Segovia pierde más de 250.000 cabezas de ganado en tan solo un año

Cada categoría del ganado vive una situación diferente, aunque en su conjunto tienden a la estabilidad tanto en número de explotaciones como en cabezas en la comparativa con el año anterior, según la estadística publicada recientemente por la Junta de Castilla y León. Más de 8,6 millones de animales están dados de alta en el censo autonómico, basado en los registros de intensivo y extensivo de 2023, cuando antes de la pandemia superaban por poco los 6,7 millones.

Es un repunte que tiene un protagonista claro: el ganado avícola. Junto al equilibrio del porcino, es la modalidad que ha permitido a la provincia compensar las pérdidas y mantener unos valores positivos del periodo más reciente. Las fluctuaciones apuntadas no la impiden tirar del carro de la economía agraria provincial. Sin embargo, la realidad que presenta actualmente el sector tiene que ver una importante merma en otras tipologías ganaderas. La peor parte se la lleva el ovino, lo que incluye el cordero lechal, que ha sufrido una de las peores sangrías del siglo hasta el punto de anotar mínimos históricos.

Los segovianos ya no ven tantos rebaños disfrutar de los pastos provinciales como en años anteriores. La cabaña ganadera ovina pierde de media 230 animales cada semana, lo que se traduce en más de 11.000 al cabo de doce meses. Es un desplome del 25% en cinco años, lo que preocupa, aunque no sorprende, a las organizaciones representativas del campo. El oficio de pastor «es muy esclavo; cada vez se quiere quedar menos gente con él», explica Asaja Segovia. «Es complicado encontrar gente para la cría de ovejas en extensivo porque hay que sacarlas todos los días a pastar; es el sector que más cae por su gestión», añade el responsable provincial de la Alianza Upa-Coag, Pedro Matarranz.

La falta de mano de obra no es un problema en la ganadería bovina. En este caso, la caída en el número de cabezas se relaciona con la escasez de animales en el mercado. Por muy poco se superan las 100.000, según el registro de explotaciones de la Junta, y es un hecho que afecta especialmente a los terneros y al vacuno de leche.

«Hemos tenido problemas muy graves, como la enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE), que produjo muchas bajas, y todavía siguen las secuelas», explica Adrián Gómez, portavoz del sector ganadero en la Unión de Campesinos-UCCL Segovia. A ello se suman otras amenazas, como es la convivencia con la fauna silvestre, los ataques de lobo y la tuberculosis, según advierte.

Si bien es cierto que su cotización se ha mantenido muy elevada, hasta marcar «precios de récord», ha sido difícil encontrar animales «para producción o reposición». Su compra también «se ha encarecido mucho», detalla Matarranz, hasta el punto de haberse reducido la cabaña segoviana en un 6% en la suma de intensivo o extensivo. La mengua ha sido significativa en esta última modalidad ganadera, que «cada vez va a menos», especifica Asaja Segovia.

Pero no todo son malas noticias, ya que el porcino se mantiene en unos niveles altos y sigue siendo una seña de identidad en la esfera agraria de la provincia. Son más de 1,3 millones de cabezas de ganado las que se contabilizaron en 2024, de las cuales casi la mitad se correspondían con cochinillos, cuya producción aumentó un 4,5%. Es un hecho destacable, ya que es una sección que arrastraba un periodo de malas rachas por enfermedades. «Antes nos dejaban tratar a los animales con ciertos fármacos pero ahora se han quitado, lo que hace disminuir la producción», remarca el presidente de Upa-Coag.

Un punto fuerte del ganado porcino es que se trata de «una sección que está más estructurada y dimensionada en la provincia, y la rentabilidad tanto del cerdo blanco como del ibérico es aceptable», declara Asaja Segovia, entidad encabezada por César Monjas. No llega a alcanzar las cifras de la producción avícola, ya que el censo agrario tiene registradas más de 5,8 millones de aves reproductoras, de cebo o ponedoras. Es un número que varía con el avance del tiempo y su evolución general refleja expectativas esperanzadoras.

Al contrario que sucede con el resto, las explotaciones de pollos, gallinas o pavos han proliferado por todo el territorio en la etapa más reciente. «Cuando desapareció el sistema de jaulas, se habilitaron muchas granjas para la puesta en suelo o de gallinas camperas», explica Asaja. La subida del precio de los huevos ha supuesto un aliciente para que muchos segovianos «se incorporen a la actividad ganadera con este sector», asevera la misma entidad.

Son varias las circunstancias que rodean al sector y que pueden determinar su futuro. «Es complicadísimo encontrar gente joven, incluso de la misma familia, que sigan el negocio; no les hemos formado en el gremio y han elegido otras profesiones», señala Matarranz. Lo mismo opina Monjas, pues «cada vez hay menos chicos jóvenes que se quieran quedar con las explotaciones ganaderas».

A corto plazo, no hay temor por esta labor. Las perspectivas cambian rotundamente si se hace un pronóstico para un periodo más lejano. «El sector está envejecido, la gente se va jubilando y, cuando eso sucede, la actividad disminuye: no hay nadie que venga detrás», resume Gómez. De ahí que las organizaciones sean partidarias del fomento de la ganadería con ayudas, para que se constituya en una profesión atractiva, rentable y con futuro.