La Gimnástica Segoviana sumará Balaídos a su lista de campos ilustres, lugares de Primera División como el Ramón Sánchez Pizjuán (Sevilla), el Nuevo Colombino (Huelva) o El Molinón (Gijón). El estreno en Primera RFEF brinda una oportunidad histórica porque el Celta de Vigo luce cuando ... puede los partidos de su filial, el Celta Fortuna, que recibe a los azulgranas mañana a las 18.30 horas. Es el inicio de la primera semana con tres partidos de la temporada, que seguirá el miércoles con la visita a Cáceres para la primera eliminatoria de Copa del Rey frente al Cacereño y concluirá el sábado con la visita del Barça Atlètic a La Albuera. Con Halloween entre medias, son unos días de susto para los de Ramsés Gil, que cuenta para el trance con el vaciado progresivo de su enfermería, aunque 'ingresa' a Rodrigo Sanz para unas semanas.
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La visita a Balaídos supone el estadio más prestigioso que la Segoviana visita en competición liguera. Un choque que llega un año y medio después de discutir las semifinales del 'play off' de ascenso a Primera RFEF en el feudo del Recreativo de Huelva. Si bien el campo vigués tiene en su historial partidos de Liga de Campeones, el estadio más glamuroso que ha pisado el club fue el del Sevilla, en noviembre de 2006, en duelo de vuelta de una eliminatoria copera que terminó en una cómoda victoria local 3-0. Una lista que completa la visita a Gijón para caer ante el Sporting por 2-1 en diciembre de 1999.
Tras nueve jornadas, el club azulgrana tiene pendiente llevar a domicilio el acierto que ha encontrado en La Albuera, donde suma 8 de sus 12 puntos. Lejos de Segovia, tres derrotas, un empate y una victoria en cinco partidos. «El objetivo es olvidarnos de los escenarios y conseguir que la Segoviana salte en Balaídos como si estuviera en La Albuera», subraya su segundo entrenador, Ricardo de Andrés. El Celta Fortuna llega al envite en puestos de descenso, cuarto por la cola, con nueve puntos. De ellos, seis han caído en su estadio, donde no conoce la derrota tras una victoria y tres empates.
La concentración de tres partidos en siete días pone a prueba la puesta a punto. «No solo entrenamiento para preparar los partidos, sino para recuperarse después», matiza Ricardo, que habla tanto de la carga física por la competición como la mental. «Viajes. Ir, venir. Estar menos en casa de lo que deberíamos, comer fuera. Son unos días de mucho estrés, pero todos los que estamos aquí firmamos estas circunstancias. Los jugadores se sienten profesionales porque es lo que son. Jugando ante rivales muy bonitos y a campos… más no se puede pedir».
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El primer equipo del Celta ha tirado estos meses de la última generación de su filial. Por un lado, una ventaja para la Segoviana, que no se enfrentará ante lo mejor de esa añada. Pero también un aviso de que la maquinaria sigue generando. «Son clubes con la capacidad de elegir a buenos jugadores de esas edades. Tienen un equipazo con un nivel técnico bestial». Las grandes dimensiones del campo, sin que supongan un agravio para los locales, ayudan a la forma de jugar azulgrana, que potencia así su intensidad y sus desplazamientos.
De cara al siguiente capítulo de la trilogía, el club ha organizado un viaje a Cáceres para ir el miércoles al duelo de Copa. El trayecto entre ambas ciudades es de unas tres horas, así que el autobús partirá del Instituto Felipe VI a las 15:30 horas y volverá a la conclusión del encuentro, que podría alargarse incluso hasta los penaltis, pues la eliminatoria se resuelve a partido único. La entrada cuesta 17 euros y el coste del viaje oscila entre los 23 y 35 en función del número de aficionados inscritos, con un mínimo de 35. La reserva deberá hacerse en la oficina del club antes del martes a las 13:30 horas y requerirá una fianza de 20 euros. El club ha superado esta semana la icónica cifra de 1.928 socios, el año de su fundación. Un campo más para un siglo de fútbol.
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Tras la reaparición de Fer Llorente en la victoria del domingo ante el Real Unión, la Segoviana recupera a Hugo Díaz y tiene a punto de caramelo a Pedro Astray y Rubén. La única baja segura para mañana es Rodrigo Sanz, que tuvo que retirarse en camilla por molestias en el hombro derecho. El club comunicó ayer que las pruebas realizadas al navarro han descartado fractura. Su diagnóstico es un edema óseo en la cabeza del húmero y la previsión es que «en un plazo corto» pueda realizar entrenamientos con el grupo.
Astray se dio ayer el alta a sí mismo. «La recuperación del esguince de rodilla ha costado un poquito más de lo que creía, pero ya estoy a tope entrenando con el grupo y espero estar este fin de semana. Y si no, el miércoles. Que tenemos una semana bonita y dura». Es su primera lesión en esta articulación. «Al final, te cuesta más porque no sabes ni cómo ni cuánto va a ser. A veces son diez días y otras un poquito más». El vitoriano repasó las ausencias en el vestuario. «No han sido lesiones muy graves, pero hemos tenido unas semanas de estar tocados varios. Al final nos están ayudando los juveniles y lo hacen estupendamente».
Todos cuentan para una semana apretada. «Nos dieron el planning el otro día y lo he tenido que mirar cuatro veces porque no me entero aún». Días intensos, sin descanso hasta Tarazona, el viernes 8 de noviembre. «Con mucho viaje, que es para mí lo más duro. Pero estamos acostumbrados y las cargas [físicas] están bien medidas. A disfrutar. Al final, preferimos jugar un miércoles que entrenar un miércoles. Siempre lo decimos, nosotros encantados con el partido entre semana».
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