Las 36 modificaciones planteadas para el Plan Especial de Áreas Históricas (PEAHIS), hay una que tiene mucho que supone un avance importante para comenzar a dotar de actividad a los conventos y monasterios abandonados de la ciudad. En concreto, recoge que estos lugares catalogados como ... equipamiento religioso puedan convertirse en hoteles, ya que hasta ahora solo podían tener un uso religioso. «Este paso supone una importante flexibilización que, desde el punto de vista del Colegio de Arquitectos, es muy positiva», señala su presidente, Alberto López.
En su opinión, Segovia tiene una normativa urbanística excesivamente rígida, de forma que cualquier intervención importante en un edificio «requiere modificaciones de la normativa». Hasta el punto de que el proceso acaba entorpeciendo la adquisición y reconversión de inmuebles por parte de la propiedad privada lo que conlleva la pérdida de vida en el casco histórico de la ciudad y al inevitable deterioro de los edificios.
No solo es necesaria la flexibilización de la normativa, también «una mentalidad más abierta» para que Segovia avance hacia la modernidad. Esto implica, según López, un concepto menos conservacionista. «Hay contenedores como el del Policlínico o las antiguas oficinas del INSS que se podrían tirar y volver a construir. No es necesario ser tan proteccionista, hay inmuebles que no merece la pena conservar que se pueden sustituir por otros más modernos», puntualiza.
Además de viviendas o las oficinas de las diferentes administraciones públicas cree son un buen lugar para instalar otro tipo de servicios como supermercados, tiendas, gimnasio, clínicas dentales e incluso un centro de negocios. Eso sí, para ello ve imprescindible crear aparcamientos subterráneos y con el actual PEAHIS «es inviable»
El principal problema con al que se enfrentan los edificios en desuso es la falta de mantenimiento. «La conservación de la cubierta es fundamental, todos los años hay que limpiar los canalones porque si no en dos o tres años lo más lógico es que haya goteras y cuando entra agua en un edificio el deterioro es exponencial».
Asimismo, López especifica que al principio la humedad afecta a los falsos techos y las paredes, pero «cuando perdura el daño se vuelve estructural con importantes riesgos para la edificación». Un ejemplo, es el edificio de Buitrago en Santa Eulalia que se encuentra destruido por la presencia de agua en el interior. Desde su punto de vista, es necesario flexibilizar, simplificar y ampliar los usos de la normativa e incide en que esto no está reñido con la protección de los edificios o de los elementos de interés. En la actualidad, existen varias categorías la primera es la de Bien de Interés Cultural, después se encuentra la protección integral sin necesidad de ser BIC, la protección estructural y la ambiental, que tan solo protege las fachadas. Por último, estarían aquellos edificios que no gozan de ningún tipo de protección.
«Las trabas y tiempos tan prolongados echan para atrás a los posibles inversores»
Además, existen unas directrices en cuanto a los criterios de construcción que, tal y como sostiene, «obligan a una composición muy reglada que no permite la creación de nuevas estructuras y generan una estética monótona». Según subraya es posible conjugar lo nuevo y lo antiguo sin necesidad de una normativa tan estricta que establece incluso las dimensiones mínimas y máximas que tienen que tener las ventanas. Además, resalta de que los arquitectos son sensibles al entorno y antes de planificar una construcción tienen en cuenta lo que hay alrededor.
Por último, el presidente del Colegio de Arquitectos demanda una mayor sencillez y agilidad en licencias y procesos urbanísticos porque «las trabas y tiempos tan prolongados echan para atrás a los posibles inversores».