Una profesora del colegio Villalpando guía a su alumna durante la lectura. Antonio de Torre

Segovia roza los 4.000 estudiantes extranjeros, un 16,2% del alumnado

La suma de 500 alumnos este curso potencia la diversidad en la capital, con casi una veintena de nacionalidades

Lunes, 21 de octubre 2024, 14:44

La educación en Segovia tiene un tono cada vez más multicultural, con una presencia de alumnos de otras nacionalidades en auge que este curso ya roza la frontera de los 4.000. Los datos facilitados por la Junta de Castilla y León incluyen a 3. ... 950 estudiantes de educación obligatoria en un curso que arrancó en septiembre con 24.359. Es decir, un 16,21% del alumnado. Sube en medio millar la cifra absoluta —el curso anterior había 3.443— y su porcentaje, que entonces era del 14,31%. Los centros han desarrollado sus métodos de integración, valiéndose de la ayuda de las nuevas tecnologías o la colaboración de alumnos que hacen de tutores. Mientras un grueso procede de América y viene con la tarea hecha del castellano, el gran reto es integrar lo antes posible a quienes no disponen de esta herramienta.

Publicidad

Los datos de la Junta dibujan la fotografía global, pero no discriminan por nacionalidades ni por centros. La regla común es que la diversidad de un colegio va asociada al tamaño. En el colegio Martín Chico, el porcentaje de extranjeros roza el 30% de sus 380 matriculados, con alumnos de Marruecos, Bulgaria, Ucrania, Pakistán, Ghana, Polonia, Rumanía, Colombia, Venezuela, Perú, Honduras, El Salvador, Paraguay, Chile y Estados Unidos; es decir, 15 nacionalidades. Muchas son comunes con el Villalpando, que tiene 367, entre ellos, 83 de 17 procedencias diferentes: las más numerosas son Perú (13), Colombia (13), Venezuela (12) y Honduras (11). El mapa lo completan Pakistán (3), Bélgica (3), Marruecos (8), Guatemala (2), República Dominicana (2), Argentina (2), Cuba (6) o Ecuador (3). México, Reino Unido, Paraguay, Bolivia y Uruguay suman un alumno por nacionalidad.

Son ya muchos los que tienen la nacionalidad española, bien por su proceso de asimilación o por llegar a familias plenamente integradas. «Podemos decir que no son extranjeros porque ya han nacido aquí. Tenemos una diversidad grande de cultura en todos los ámbitos de la vida y más en los centros escolares», resume la directora del Villalpando, María del Carmen Calles, que habla de una realidad transversal en todos los centros de la capital. Cada cual es representación de los barrios, ya que la proximidad es el principal criterio a la hora de elegir centro.

Jóvenes tutores

Calles lo explica por su naturaleza bilingüe —dos asignaturas en Primaria y dos horas semanales en Infantil, media hora más de lo exigido— o su programa TEI (Tutoría Entre Iguales) para trabajar la convivencia entre la comunidad educativa. Se trata de estudiantes-tutores que sirven de referente para que otros más jóvenes puedan recurrir a ellos. Son agentes sobre el terreno para detectar problemas ante las reticencias de informar a los docentes.

Publicidad

Esta herramienta, clave para prevenir el bullying, también se implementa en la integración de alumnos extranjeros y se aplica de forma progresiva desde Infantil. El centro participa en el programa Erasmus y hace salidas con para observar a otros centros europeos: cursos de formación para docentes y una semana al año con alumnos en Praga.

La figura de los estudiantes-tutores se constituye como una herramienta clave para prevenir el acoso escolar

El Martín Chico tiene un alumnado muy itinerante. «Se nos escolariza gente en cualquier momento del curso y también se van», resumen su directora, Nuria de María, y su jefa de estudios, Rebeca Nieto. Señalan la situación emocional como el primer pilar para empezar a trabajar. «Si no, todo lo pedagógico no cala. Hay circunstancias muy complicadas». Niños que vienen de países en situaciones de conflicto o familias que se han mudado por becas profesionales.

Publicidad

«A lo mejor es una familia estructurada y con recursos económicos, pero con desconocimiento del idioma porque vienen de Alemania». Cambios de puestos de trabajo o incluso de tutela, pues hay estudiantes de centros de menores. Tras el proceso administrativo, hay una primera reunión entre familia y tutor del aula. Y cuando se incorpora el alumno hay un recibimiento. Ese estudiante que le enseña dónde está el baño o cómo salir al recreo. «Le acompaña durante los primeros días para que no esté perdido». El Villalpando participa en un proyecto de educación responsable en emociones con la Fundación Botín, un recurso para procesar los lutos posteriores a la pandemia que también se aplica a estos alumnos, algunos refugiados con odiseas migratorias a sus espaldas.

La integración parte de adaptar las herramientas al ritmo de aprendizaje. En general, son los equipos de Orientación los que evalúan a cada estudiante y determinan sus necesidades para que el profesorado de Educación Compensatoria nivele esas carencias. «Pero el niño ya está incorporado en el aula, sus propios compañeros le van a ayudar y van a hacer que se integre más fácil», explica Calles.

Publicidad

El uso de tablets en las aulas ha facilitado la comunicación entre alumnos extranjeros y sus profesores

El alumno entra de primeras a clase y ahí empieza la compensación. «El profe va a ayudar al resto de docentes. Está en este nivel y va a necesitar este material». El alumno sale de su aula algunas horas a la semana para trabajar específicamente el lenguaje, pero la prioridad es darle herramientas para que pueda seguir el ritmo de la clase.

Rápida adaptación

La tecnología también ayuda porque la mayoría de los centros ha integrado las tabletas a lo largo de todo el ciclo de Primaria. «Aprenden súper rápido, son como esponjas, suelen adquirir muy bien el idioma. Son muy de rutinas, se adaptan fenomenal, van a seguir lo que hace su compañero, sucede en Infantil», explica la directora del Villalpando.

Publicidad

La llegada de ucranianos tras la invasión rusa en 2022 llevó a los centros herramientas específicas de la Junta para su integración: palabras básicas para ese primer nivel de comunicación entre ambas partes. «Gracias a la dotación de dispositivos electrónicos, es cierto que tiramos bastante de ellos con los traductores para poder comunicarnos», añade el Martín Chico. Si hay un vídeo sobre los planetas, ellos lo ven con subtítulos. Este centro esgrime su condición de comunidad educativa y cómo las propias familias extranjeras se implican. «Nos ayudan en nuestro trabajo diario». Los integrados ayudan a integrar.

El plan de compensación incluye dos factores: el nivel del idioma y el curricular. Un alumno puede tener los conocimientos de quinto, pero el de segundo, por eso es habitual ver en clases de Compensatoria a estudiantes de diferentes edades en el mismo punto lingüístico. «Se juntan los ucranianos con los marroquís o los paquistaníes. Ahí no importa tanto la edad porque se va a trabajar vocabulario básico», resumen las representantes del Martín Chico «Siempre nos agobia un poco el tiempo. Supone una preparación específica de material y es algo muy inmediato porque el niño llega de hoy para mañana Nnos gustaría abarcar más».

Noticia Patrocinada

Los centros no solo dan, sino que aprovechan la diversidad cultural con motivos como el Día Europeo de las Lenguas. «Vivimos de la diferencia y la aprovechamos», subrayan. El Villalpando trabajó este curso con Polonia y el alumno de turno explicó con orgullo las costumbres de su país, papel que también desempeñan las familias en Infantil.

«Es un intercambio de buenas formas entre unos y otros. Aprender lo que ellos hacen y lo que nosotros tenemos». El primer contacto es con la familia. Cuando ninguno de los progenitores habla bien el español, es habitual que traigan a amigos como intérpretes. Los centros explican allí sus servicios y actividades. «El papel de las familia es fundamental. Con nosotros están cinco horas, pero luego les damos pequeñas pautas, como que vean la tele en español», matiza Calles. El idioma para ser uno más.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad