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La combinación entre meteorología y la belleza de una ciudad Patrimonio de la Humanidad fortificada por montañas ha convertido a Segovia en un referente internacional en viajes de globos que deja réditos económicos. Los datos de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea hablan de 1. ... 334 vuelos el año pasado, según los datos suministrados por los operadores, y de 14.568 pasajeros. A una media de 190 euros por sesión, hablamos de más de 2,6 millones de euros. Si miran por la ventana al amanecer y ven cestas coloridas por el cielo, cuenten entre 120 y 150 personas. Es el aprovechamiento turístico del cielo.
La concejala de Turismo del Ayuntamiento de Segovia, May Escobar, esgrime a la ciudad como uno de los diez destinos más demandados en el mundo para volar en globo, en referencia a artículos de medios especializados. Un interés que destaca en unas nacionalidades más que otras. «Estamos detectando muchos grupos coreanos que vienen el día anterior, visitan la ciudad y van por la mañana a la pista de despegue de los vuelos». Habla de un híbrido entre negocio y experiencia que va claramente al alza. «Para nosotros cada vez va a ser más importante por las pernoctaciones. Sobre todo, en los grupos extranjeros, donde no es tan importante el fin de semana. Nos interesa mucho potenciar las pernoctaciones entre semana».
200-250 días habiles
para el vuelo suele haber en Segovia al cabo del año.
1.334 vuelos
en globo se registraron a lo largo del pasado año en la capital segoviana.
La ciudad tiene nueve empresas operadoras, cuyo mayor volumen de trabajo llega los fines de semana y durante el verano. Hay talleres de mantenimiento en Segovia y dos operadores con escuela a los que se unirá en breve un tercero. Entre todos operan regularmente un total de 35 globos matriculados y el promedio de cestas en el aire por sesión es de diez «Hay una incidencia económica importante alrededor de toda esta oferta turística. Cada vez hay más gente interesada; ya no solo a nivel internacional, sino nacional». Escobar pone en valor que Segovia sea «una de las pocas ciudades españolas» con una cesta accesible para personas con movilidad reducida que permite volar, por ejemplo, con silla de ruedas. Ya hay operadores extranjeros; en concreto, turcos, uno de los países con más tradición debido al imán que supone la región de Capadocia, probablemente la capital mundial del globo.
El turista nacional tiende más a volar en fin de semana, pero el internacional es más flexible, pues suele tener Segovia como parte de un viaje más amplio y le da igual visitar la ciudad un martes que un sábado. Escobar habla de «personas de un alto nivel adquisitivo que buscan hoteles de alta categoría» y que suelen hacer la visita turística la tarde anterior al vuelo, cenan en un restaurante y vuelan a la mañana siguiente. A partir de ahí, hay grupos con la agenda más apretada –por ejemplo, los coreanos– que se marchan rápido a por otra aventura, pero lo habitual es que el turista se quede a comer y se marche por la tarde. Dos comidas y una pernoctación, un impacto económico por encima de la media.
La concejala habla de un equilibrio entre los turistas que vienen a Segovia por su cielo y el trabajo de la ciudad para atraerlos. Habla de un transporte inocuo y seguro que no solo enriquece al viajero. «Llena de colorido la ciudad por las mañanas, es un atractivo visual». Y de una baza turística que pretende potenciar a través de un festival cuya celebración está negociando con las empresas de cara al verano. «Ya se hizo otro, pero vamos a poner un mayor énfasis desde el Ayuntamiento». Porque es un perfil que no tiene el problema de la saturación. «Es importante aprovechar turísticamente nuestro cielo».
El gran aliado de los globos es la meteorología, con la sierra de barrera y sin grandes precipitaciones, lo que propicia entre 200 y 250 días hábiles para el vuelo al año, es decir, dos tercios de los amaneceres. Las condiciones adversas se limitan principalmente al viento –a partir de cierta velocidad, se pierde seguridad y no se vuela–, el factor determinante junto a la niebla o la lluvia. Hay una previsión varios días antes y las empresas mandan confirmación a los pasajeros en la víspera. Si el tiempo lo impide, los operadores ofrecen otra fecha.
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Luis Javier González
Los globos vuelan a primera hora de la mañana porque es el momento más estable, pues evita las corrientes térmicas por la subida de las temperaturas una vez que el sol gana terreno que provocarían que el globo subiera, bajara o girarse sin el control del piloto. Son globos de aire caliente que vuelan por el Principio de Arquímedes. Al calentar el aire que está dentro del globo, se vuelve menos denso que el aire que lo rodea y eso le permite flotar. Lo habitual es que los pasajeros se encuentren el globo listo, a falta de encender los quemadores, calentar el globo y levantarlo. La labor del piloto es cambiar de altura buscando corrientes de aire que le favorezcan, pues no hay timón para dirigirlo. Eso hace que no haya dos vuelos iguales, pues las corrientes de cada día determinan a qué altura hay que volar para ir a un lugar u otro.
El despegue, en la pradera de los Altos de la Piedad, permite una altura suficiente para cruzar la ciudad. Al no haber una ruta prestablecida, el aterrizaje es incierto, aunque lo habitual es cruzar el casco histórico y perder altura para finalizar el viaje en zonas como Zamarramala, Valseca o La Lastrilla. La actividad dura tres horas de las que una corresponde al vuelo; una vez en tierra firme, hay un brindis y un picoteo que los coreanos, siempre a la carrera, conquistando cielos, intentar saltarse.
La patronal hostelera segoviana Hotuse defiende el turismo de globos porque extiende la estancia del viajero. «Todas las actividades en las que el turista tenga que estar el día antes y pueda combinarlas con otras cosas que haga en la ciudad van a generar más pernoctaciones, que al final es en lo que siempre flojeamos», subraya su vicepresidente, Javier García Crespo, que engloba los vuelos en el mismo concepto que las piraguas o las rutas en bicicleta. «Se trata de crear un destino con muchas cosas que hacer, que la gente se quede más noches».No solo es la cantidad, sino la calidad. «El cliente que pernocta en hoteles es uno de los mejores que hay porque cena por ahí, come, compra en comercios… Está demostrado que es el que más gasto hace en la ciudad». Hotuse tiene un acuerdo con una de las operadoras, así que sus socios venden a los clientes la opción de viajar en globo a cambio de un pequeño descuento y tramitan la reserva en el propio hotel o restaurante. Un perfil diverso en cuanto al alojamiento –de hoteles a casas rurales–, pero de clase medio-alta. «Montar en globo no es barato, eso te dice que es un tipo de cliente con poder adquisitivo».
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