentración más grande en la gasolinera de Valseca, un itinerario pactado por la Guardia Civil. Fue el resultado de una convocatoria con grupos de WhatsApp con compañeros de Aguilafuente, Escarabajosa, Cantimpalos o Aldea Real. «Transversal aparte de sindicatos y partidos políticos, es algo que ha salido de nosotros mismos. El hartazgo de las medidas políticas europeas han llevado a la gente a salir a la calle por su propio pie».
Siguen el ejemplo de movilizaciones en Francia, Alemania o Portugal. Su razonamiento es que interrumpir el funcionamiento ordinario de una ciudad es un mal necesario. «Somos un sector poco escuchado y si no hacemos ruido no se nos ve. La verdad es que no queremos interrumpir el tráfico ni la vida cotidiana de nadie, pero nos vemos obligados a tomar medidas porque nos van medrando poco a poco y se hacen con nosotros». Una reivindicación que intentar hacer con mano izquierda, con carriles de paso a vehículos de emergencia. «Si vemos que hay vehículo que llevan mucho tiempo retenidos, abrimos y les dejamos pasar». Su relato es que han recibido más apoyos que críticas. «En general, la gente no está muy descontenta; nos pitan, nos saludan».
Piden una mano a la sociedad española. «En Francia o Alemania, valoran más su campo. Tener una soberanía alimentaria es clave, no hemos visto con la energía cuando Rusia nos ha cortado». Y pide «proteccionismo» frente a las importaciones de países no miembros de la UE como Marruecos o Argelia. «Están compitiendo contigo utilizando productos tóxicos que llevan 20 años prohibidos en la UE. ¿Vamos a aceptar soja transgénica cuando aquí no te dejan producirla? ¿El clembuterol de las terneras?» Piden que la regulación europea no reduzca su competitividad y argumentan que la defensa del cambio climático no es causa suficiente. «Si Rusia y China siguen igual, a mí me toca las narices y me estás machacando». Que reducir la producción de carne en España no reduce su consumo porque llega importada.
Piden que el sistema les defienda del intrusismo. «Hay mucha gente aprovechándose de ayudas sin ser profesional. Hay campos de golf o aeropuertos cobrando ayudas PAC. Solo un tercio de los solicitantes de PAC son profesionales». Definen al profesional por las horas efectivas de trabajo, una rutina que ha empeorado por los impuestos, los nuevos productos y las rigidices burocráticas. David, de 35 años, produce zanahoria, remolacha o trigo y tiene vacas de carne. Habla de tratamientos o vacunas, «tener que pasar las vacas un montón de veces por la manga». Consecuencias como abortos. «Para la administración es muy fácil sanear el ganado, aunque les pidas que espere un poco a que tenga a las vacas paridas».
Adrián, de 29 años, relata unas ganancias mucho menores que las de otras generaciones. «Nuestros padres con una explotación de 30 hectáreas se alimentaba toda la familia y todos los hijos estudiaban carreras. Ahora necesitamos 100 o 200 hectáreas para sacar un sueldo». Los números se han multiplicado: invertir 600 euros por hectárea para sacar un rendimiento de entre 50 y 100 euros por cada una. «Mueves un montón de dinero, inversiones que nadie se creería». Tractores de 100.000 euros porque uno de 20.000 no sirve para una producción tan alta. «Cada apero te cuesta como un coche. Fitosanitarias, abonos… « Una inversión cercana a los 200.000 euros para empezar, por eso escasean los recién llegados y los que siguen lo hacen por legado generacional. «Según está todo, tampoco puedes entrar si no eres hijo de…»
Y la imagen peyorativa. «Es un sector muy apartado de la sociedad, muy marginal, está mal visto ser agricultor». Los chascarrillos de sus amigos: «¿Cómo voy a ser agricultor como mi abuelo? Si eso no lleva a ningún sitio». Hablan de una profesión secundaria, mal valorada. «Esta sociedad echa mierda al siguiente y el último es el agricultor. El cambio climático es culpa nuestra, pero luego necesitan mover aviones para irse de vacaciones y cambiar de móvil. No digo que no contaminemos, pero para que tú comas, no queda más narices». Se acabó el parón, toca reemprender la marcha. Todos para el centro.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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